De la complacencia a la tolerancia cero
El primer jugador del f¨²tbol espa?ol que dio positivo vio su caso archivado por defecto de forma. Era el yugoslavo Punisic, que jugaba en el Castell¨®n. Ocurri¨® en 1992 y el futbolista aleg¨® que hab¨ªa tomado Bisolv¨®n, un jarabe para el catarro. As¨ª eran, en sus comienzos -el control antidopaje se instaur¨® en la Liga en 1990-, las relaciones entre el dopaje y el f¨²tbol espa?ol: asuntos anecd¨®ticos. Y as¨ª siguieron muchos a?os. En 1997 se pod¨ªa afirmar que el 90% de los positivos del f¨²tbol se quedaban sin sanci¨®n. El historial de casos archivados inclu¨ªa a Lopetegui, Julio Soler, S¨¢nchez Lorenzo, Oc¨¦ano, Sergi (Zaragoza), Dani (Real Madrid B), Paco Sanz y Toni. S¨®lo Monsalvete, del Figueras, positivo por coca¨ªna, fue sancionado dos meses.
S¨®lo cuando lleg¨® la epidemia de nandrolona las cosas empezaron a cambiar, aunque moderadamente. El c¨¦ltico Agirretxu fue suspendido seis meses en 1997. Similares sanciones soportaron a comienzos del siglo XXI Guardiola, Davids o Frank de Boer. En otros deportes, como el atletismo, positivos por la misma sustancia, nandrolona, se castigaban con dos a?os. El f¨²tbol parec¨ªa gozar de cierta bula. Y esta sensibilidad, unida a sucesos como los casos Muehlegg y Alberto Garc¨ªa o la puesta en marcha del C¨®digo Mundial Antidopaje, que prev¨¦ una sanci¨®n m¨ªnima de dos a?os, acab¨® llevando al Consejo Superior de Deportes a la necesidad de la pol¨ªtica de tolerancia cero y de sanci¨®n fuerte, lo que, a la postre, ha resultado decisivo para Carlos Gurpegui.
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