Ante lo imprevisible
Abordaba el pasado mi¨¦rcoles el desdichado plan Ibarretxe desde el simbolismo y la pintura. Pero el punto de extravagancia y comicidad que la situaci¨®n creada tiene no ha de hacer que perdamos de vista la gravedad de su simple planteamiento. No voy a entrar en los elementos de inconstitucionalidad, disparates y falsedades que contiene el proyecto de Estatuto (¨¦sta es el primer disfraz: se trata de una constituci¨®n p¨¦simamente redactada en t¨¦rminos pol¨ªticos y en t¨¦cnica jur¨ªdica). Los de inconstitucionalidad han sido extensamente expuestos, pero importar¨ªan poco si fueran abordados de frente y debatidos. Hay tambi¨¦n disparates como el de reservarse todas las competencias menos defensa y moneda, y seguir hablando del Concierto econ¨®mico, como si nada. ?Acaso no tocar¨ªa tener una Hacienda tambi¨¦n "libremente asociada"? Y hay, finalmente, falacias descarnadas, como ¨¦sa de que nos mantendremos en Europa o el concepto de Iparralde, existente tan s¨®lo en las mentes calenturientas del nacionalismo: el 93% de sus habitantes ignoran que vivan en Iparralde. Sin embargo, est¨¢ recogido en la carta magna de vascos y vascas. Todo eso importa. Pero importan sobre todo las consecuencias que ya produce y las previsibles (y a¨²n las imprevisibles). Todas ellas irreversibles -salvo milagro- como lo es el plan.
Consecuencias inmediatas. Por de pronto el descr¨¦dito de la propias instituciones del Gobierno y el Parlamento vascos entre toda la ciudadan¨ªa. Para los no nacionalistas, ver a su Gobierno planteando y promocionando con el dinero de todos una propuesta sectaria -mientras descuida gravemente la administraci¨®n de las cosas-, resulta demoledor. Pero, no s¨®lo ellos, tambi¨¦n los nacionalistas descreen vivamente de ambas instituciones. Hoy le siguen porque les anuncia la buena nueva de la tierra prometida y la comunicaci¨®n directa con Dios, pero ?y si perdieran las elecciones y se formara otro gobierno, qui¨¦nes entre el nacionalismo aceptar¨ªa un relevo en el Ejecutivo y lo acatar¨ªa?
Se est¨¢ produciendo una deslegitimaci¨®n brutal de las maneras instituidas y democr¨¢ticas. (En esto, el consejero Azkarraga tiene una responsabilidad que roza lo penal. Atutxa est¨¢ ya en v¨ªas de ser procesado). Si no aprueba el plan el parlamento espa?ol o lo retrasa, nosotros seguiremos adelante con nuestra propuesta y convocaremos... etc¨¦tera, se dice. Poco importan el respeto a las reglas de juego. Es la mejor escuela para el totalitarismo.
La inestabilidad institucional est¨¢ haciendo que buena parte de las inversiones previstas est¨¦n demor¨¢ndose o desvi¨¢ndose directamente hacia territorios pol¨ªtica y jur¨ªdicamente m¨¢s seguros. El dinero es miedoso. Por no hablar de quienes empiezan a trasladar sus sedes sociales. Finalmente, ha creado ya una feroz desconfianza entre quienes apoyan al gobierno Ibarretxe y quienes no; preludio de fracturas sociales m¨¢s terribles, de la desintegraci¨®n social y tensiones insoportables, del desistimiento ante el futuro.
Consecuencias previsibles. Si todo prosigue sin retorno, como se prev¨¦, generar¨¢ una reacci¨®n -quiz¨¢ desmesurada en manos del PP, pero inevitable para cualquier gobierno-, que romper¨¢ en mil pedazos cualquier atisbo de entendimiento dentro del Pa¨ªs Vasco, y de ¨¦ste en el marco de Espa?a. Y, si todo va as¨ª, provocar¨¢ tal frustraci¨®n en la comunidad nacionalista que la alternativa, ya abierta, ser¨¢ la del terror. ETA, contra lo que hoy se vende, crecer¨¢ sin proporci¨®n. ?Se pueden echar sobre las espaldas del lehendakari las probables muertes del futuro? No quiero responderme.
Y est¨¢n, luego, las consecuencias imprevisibles, a¨²n m¨¢s aterradoras. Es como para tom¨¢rselo en serio y como para que todos nos paremos a pensar.
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