La Constituci¨®n y los enclaves
M¨¢ximo Cajal, embajador espa?ol ya retirado, ha cometido uno de esos errores aparentemente livianos pero que en este pa¨ªs no se perdonan. Seg¨²n adelantaba este peri¨®dico recientemente, Cajal prepara la publicaci¨®n del libro Ceuta, Melilla, Olivenza y Gibraltar. ?D¨®nde acaba Espa?a?, un libro en el que entra de hoz y coz en el conflicto que comportan cuatro enclaves territoriales: Ceuta y Melilla, reclamadas por Marruecos; Olivenza, poblaci¨®n extreme?a reclamada por Portugal; y por fin Gibraltar, la herida colonial espa?ola.
Los fundamentos de fondo, jur¨ªdicos, hist¨®ricos o pol¨ªticos, que determinen la suerte final de cada una de esas plazas no me quitan el sue?o. Personalmente, sugerir¨ªa un recurso sencillo y democr¨¢tico: ?por qu¨¦ no preguntar a los ciudadanos qu¨¦ prefieren, mediante civilizadas urnas y no menos civilizados recuentos? Es soluci¨®n tan obvia como imposible. Por desgracia, los Estados admiten la soberan¨ªa popular en abstracto, pero aplicarla para resolver problemas concretos acaba doli¨¦ndoles en los mapas.
No es caso de dedicarnos a elucubrar sobre la suerte de Olivenza, porque a este lado de la frontera ib¨¦rica se ha dictado que es un problema que no existe, de modo que bien puede el articulista poner en juego su columna por dedicarse a insignificancias. Pero lo grave, lo verdaderamente grave, al margen de reivindicaciones portuguesas, espa?olas, gibraltare?as o alauitas, es la suerte del ex embajador Cajal y su proyecto. Ya resulta indignante que controversias obvias sean proscritas. Desde que se hizo p¨²blico que iba a publicar su libro, al pobre M¨¢ximo Cajal le est¨¢n cayendo toda clase de insultos y descalificaciones. Las asambleas de Ceuta y de Melilla (era de esperar) se han pronunciado en contra de las tesis del libro, en contra tambi¨¦n la derecha y buena parte de su hueste de articulistas. Todo esto es absolutamente respetable, pues incluso las ideas de M¨¢ximo Cajal son discutibles, por m¨¢s que tenga el m¨¦rito de poner sobre la mesa cuestiones que la naci¨®n espa?ola hab¨ªa tratado hasta ahora como dogmas de fe.
Lo que ya no parece de recibo es el extremo al que han llegado sus opositores. Al margen de otros adjetivos, el intento de M¨¢ximo Cajal de abrir un debate ha sido tachado de "inconstitucional". Pero, todav¨ªa m¨¢s, al cobijo de tal inconstitucionalidad, algunos pol¨ªticos y articulistas han pedido, literalmente, que se prohiba la publicaci¨®n del libro. Esto s¨ª que resulta el colmo de los colmos. No ya oponerse a la marroquinidad de dos ciudades africanas. No ya, incluso, pedir la censura de un libro. Lo grave, lo dram¨¢tico, lo pat¨¦tico, es querer prohibir su publicaci¨®n al amparo de la Constituci¨®n de 1978.
A todos los verdaderos constitucionalistas, a los fieles defensores del movimiento constitucional y de sus dos siglos de historia, deber¨ªan eriz¨¢rsenos los cabellos viendo c¨®mo se esgrime una Constituci¨®n democr¨¢tica para prohibir un libro. Lo m¨¢s terrible del pensamiento espa?ol contempor¨¢neo es que, con la excusa del problema vasco, la Constituci¨®n de 1978 nos est¨¢ siendo expropiada por los m¨¢s oscuros representantes del nacionalismo espa?ol. Airear la Constituci¨®n para solicitar la prohibici¨®n de un libro es abofetear a la misma Constituci¨®n, forzarla, violarla, sodomizarla, vejarla y torturarla. Pidan los censores, con plena desverg¨¹enza, que el libro no se publique, pero tengan la decencia de no apoyarse para hacerlo en un texto consagrado al reconocimiento de las libertades.
A muchos reverentes admiradores de esa Constituci¨®n que, qui¨¦rase o no, nos sigue gobernando, habr¨ªa que recordarles que una verdadera Constituci¨®n, no es una coartada para masturbaciones patri¨®ticas ni para maniobras inquisitoriales en contra de la libertad de expresi¨®n. Empieza a ser necesario recordarles que una Constituci¨®n es, sobre todo, m¨¢s que nada, y quiz¨¢s exclusivamente, una explosi¨®n de libertad y un firme garante de la misma, de la libertad de pensar, de escribir y de opinar. Los que la esgriman para algo tan infame como censurar un libro necesitan un cursillo intensivo de primero de Derecho.
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