Candidatos de Washington y de fuera
Norman Mailer observ¨® en una ocasi¨®n que el problema de los liberales es que piensan que tener raz¨®n basta para cambiar el mundo; yo a?adir¨ªa que ¨¦se es tambi¨¦n el problema de los ide¨®logos de cualquier extremo. Con el pa¨ªs ahora uniformemente repartido entre dem¨®cratas y republicanos, las pr¨®ximas elecciones presidenciales a¨²n no est¨¢n decididas. Estos d¨ªas, el enemigo m¨¢s potente de Bush no son los dem¨®cratas. Se ha atascado en un plan grandioso pero estrecho de miras que ha salido mal, est¨¢ a merced de la continuaci¨®n de la historia. En el frente interno es el ¨²nico presidente en 70 a?os que ha perdido puestos de trabajo durante su mandato (tres millones), a casa est¨¢n llegando soldados muertos en bolsas para cad¨¢veres, a la opini¨®n p¨²blica se le pide que suelte 82.000 millones de d¨®lares para pagar la absurda invasi¨®n de Irak, promovida por Bush en una ¨¦poca en la que nuestro sistema escolar y la atenci¨®n sanitaria p¨²blicos est¨¢n en ruinas. El candidato presidencial dem¨®crata, el diputado Dick Gephardt, coment¨® recientemente: "Si quiere usted vivir como un republicano, vote dem¨®crata".
El hecho de que Bush sea potencialmente un candidato al que se puede vencer no significa que los dem¨®cratas vayan a ganar autom¨¢ticamente; el partido tiene una capacidad asombrosa para meter la pata. Ir¨®nicamente, la victoria de Schwarzenegger en California es mala noticia tanto para Bush como para los dem¨®cratas, y m¨¢s precisamente para los dem¨®cratas de Clinton. Dejando a un lado el agreste historial sexual de Schwarzenegger, la conclusi¨®n es que gan¨® al candidato republicano conservador de Bush con una plataforma republicano-dem¨®crata moderada, basada en su fusi¨®n con la familia Kennedy, y b¨¢sicamente progresista en el aspecto social. Las listas de fusi¨®n en el plano local son frecuentes en la pol¨ªtica estadounidense. Algunos de los mejores alcaldes neoyorquinos (Fiorello LaGuardia, por ejemplo) han ganado con una lista de fusi¨®n; ¨¦stas se dan a nivel local cuando republicanos liberales y dem¨®cratas, hartos de los mediocres del partido, unen sus fuerzas.
En el plano nacional, la enormidad de Estados Unidos y las grandes diferencias regionales determinan nuestras decisiones pol¨ªticas. En el norte, en Nueva Inglaterra, podr¨ªamos pensar que vivimos en una democracia socialista. En Tejas y partes del suroeste, la fuerte presencia de Dios se da por sentada. Yo soy neoyorquina de nacimiento, paso los veranos en Nueva Inglaterra y he vivido un corto tiempo en Tejas. Los pol¨ªticos del noreste son tan dados a usar una jerga liberal como Bush a invitar a su versi¨®n de Dios a la mesa de comedor. ?stas son realidades regionales, no meros trucos de campa?a. Por consiguiente, en el plano liberal, la excesiva sumisi¨®n de Bush a una ret¨®rica casi religiosa puede hacerle tropezar, mientras que un pol¨ªtico de Nueva York o de Nueva Inglaterra como Howard Dean, con su estilo contundente, podr¨ªa "parecer enfadado" en Estados que exigen a los pol¨ªticos que resulten m¨¢s campechanos. Pero ¨¦stos son los extremos. ?Qu¨¦ ocurre en el resto del pa¨ªs?
No hace mucho form¨¦ parte del p¨²blico en un congreso sobre cuestiones sociales celebrado durante el periodo de elecciones de California y descubr¨ª lo ignorantes que somos los del este. Es interesante que nadie pareciera tener la clave de por qu¨¦ Schwarzenegger estaba ganando, y los especialistas pol¨ªticos tampoco parec¨ªan sentir ninguna curiosidad por saber la raz¨®n. Telefone¨¦ al novelista liberal de izquierdas Clancy Sigal (autor del gui¨®n de la pel¨ªcula Frida), que es de Los ?ngeles. Su respuesta me sorprendi¨®: "Schwarzenegger era la ¨²nica opci¨®n racional que ten¨ªan los californianos. Los dem¨®cratas presentaron un candidato mediocre, confiando en conseguir autom¨¢ticamente el voto de las mujeres, los hispanos, los negros, etc¨¦tera". El fiscal general Bill Lockyer, un importante dem¨®crata californiano, repite en The New York Times las opiniones de Sigal. Declara que ¨¦l hab¨ªa votado por Schwarzenegger (la primera vez en su vida que votaba a los republicanos) porque "me he limitado a hacer lo correcto.
Ahora, tenemos al Partido Dem¨®crata, y tambi¨¦n a los Clinton, que se las ingenian para provocar una enorme animosidad al suponer que su destino personal es la principal prioridad del Partido Dem¨®crata. Mientras Clinton hac¨ªa infructuosamente campa?a a favor del mediocre candidato dem¨®crata a gobernador de California, cometi¨® una imperdonable metedura de pata pol¨ªtica. Olvidando a los nueve candidatos declarados, algunos de los cuales son bastante capaces, en una ¨¦poca en la que Wesley Clark no hab¨ªa anunciado a¨²n que se presentaba como candidato a presidente y ni siquiera se hab¨ªa declarado converso al Partido Dem¨®crata, Clinton anunci¨® arrogantemente que Wesley Clark (a punto de convertirse en testaferro de Clinton en una especie de posesi¨®n para Hillary) y Hillary son las ¨²nicas estrellas del Partido Dem¨®crata.
Evidentemente, para cometer un error tan craso, Clinton ten¨ªa que estar inmensamente preocupado por el r¨¢pido avance de Howard Dean, el posible aguafiestas de los planes que Hillary tenga de presentarse "en alg¨²n momento" como candidata a la presidencia. M¨¢s del 60% de los dem¨®cratas no quieren que Hillary se presente a nada. Ir¨®nicamente, ha hecho un buen trabajo en el Estado de Nueva York, pero, si Giuliani decide presentarse contra ella en las pr¨®ximas elecciones a senador, es probable que gane Giuliani. Incluso, aunque Dean no se convierta en el candidato dem¨®crata del a?o que viene, puede hacerlo en 2008. De repente, la postura que desde un principio mantuvo en contra de la guerra ha resultado ser la id¨®nea; los otros candidatos dem¨®cratas est¨¢n imitando su programa de centro-izquierda. Al electorado no le ha pasado inadvertido que, aunque Dean es claramente el candidato en cabeza, los habituales del partido siguen inform¨¢ndonos de que es un perdedor. A lo mejor los pol¨ªticos de Washington deber¨ªan empezar a prestar atenci¨®n a los votantes, que han dado a estos dos extra?os, Dean y Schwarzenegger, un respaldo tan amplio.
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