El proceso de Bolonia y otras milongas
Desde sus primeros momentos, la construcci¨®n de Europa se ha basado en utop¨ªas. Posiblemente ¨¦ste es el ¨²nico medio posible de construir algo tan complicado. Sin embargo, las utop¨ªas han de tener una m¨ªnima consistencia tanto en su definici¨®n como es sus posibilidades. Si no es as¨ª generar¨¢n decepci¨®n y frustraciones.
Uno de estos casos es el de la Declaraci¨®n de Bolonia que fue formulada en 1999 por los ministros de educaci¨®n de veintinueve pa¨ªses europeos. Esta declaraci¨®n viene a decir que la educaci¨®n superior europea deber¨ªa hacerse m¨¢s competitiva a escala mundial (para entendernos, competitiva con la de Estados Unidos), m¨¢s comparable entre los distintos pa¨ªses y m¨¢s enfocada a desarrollar la empleabilidad de los graduados universitarios (menos teoricista y m¨¢s aplicada). La fecha del 2010 fue elegida como el horizonte deseable para ver cumplidas esas ambiciosas metas.
Hay algunas cuestiones que nos ayudaran a entender mejor sus posibilidades de ¨¦xito. Primero, hay que puntualizar que la Declaraci¨®n de Bolonia no es una declaraci¨®n de la UE, es decir, no es un "mandato de obligado cumplimiento" para los europeos. Es meramente un acuerdo de principios de los ministros europeos (y no ¨²nicamente de la UE) que s¨®lo tiene valor en tanto que los gobiernos interesados los conviertan en medidas legales en sus propios pa¨ªses. En los tratados de la UE (y en su futura constituci¨®n), la educaci¨®n queda en manos de los estado miembros. Por tanto, no es posible fijar pol¨ªticas comunes de educaci¨®n. ?Por qu¨¦ entonces los ministros firman una declaraci¨®n com¨²n? Muy posiblemente con una intenci¨®n b¨¢sica: disponer de un arma para tratar de dome?ar a la comunidad universitaria de sus propios pa¨ªses bajo el falaz argumento de que se trata de un imperativo europeo. Pero la declaraci¨®n de Bolonia, ni es una norma europea, ni es algo a lo que haya necesariamente que adaptarse, mucho menos si se hace de un modo meramente formal. De hecho, en los pa¨ªses del norte de Europa, con sistemas de educaci¨®n superior bien desarrollados, el inter¨¦s por el proceso de Bolonia es muy escaso. Otro tanto pasa en el Reino Unido, en el que nadie habla de este tema. En Alemania y Francia la adaptaci¨®n a Bolonia esta siendo tan lenta, y en gran medida ca¨®tica, que pasar¨¢n muchos a?os hasta que lleguen a la meta. Italia fue la primera que aplic¨® los criterios de la reforma, lo que parad¨®jicamente ha provocado que el sistema italiano sea hoy bastante menos "comparable" que lo era hace unos a?os.
Analicemos, por otro lado, que hay en el fondo de la Declaraci¨®n de Bolonia. No les falta raz¨®n a los ministros cuando advierten de la necesidad de mejorar los sistemas universitarios europeos. La falta de competitividad de estos sistemas frente a EE. UU. es evidente. Los estudiantes de terceros pa¨ªses no vienen a Europa si tienen posibilidades de estudiar en EE. UU., especialmente en los postgrados. La educaci¨®n superior de alta calidad y la ciencia se hacen cada vez mas all¨ª. Los premios N¨®bel cient¨ªficos que estos d¨ªas se han concedido han sido, una vez m¨¢s, una retah¨ªla de cient¨ªficos norteamericanos (de nueve premiados, siete americanos, un ruso y un ingl¨¦s). As¨ª ha sido en los ¨²ltimos a?os porque Europa ha perdido, no ya la supremac¨ªa, sino hasta la capacidad de competir con EE. UU. en desarrollo cient¨ªfico y educativo. El problema es que este desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico es, especialmente en la sociedad del conocimiento, la m¨¢s poderosa herramienta para conseguir el desarrollo econ¨®mico y social. ?C¨®mo se va a alcanzar el objetivo de la incre¨ªble Declaraci¨®n de Lisboa en la que los gobernantes europeos afirmaban sin pudor que en el 2010 Europa ser¨ªa la regi¨®n m¨¢s din¨¢mica y competitiva de la econom¨ªa mundial?
?Que nos ha llevado esta situaci¨®n? Fundamentalmente dos razones que conocen muy bien los firmantes de las declaraciones mencionadas. La primera son los recursos disponibles. EE. UU. invierte en educaci¨®n superior e investigaci¨®n el 5,3% de PIB frente al 3% europeo (en Espa?a la cifra baja al 2%). Eso hace que, incluso corrigiendo por el poder adquisitivo, una plaza universitaria en EE. UU. este dotada cuatro veces m¨¢s que en Espa?a. Aunque la calidad no s¨®lo dependa del dinero, ?alguien piensa que se puede ofrecer una alternativa atractiva por la cuarta parte del coste? La segunda raz¨®n es el modelo de gesti¨®n y gobierno de la educaci¨®n superior en la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos. Un modelo totalmente inadecuado para las actuales necesidades de la sociedad del conocimiento. Las universidades europeas son, en la mayor parte de los pa¨ªses, estructuras decimon¨®nicas que los gobiernos europeos no se atreven a cambiar. El caso de la LOU, una ley in¨²til donde las haya, es una muestra de c¨®mo los gobiernos son incapaces de enfrentarse con valent¨ªa a su deber de dar soluciones a los nuevos problemas de la sociedad. No lo ha hecho el gobierno espa?ol, pero tampoco lo han hecho en otros pa¨ªses.
Convertirse en una regi¨®n competitiva en la sociedad del conocimiento no se va a conseguir con decretos que pretenden cambiar el embalaje de un producto deficiente. La educaci¨®n superior necesita transformaciones estructurales mucho m¨¢s profundas y, desde luego, una apuesta por la inversi¨®n en educaci¨®n y ciencia mucho, pero mucho, m¨¢s all¨¢ de lo actual. Todo lo dem¨¢s son milongas, ...peligrosamente frustrantes.
Jos¨¦-Gin¨¦s Mora es profesor en la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia
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