Una nueva constituci¨®n para un nuevo pa¨ªs
Desde la Diputaci¨®n Foral de ?lava queremos recoger el guante lanzado por el lehendakari Ibarretxe e iniciar un debate, tranquilo, sereno, sin descalificaciones, sobre la Propuesta de Estatuto Pol¨ªtico de la Comunidad de Euskadi que acaba de aprobar el Gobierno vasco tripartito. Y lo primero que debemos hacer es trasladar a la sociedad alavesa, y a la sociedad vasca, la verdadera naturaleza de lo que se nos est¨¢ proponiendo. Si los vascos tenemos derecho "a ser lo que queramos ser", deberemos empezar por conocer lo que se nos propone que seamos. Sin ello, mal podremos "decidir nuestro futuro".
Para ello, habremos de comenzar por echar un vistazo a nuestra propia casa. Lo primero es que los ciudadanos alaveses, al igual que los vizca¨ªnos y guipuzcoanos, nacionalistas y no nacionalistas, tomemos conciencia de lo que supone la propuesta aprobada por el Gobierno vasco el pasado 25 de octubre, en relaci¨®n a una cuesti¨®n tan importante como es la articulaci¨®n del autogobierno en el seno de nuestra comunidad aut¨®noma, de Euskadi. La propuesta, antes que a la relaci¨®n entre el Pa¨ªs Vasco y el Estado, afecta, de manera fundamental, a las relaciones internas entre los territorios hist¨®ricos y las instituciones comunes vascas. No estamos s¨®lo ante un problema entre espa?oles y vascos. Estamos, previamente, ante una cuesti¨®n entre vascos, que deberemos debatir entre nosotros con ese di¨¢logo sereno que pide el lehendakari y que nosotros aceptamos a pesar de la falta de libertad y persecuci¨®n que padecemos quienes discrepamos de sus planteamientos.
La propuesta de Ibarretxe no vulnera la Constituci¨®n, simplemente la ignora
El 'lehendakari' est¨¢ trasladando los derechos hist¨®ricos a ese nuevo ente que pretende crear
Recordemos cu¨¢les fueron los pilares b¨¢sicos sobre los que se asentaron la reconstrucci¨®n y actualizaci¨®n de nuestro autogobierno, que todos (el lehendakari el primero) reconocemos como fuente e instrumento de bienestar para nuestro pa¨ªs en estos ¨²ltimos 25 a?os. El punto de partida lo encontramos en la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n de 1978 -"La Constituci¨®n ampara y respeta los derechos hist¨®ricos de los territorios forales-", complementada con la disposici¨®n derogatoria segunda, que dejaba sin efecto las leyes abolitorias de 1839 y 1876, en lo que pudieran afectar a ?lava, Guip¨²zcoa y Vizcaya. Se abr¨ªa as¨ª la puerta para que los reg¨ªmenes forales de dichos territorios pudieran recuperarse y actualizarse, lo que se llevar¨ªa a cabo a trav¨¦s del Estatuto de Gernika. Por tanto, la Constituci¨®n signific¨® una verdadera y aut¨¦ntica reintegraci¨®n foral, al tiempo que introdujo una novedad hist¨®rica: que dicha reintegraci¨®n se llevara a efecto mediante una especie de federaci¨®n o confederaci¨®n de los territorios forales, que se asociaban en una nueva comunidad pol¨ªtica y jur¨ªdica, Euskadi. Bien puede decirse que con la Constituci¨®n de 1978 los derechos hist¨®ricos dejaron de ser s¨®lo historia y pasaron a ser instituciones jur¨ªdicas actuales y con vocaci¨®n y posibilidad de proyecci¨®n hacia el futuro.
Pero no se pod¨ªa prescindir de la historia ni violentar los sentimientos, tradiciones e identidades de los ciudadanos de cada una de las provincias. Euskadi era nueva; ?lava, Guip¨²zcoa y Vizcaya eran muy viejas. El Parlamento vasco se empezaba a vislumbrar; las Juntas Generales de los territorios forales llevaban siglos legislando. Era evidente que la actualizaci¨®n del autogobierno s¨®lo pod¨ªa sustentarse en el reconocimiento e identidad de dichos territorios, para, a partir de ah¨ª, empezar a construir. Y as¨ª se hizo. El art¨ªculo 37 del Estatuto de Gernika estableci¨® que lo dispuesto en ¨¦l "no supondr¨¢ alteraci¨®n alguna de la naturaleza del r¨¦gimen foral espec¨ªfico o de las competencias de los reg¨ªmenes privativos de cada territorio hist¨®rico".
Con esta doble configuraci¨®n jur¨ªdica (hacia fuera y hacia dentro) del autogobierno actualizado se era congruente con el pasado y, tambi¨¦n, respetuoso con la sensibilidad de los ciudadanos alaveses, guipuzcoanos y vizca¨ªnos, quienes, sin perder su identidad respectiva, inauguraban una nueva e ilusionante etapa en un proyecto com¨²n y compartido. Con ello, tambi¨¦n hay que decirlo, se asum¨ªa un modelo de pa¨ªs inspirado en el proyecto nacionalista, conjugando la moderna idea de nacionalidad con el concepto de territorio, en un dif¨ªcil pero virtuoso equilibrio.
La propuesta aprobada por el Gobierno del se?or Ibarretxe quiebra totalmente estos planteamientos y los principios que inspiraron la reintegraci¨®n de nuestro autogobierno e implica un cambio radical de las bases sobre las cuales los ciudadanos vascos suscribimos el pacto estatutario. No voy a entrar ahora en el texto articulado. El problema es de mayor entidad y est¨¢ en el pre¨¢mbulo: Ibarretxe est¨¢ creando un ente nuevo, llamado "Pueblo Vasco o Euskal Herria", al que quiere instituir como sujeto con personalidad jur¨ªdica e identidad propias, y depositario de un supuesto patrimonio hist¨®rico que le hace acreedor a decidir su propio futuro, es decir, a convertirse tambi¨¦n en entidad pol¨ªtica.
En otras palabras, el lehendakari est¨¢ trasladando los derechos hist¨®ricos pertenecientes a los territorios forales a ese nuevo ente ajur¨ªdico y ahist¨®rico que pretende crear. Con ello, adem¨¢s de reinventar la historia, se est¨¢n sentando las bases para que las futuras instituciones comunes (Gobierno y Parlamento) de la nueva comunidad pol¨ªtica puedan vaciar y dejar sin contenido los reg¨ªmenes privativos de autogobierno de los territorios forales. No digo que lo van a hacer. Digo que lo podr¨¢n hacer. Porque, con la propuesta de Ibarretxe, las provincias pasamos, de propietarias, a simples precaristas.
Por segunda vez en 25 a?os, el nacionalismo pretende imponer al conjunto de la sociedad vasca un nuevo modelo de pa¨ªs. Con el proyecto del lehendakari, el nacionalismo vasco da un giro radical en sus planteamientos cl¨¢sicos y nos propone un nuevo marco, que nada tiene que ver con nuestra historia y tradiciones. Y tengo que decir que me sorprende profundamente que este cambio de rumbo parezca haber sido asumido por el PNV sin matices, sin fisuras, incluso sin debate. La f¨®rmula confederal de los territorios y la preservaci¨®n de sus reg¨ªmenes privativos es una constante y un elemento fundamental, en todos los textos doctrinales y estatutarios del PNV desde que en 1894 elabor¨® su Reglamento denominado Euskeldun Batzokia. ?Es posible que la iniciativa de una sola persona est¨¦ en trance de modificar 100 a?os de historia de un partido tan tradicional como el PNV?
Me parece que el asunto tiene la suficiente trascendencia como para que los ciudadanos de los tres territorios reflexionen sobre el mismo, y se abra ese debate sereno que el lehendakari reclama. Pero que se abra desde aqu¨ª, desde casa. Los alaveses, los vascos, tenemos que saber que lo que se nos propone es una cosa totalmente nueva. No dir¨¦ si buena o mala, pero s¨ª nueva. El se?or Ibarretxe no est¨¢ reclamando m¨¢s autogobierno, est¨¢ planteando un autogobierno diferente, que no es lo mismo. Est¨¢ pretendiendo hacer algo m¨¢s que una "segunda transici¨®n": quiere llegar a un punto cero y empezar a construir a partir de la nada. Su propuesta no vulnera la Constituci¨®n, simplemente la ignora, la deja de lado. Su propuesta tiene vocaci¨®n de llegar a ser una nueva constituci¨®n de un nuevo pa¨ªs. La gran pregunta es: ?responde la iniciativa del lehendakari a una voluntad mayoritaria de la sociedad vasca actual? M¨¢s a¨²n, ?responde en verdad a la voluntad real de los nacionalistas vascos de hoy? ?Tiene su propuesta capacidad de concitar ese amplio y mayoritario consenso que dio lugar al gran pacto del Estatuto? ?Hasta qu¨¦ punto este proyecto es, m¨¢s que la respuesta a una demanda social mayoritaria, una especie de reacci¨®n frente a esa pretendida, y m¨¢s que discutible, "regresi¨®n auton¨®mica" que el nacionalismo viene denunciando en los ¨²ltimos a?os? Todos los ciudadanos de este pa¨ªs, los nacionalistas los primeros, deber¨ªamos detenernos a reflexionar sobre estas cuestiones, porque, a mi juicio, trascienden a meras estrategias partidistas. Nos estamos replanteando el pasado, el presente y el futuro de este pa¨ªs nuestro.
Desde ?lava ya hemos empezado a debatir y a reflexionar. Me remito a la declaraci¨®n institucional que la Diputaci¨®n Foral hizo el pasado 26 de octubre, de la que todo el mundo parece olvidar que finalizaba haciendo una llamada al di¨¢logo. Quiero recordar tambi¨¦n que las Juntas Generales de ?lava, por tres veces en un a?o, han dejado claro que este territorio nunca romper¨¢ el pacto estatutario, pero tampoco har¨¢ renuncia de los derechos hist¨®ricos que como provincia foral le pertenecen. ?lava no aceptar¨¢ proyectos que no sean respetuosos y congruentes con su pasado.
Si tenemos que perder el aval contenido en la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n de 1978, nos tendr¨¢n que explicar muy bien qu¨¦ otra garant¨ªa se nos va a ofrecer en orden a la conservaci¨®n de nuestro r¨¦gimen privativo de autogobierno. No nos valen meras declaraciones de intenciones. Queremos seguridades. Pensamos que ?lava cabe en Euskadi, y que Euskadi tiene cabida en Espa?a. A trav¨¦s de ella, queremos participar en Europa.
Y una reflexi¨®n final. Si algo ha caracterizado hist¨®ricamente el sistema foral vasco ha sido su condici¨®n de derecho consuetudinario, su permanente evoluci¨®n y adaptaci¨®n a la cambiante realidad social. Por tanto, si somos coherentes, tendremos que aceptar la legitimidad de mantener un di¨¢logo constante sobre la adaptaci¨®n a los tiempos actuales del sistema de autogobierno instituido hace ahora un cuarto de siglo. No tenemos por qu¨¦ tener miedo, complejo o desconfianza a hablar sobre temas como la participaci¨®n de las autonom¨ªas en Europa, el papel futuro del Senado, el reparto competencial de las respuestas a las nuevas necesidades sociales... Pero ese debate s¨®lo es posible desde la lealtad institucional, desde el respeto al ordenamiento jur¨ªdico, desde el reconocimiento, y no la permanente deslegitimaci¨®n, del marco pol¨ªtico. El nacionalismo debe volver a la senda del derecho. Entonces ser¨¢ posible ese di¨¢logo sereno que el lehendakari reclama, pero que con sus actuaciones impide.
es diputado de Presidencia de la Diputaci¨®n Foral de ?lava.
Javier Guevara
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