M¨¢s viejos y m¨¢s dependientes
El envejecimiento de la poblaci¨®n exige generalizar la atenci¨®n geri¨¢trica y la ayuda domiciliaria
Eulalia P. E., de 92 a?os, viv¨ªa sola en casa, con plena autonom¨ªa, hasta que la primavera pasada sufri¨® un ictus cerebral. Desde entonces reside con su hijo y su nuera y, aunque conserva casi todas sus capacidades cognitivas, permanece inm¨®vil en una silla de ruedas, habla con cierta dificultad y depende para todo de su familia. ?ste es un caso como tantos otros de envejecimiento y dependencia. En m¨¢s del 80% de los casos, el cuidado de los ancianos recae en la familia.
Espa?a es uno de los pa¨ªses con mayor esperanza de vida, pero ello no lleva aparejada una mayor calidad de vida a los a?os a?adidos. El aumento de las demandas asistenciales exige, seg¨²n los expertos consultados, una urgente reforma de las estructuras sociosanitarias, dirigida a generalizar la atenci¨®n geri¨¢trica y a potenciar la ayuda domiciliaria. As¨ª lo advert¨ªa ya el Defensor del Pueblo en su informe de 2001, elaborado a partir de sendos estudios de la Sociedad Espa?ola de Geriatr¨ªa y Gerontolog¨ªa (SEGG) y de la Asociaci¨®n Multidisciplinaria de Gerontolog¨ªa. Seg¨²n estos estudios, los mayores de 65 a?os acaparan el 77,4% de todo el consumo farmac¨¦utico, entre el 40% y 50% de la ocupaci¨®n hospitalaria y la mitad de todo el tiempo de la asistencia en atenci¨®n primaria.
"La realidad exige un nuevo marco legal que regule la asistencia sociosanitaria, redistribuya los recursos y reorganice las actuales estructuras asistenciales", afirma Juan Rovirosa, director del hospital General Yag¨¹e, de Burgos, y presidente del I Congreso Nacional de Asistencia Sociosanitaria, que, bajo el lema Envejecimiento versus dependencia, se celebr¨® en octubre en la capital castellana, organizado por el Instituto de Gerontolog¨ªa Social Aplicada.
Espa?a no ha sabido responder todav¨ªa al reto sociosanitario que est¨¢ imponiendo el envejecimiento, seg¨²n los especialistas involucrados. A pesar de que todas las comunidades aut¨®nomas han potenciado en los ¨²ltimos a?os sus servicios sociales y de salud a los mayores mediante servicios de hospital de d¨ªa, ayuda a domicilio, teleasistencia y dotaci¨®n de plazas residenciales p¨²blicas y concertadas, existen deficiencias y desigualdades territoriales. El programa Vida a los A?os, iniciado por la Generalitat de Catalu?a en 1986, fue pionero y le han seguido otras iniciativas, pero la demanda social ha ido por delante de la respuesta institucional.
El pasado 29 de agosto el Gobierno aprob¨® el Plan de Acci¨®n para las Personas Mayores 2003-2007, dotado de 1.100 millones de euros, que prev¨¦ 135 medidas, entre ellas facilitar ayudas econ¨®micas a las familias con mayores a su cargo y potenciar la formaci¨®n de profesionales especializados en gerontolog¨ªa y de cuidadores. La Encuesta Nacional de Dependencias de 1999 se?ala que los bajos niveles de renta y formaci¨®n cultural son per se factores de riesgo de dependencia. En este sector de poblaci¨®n hay un 50% m¨¢s de ancianos discapacitados que en el mismo grupo de personas con mayor renta y formaci¨®n educativa.
"Son los m¨¢s necesitados quienes tienen m¨¢s dificultades para acceder a la ayuda social. Una f¨®rmula para corregir esta situaci¨®n de desigualdad ser¨ªa el copago, mediante un sistema de gesti¨®n equitativo, que se defina en funci¨®n de la riqueza personal y no de las pensiones", sugiere Rovirosa.
El geriatra Isidoro Ruip¨¦rez, presidente de la SEGG, indica que "todo problema sanitario en el anciano tiene un trasfondo social y a la inversa". Apuesta por la indisolubilidad de la atenci¨®n sanitaria y social en este grupo poblacional bajo el principio de la equidad. "No hay que olvidar", insiste, "que la pobreza y la soledad representan el mayor riesgo de dependencia, por lo que los afectados deben acceder a estos servicios, y en algunos casos participar en sus costes en funci¨®n de su riqueza personal".
El Informe del Defensor del Pueblo reconoce que la protecci¨®n universal a la salud est¨¢ garantizada por la Constituci¨®n espa?ola y regulada mediante la Ley General de Sanidad de 1986. Sin embargo, encuentra muchas m¨¢s deficiencias en lo relativo a los servicios sociales. Pese a que subraya la importancia del Plan Gerontol¨®gico, el informe reconoce que, al carecer de rango de ley, no goza de la misma fuerza como instrumento de desarrollo de pol¨ªticas sociales. El informe sugiere el replanteamiento de un marco general en el que se mueva el sistema protector de la Seguridad Social.
Seg¨²n Javier Soldevilla, presidente de la Sociedad Espa?ola de Enfermer¨ªa Geri¨¢trica, Espa?a todav¨ªa est¨¢ lejos de lograr el Estado de bienestar alcanzado, por ejemplo, por los pa¨ªses del norte de Europa. "La estrategia m¨¢s generalizada", explica, "para hacer frente a este reto sociosanitario es potenciar todos los servicios asistenciales que mantengan a los ancianos en su entorno habitual. En los pa¨ªses n¨®rdicos gran parte de esta responsabilidad es asumida por el Estado, mientras que en la cultura espa?ola sigue siendo un deber moral de la familia. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que los cambios en la estructura familiar est¨¢n cuestionando la sostenibilidad futura de este modelo". Eduardo Rodr¨ªguez Rovira, jubilado y presidente de la Confederaci¨®n Espa?ola de Asociaciones de Mayores (CEOMA), considera que "es muy importante contar con los movimientos asociacionistas, que pueden alcanzar una gran fuerza de acci¨®n y ser un interlocutor v¨¢lido ante las autoridades".
Siete millones de jubilados
Seg¨²n el Informe 2002. Las personas mayores en Espa?a, elaborado por el Instituto de Migraciones y Servicios Sociales (Imserso), el crecimiento medio anual de la poblaci¨®n de edad ha sido siempre superior al del conjunto de la poblaci¨®n y en los ¨²ltimos a?os se ha incrementado. Si a principios del siglo XX ese aumento registraba una media anual del 1,6%, en las ¨²ltimas d¨¦cadas ese valor se cifra en el 3,7%.
Los mismos datos sugieren que en Espa?a existen actualmente siete millones de mayores de 65 a?os, colectivo que ha aumentado siete veces en el siglo XX, frente al total mundial, que ha doblado su n¨²mero.
Espa?a se sit¨²a en el quinto lugar de los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea (UE) con poblaci¨®n m¨¢s envejecida, s¨®lo adelantado por Estados de mayor peso demogr¨¢fico como Alemania, Italia, Francia y Reino Unido.
Las previsiones de Naciones Unidas revelan que un 37,6% de los espa?oles tendr¨¢n m¨¢s de 65 a?os en 2050 y el 13,4% ser¨¢n octogenarios. Para entonces Espa?a ser¨¢ uno de los pa¨ªses m¨¢s envejecidos del mundo, junto a Jap¨®n (36,4%) e Italia (35,9%).
Hay m¨¢s ancianos porque llegan m¨¢s supervivientes a los 65 a?os y porque hay menos j¨®venes como consecuencia del acusado descenso de las tasas de fecundidad, que hacen subir el peso de los mayores en el conjunto de la poblaci¨®n.
La soledad de la cuidadora
Las ayudas domiciliarias para cuidar a los ancianos son imprescindibles en muchos casos. El informe del Defensor del Pueblo indica que el 83% del total de cuidadores de personas dependientes son mujeres, y de ellas, el 61,5% no reciben ninguna ayuda por su trabajo. El 26% de estas personas no pueden ni plantearse buscar un trabajo; el 11,5% se han visto obligadas a abandonarlo, y el 12,4%, a reducir su jornada laboral.
Adem¨¢s, el 51% de las cuidadoras presenta cansancio f¨ªsico y emocional habitual, el 31,1% se sienten deprimidas y solas en esta tarea y el 29% afirma que su salud se ha visto deteriorada desde que cuida a un familiar. En Espa?a, la familia sigue siendo la gran proveedora de cuidados sociales.
El estudio Las personas mayores dependientes en Espa?a: an¨¢lisis de la evoluci¨®n futura de los costes asistenciales, publicado en diciembre de 2000, demuestra que un 34% de los mayores de 65 a?os presenta alg¨²n grado de dependencia.
En el caso de las mujeres dependientes, los cuidados son asumidos por sus hijas (36,7%), otros parientes (19,7%), el marido (14,9%), un hijo (6,3%) y, en menor medida, por empleadas del hogar y profesionales de empresas de servicios sociales. Los varones suelen ser cuidados por sus esposas (44,6%), una hija (21,3%) y otros familiares (12%).
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