Empecinados en el error
?Qu¨¦ habremos hecho para merecer esto?
El continuo agravamiento de la situaci¨®n en Irak deber¨ªa conducirnos a la b¨²squeda de una salida lo menos traum¨¢tica posible, aunque parece que los m¨¢rgenes son cada vez m¨¢s estrechos. Esto ser¨¢ un ejercicio in¨²til si se mantiene el empecinamiento en el error tan caracter¨ªstico en las actitudes del Gobierno.
La ministra de Exteriores perfecciona la extra?a l¨®gica del jefe del Gobierno cuando interpreta el incremento de los atentados en Irak como respuesta al ¨¦xito de la Conferencia de Donantes celebrada en Madrid. Mientras tanto, Naciones Unidas y la Cruz Roja Internacional se disponen a revisar su presencia en el territorio por falta de garant¨ªas de seguridad.
Con el mismo estilo de razonamiento se interpreta la ¨²ltima Resoluci¨®n del Consejo de Seguridad como aval al conflicto desencadenado en la zona m¨¢s convulsa y peligrosa del mundo. Los que se opon¨ªan a la guerra son los que deben rectificar para no quedar aislados de la comunidad internacional, argumenta el se?or Aznar.
De esta forma, si los acontecimientos son cada d¨ªa m¨¢s graves e imprevisibles, como consecuencia de la estrategia desencadenada, esta l¨®gica perversa debe conducir al apoyo de la aventura belicista y a la confirmaci¨®n de la teor¨ªa de la guerra preventiva y el ataque unilateral. ?Qu¨¦ hubieran dicho si la realidad se pareciera a la que dibujaban para justificar la guerra?
Sin embargo, la Resoluci¨®n del Consejo de Seguridad sigue considerando a las potencias ocupantes como tales, y su presencia de facto, como resultado de una intervenci¨®n ilegal. Hoy nadie niega el car¨¢cter injusto y basado en mentiras del conflicto. Hoy casi todos reconocen que la posguerra est¨¢ poniendo de manifiesto el error dram¨¢tico para la seguridad internacional que supuso esta aventura. S¨®lo los empecinados, como el se?or Aznar, insisten en llevar raz¨®n contra toda raz¨®n y exigen a los dem¨¢s que renuncien a la raz¨®n. Lo m¨¢s grave de esta actitud, si fuera compartida por el tr¨ªo de las Azores, es que har¨ªa imposible cualquier salida razonable.
En medio del caos y la impotencia que estamos viendo en Irak, el Consejo de Seguridad, aunque fuese menospreciado y finalmente marginado para desencadenar la guerra, ha asumido una responsabilidad a la que no puede renunciar: contribuir a recuperar la seguridad internacional maltrecha y tratar de encaminar el proceso hacia la devoluci¨®n de la soberan¨ªa a los iraqu¨ªes. ?Les est¨¢n dando la raz¨®n por ello los miembros del Consejo que se opusieron a la guerra? ?O, m¨¢s bien, los adalides de un nuevo conflicto de civilizaciones empiezan a reconocer que se han metido, y nos han metido, en un berenjenal que no pueden controlar y apelan a la comunidad internacional para que ayude a buscar una salida?
La Conferencia de Donantes y el llamamiento a mayores compromisos militares sobre el terreno intentan socializar (multilateralizar) el coste incalculable de este fracaso, cuando se constata el error de planteamiento que dibujaba un panorama casi id¨ªlico de dominio de la escena mundial, acompa?ado de la oportunidad de grandes negocios para los amigos. ?Es que se ha olvidado ya la enorme cantidad de tinta derramada con esta propuesta?
Es verdad que se adornaba la intervenci¨®n con buenos prop¨®sitos como la democratizaci¨®n del pa¨ªs, su inserci¨®n en la comunidad internacional y su feliz desarrollo econ¨®mico y social. Tambi¨¦n lo es que el complemento para tranquilizar a los descontentos iba a ser la hoja de ruta que encaminar¨ªa el conflicto entre israel¨ªes y palestinos hacia la soluci¨®n. Pero... casi nadie se ha dejado enga?ar.
Como hace meses con la Resoluci¨®n 1.441, nuevamente el se?or Aznar interpreta err¨®neamente la nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad. Ni entonces se autoriz¨® la guerra, ni ahora se le ha dado legitimidad. A pesar de sus fallos, Naciones Unidas no tiene vocaci¨®n de autoliquidarse acabando con el multilateralismo. El Consejo de Seguridad ha hecho lo que pod¨ªa y deb¨ªa en esta realidad dram¨¢tica que no ha desencadenado. La nueva resoluci¨®n no a?ade legitimidad a lo que se hizo, pero trata de recuperar -en los m¨¢rgenes estrech¨ªsimos en que es posible- una senda de legalidad internacional frente al unilateralismo que nos llev¨® a esta situaci¨®n.
Si al menos los dirigentes de nuestro Gobierno reconocieran que se equivocaron y que hay que enfrentar ese error entre todos porque a todos nos afecta, podr¨ªamos entrever una v¨ªa de esperanza. En las palabras inaugurales de la Conferencia de Donantes, el se?or Bremer agradeci¨® a los presentes que, a pesar de sus discrepancias con la guerra, quisieran ayudar. Pero el se?or Aznar y su grupo de cl¨®nicos ve¨ªan la conferencia como un aval para sus tesis. Con la l¨®gica infernal que subyace en ese empecinamiento, mientras peor se pongan las cosas, en Irak o en el conflicto del Pr¨®ximo Oriente, m¨¢s raz¨®n llevar¨¢n. Los que tienen que rectificar, seg¨²n sus palabras, son algunos que se opusieron a la guerra.
Comparto lo que dec¨ªa Clinton este fin de semana en Madrid. El error cometido por la Administraci¨®n de Bush y sus acompa?antes incondicionales no debe impedirnos buscar soluciones, pero ¨¦stas ser¨¢n a¨²n m¨¢s dif¨ªciles si tenemos que tragarnos que se atribuya a los dem¨¢s esta dram¨¢tica situaci¨®n.
Apremiados por la proximidad de las elecciones en Estados Unidos, la lucha interna de posiciones que se est¨¢ viviendo en el seno de la Administraci¨®n de Bush tender¨¢ hacia un desenlace r¨¢pido. A¨²n no est¨¢ decidida esa pelea entre los que quisieran salir de Irak a costa de lo que sea, los que quieren aumentar la dosis de belicismo y hegemon¨ªa unilateral y los que desean reencauzar la estrategia hacia la senda del multilateralismo.
Introducidos en el desastre de la guerra y de la posguerra, m¨¢s all¨¢ de quien gane el a?o que viene las elecciones estadounidenses, es preferible -para todos- que la tercera posici¨®n gane terreno. No s¨®lo porque ser¨¢ la ¨²nica que puede ayudar a encontrar la salida para la crisis abierta, sino porque nos puede acercar a la recuperaci¨®n del papel de la ONU y frenar las tentaciones belicistas preventivas y unilaterales.
Los autores del desaguisado no deber¨ªan hacernos perder el tiempo en recordar que ten¨ªan y tienen raz¨®n los que se opon¨ªan a la guerra -desde el Papa hasta la vieja Europa, pasando por la inmensa mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica nacional y mundial-. No porque haya que olvidar -sin memoria no se construye nada-, sino porque hay que concentrarse en encontrar salida menos costosa, sin caer en la tentaci¨®n complacientedel ya lo advertimos, aunque sea verdad. La arrogancia para seguir buscando enemigos no mejora la disposici¨®n de nadie.
Y, en esta v¨ªa de razonamiento responsable, conviene mirar hacia la Liga ?rabe y hacia la Conferencia Isl¨¢mica, para saber qu¨¦ papel pueden jugar y en qu¨¦ condiciones en la recomposici¨®n del tablero de la paz. Hay que mirar hacia la maltrecha sociedad iraqu¨ª para que recupere -cuanto antes- la capacidad para decidir -libremente- su destino. Hay que recomponer las alianzas permanentes en eso que llamamos Occidente, err¨®neamente sustituidas por alianzas oportunistas sin consistencia alguna.
Las consecuencias de un error estrat¨¦gico de tal alcance obligan, incluso a los que no se sientan coautores del mismo, a encarar el futuro con responsabilidad, porque las amenazas a la paz y la seguridad que se pretend¨ªan combatir son ahora peores que antes, como puede ver cualquiera... que no sea del grupo dirigente del PP. Y como Estados Unidos seguir¨¢ siendo la primera potencia militar del mundo, hay que ayudarles contra las tentaciones hegem¨®nicas unilaterales en vez de alentar una deriva de dominio imperial acompa?ados de socios tan incondicionales como irrelevantes.
El Gobierno del se?or Aznar ha acabado con la pol¨ªtica exterior de Espa?a, d¨¢ndole un rumbo que nada tiene que ver con los intereses nacionales, ni en la relaci¨®n con Estados Unidos ni en la relaci¨®n con el Mediterr¨¢neo, ni en nuestro papel en Europa. Empecinado en el error, sigue apoyando a los neoconservadores belicistas, proclamando la vigencia de la guerra preventiva y menospreciando la posibilidad de una pol¨ªtica europea de seguridad que permita a los pa¨ªses de la Uni¨®n un papel relevante en la globalizaci¨®n. ?Cu¨¢nto tardaremos en recomponer nuestro papel?
S¨®lo cabe esperar que si la Administraci¨®n de Bush cambia la estrategia, como ser¨ªa deseable, nuestros gobernantes no queden colgados de la brocha. Aunque, si mantienen su perversa forma de razonar, tambi¨¦n es posible que nos digan que eso era lo que ellos propon¨ªan.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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