Monta?as de d¨®lmenes y leyendas

A caballo entre el Goierri guipuzcoano y las tierras forales de navarra se levanta una mole caliza poblada de bosques de hayas y robles, donde el oto?o se hace agua. Con el almanaque en noviembre, las nieblas arrastran humedades por cumbres, laderas y valles convirtiendo el paisaje de la sierra de Aralar en una visi¨®n espectral. El agua y la roca son los protagonistas. Las lluvias caen todo el a?o, pero no llegan a convertirse en arroyos, ya que la porosidad de la meseta k¨¢rstica se bebe los l¨ªquidos ca¨ªdos para descomponer la roca y crear simas, lapiaces, dolinas y polj¨¦s.

Las brumas y las cuevas dan a la sierra un halo de misterio que ha propiciado desde la prehistoria leyendas y mitos, a los que contribuyen los monumentos megal¨ªticos construidos hace 4.000 a?os. M¨¢s de cien d¨®lmenes, t¨²mulos, menhires y cromlechs se reparten por estos valles. Especial menci¨®n merecen los de las vegas que desciende desde Igaratza hacia Zaldivia y Ataun. Cerca de la majada de pastores de Enirio, se reconstruy¨® hace unos a?os el dolmen de Jentillarri, con una c¨¢mara mortuoria de 12 losas a la que se accede por un corredor formado por otras seis. En su interior se encontraron restos ¨®seos de 27 personas.

Si hay que nombrar un paraje arropado por la mitolog¨ªa ese es el pico Txindoki. Con sus 1.346 metros, no destaca por ser el m¨¢s alto, pero s¨ª el m¨¢s emblem¨¢tico para monta?eros y lugare?os. La forma aguda y piramidal de su cresta oeste le ha valido el sobrenombre entre los escaladores de Cervino vasco, aludiendo a la m¨ªtica cumbre alpina. Su dominio sobre las verdes campas del Amundarain, y el hecho de que en los d¨ªas claros se llegue a otear casi toda la provincia, justifica su denominaci¨®n popular de Balc¨®n de Guip¨²zcoa. El verdadero top¨®nimo del monte es Larrunarri, pero los pastores siempre le han llamado Txindoki por una borda o txabola que exist¨ªa a sus pies y de la que quedan algunas ruinas.

Cuenta la leyenda que al abrigo de esta mole rocosa, en la cueva de Marizulo, habitaba la diosa Mari de la mitolog¨ªa vasca. En las f¨¢bulas que protagoniza esta caverna, los pastores y sus reba?os se mezclan con fen¨®menos sobrenaturales y personajes de cuento. En la ascensi¨®n a la cima se puede visitar esta gruta, situada en un peque?o rellano protegido.

De Larraitz a la cima del Txindoki

A pesar de la imagen de inaccesibilidad, la ascensi¨®n no supone mayor problema, siempre que no haya niebla o nieve. Basta con un m¨ªnimo de fondo f¨ªsico para seguir el sendero que zigzaguea hacia la cumbre desde el collado de Egural. La excursi¨®n arranca en la ermita de Nuestra Se?ora de los Remedios, en Larraitz, barrio de Abaltzisketa, en la falda norte. Se puede dejar el coche en la campa de Zamao. Los primeros pasos transcurren por una pista forestal que bordea por la derecha el Txindoki, justo encima del bosque, para acercarse al rellano de Gaztesui. Una gran curva a la izquierda sirve de referencia para localizar la senda que parte desde aqu¨ª hacia las campas de pastoreo. Este sendero marca la ruta a seguir sin posibilidad de p¨¦rdida. Tras una media hora, el recorrido se sit¨²a bajo los murallones de la cara oeste, donde est¨¢n algunas de las v¨ªas de escalada mejor consideradas de Euskadi. La fuente de Oria surge al borde del sendero, poco antes de comenzar los repechos m¨¢s acusados hacia las praderas de Beltzulegi y el collado de Egural.

La cimera pir¨¢mide yergue su perfil sobre las praderas salpicadas de ovejas latxas, de las que se extrae la leche para el queso de Idiaz¨¢bal. La cumbre se resiste con unos ¨²ltimos metros de duros desniveles. Pero la recompensa es grande: en la c¨²spide, la mirada sobre los valles moteados de caser¨ªos blancos hace olvidar el esfuerzo de la subida.