Koizumi promete un nuevo Jap¨®n
El primer ministro japon¨¦s busca en las urnas el apoyo popular para su plan de reformas
Junichiro Koizumi, que lleg¨® al poder hace dos a?os y medio con la bandera de la reforma, pretende conseguir el domingo en las urnas el suficiente respaldo popular como para que su formaci¨®n, el conservador Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD), gane por mayor¨ªa absoluta. El primer ministro promete que con ese triunfo pondr¨¢ en marcha la locomotora del cambio de Jap¨®n, pese a que los logros de su Gobierno en materia de reformas han sido m¨ªnimos. La segunda potencia econ¨®mica mundial apenas comienza a recuperarse de una d¨¦cada de estancamiento y deflaci¨®n (descenso de precios), pero los expertos se?alan que el fantasma de la crisis no se ahuyentar¨¢ hasta que no se aborden con realismo el fin de los subsidios y el grav¨ªsimo problema del envejecimiento de la poblaci¨®n.
Koizumi no ha parado de hablar del "Nuevo Jap¨®n" desde que gan¨® de forma arrolladora las primeras elecciones primarias de la historia del PLD e insufl¨® al pa¨ªs la bocanada de aire fresco que necesitaba para sacarlo de su aletargamiento. Ahora, 30 meses despu¨¦s, muchos expertos se?alan que lo que Jap¨®n necesita es una sacudida y que no ser¨¢ este hombre de 61 a?os y de pelo gris, con aspecto de cient¨ªfico o artista, quien se la propine. "Koizumi no ser¨¢ el hombre que cambie Jap¨®n", sostiene un periodista europeo que lleva un cuarto de siglo en este pa¨ªs.
Como el ex presidente sovi¨¦tico Mija¨ªl Gorbachov, con quien se le compara en los c¨ªrculos extranjeros de Tokio, Koizumi ha puesto en jaque al sistema pol¨ªtico japon¨¦s sin asegurarse la supervivencia dentro de ¨¦ste. Su mayor lucha en este tiempo ha sido contra los barones de su propio partido, cabecillas de peque?os grupos aglutinados dentro de un PLD dividido y sin estrategia de futuro. De hecho, el primer ministro es m¨¢s popular entre la gente de a pie que en las filas de su partido, donde sus proclamas reformistas son vistas con m¨¢s p¨¢nico que con voluntad de estudiarlas y apoyarlas. A pesar de ello, este encantador de serpientes logr¨®, en septiembre pasado, el respaldo del 60% del partido para extender su mandato. Muchos diputados tuvieron que elegir entre perder el esca?o o hacerse el haraquiri al votar a favor del ¨²nico l¨ªder que hoy por hoy es capaz de llevar al PDL al poder.
"En un pa¨ªs sin carisma, Koizumi destaca a simple vista", afirma un analista occidental. Amante del rock y divorciado, es un pol¨ªtico at¨ªpico para Jap¨®n, un pa¨ªs que s¨®lo tiene 377.835 kil¨®metros cuadrados, pero con 127 millones de habitantes, de los que el 18,6% tiene m¨¢s de 65 a?os, mientras que los menores de 14 a?os apenas llegan al 14,4%. "Un moderno", dicen del primer ministro, con cierto retint¨ªn, los barones del partido, que no tienen m¨¢s remedio que admitir su dominio de los medios de comunicaci¨®n, en especial de la televisi¨®n. Koizumi sabe llegar al ciudadano medio con su aire distendido y sus proclamas: "El PLD ha cambiado y se ha convertido en un partido reformista. ?Movamos Jap¨®n!".
En la calle, sobre todo entre las votantes femeninas, el primer ministro es muy popular, pero existe poca simpat¨ªa hacia su pol¨ªtica reformista, a la que se culpa de agravar con paro y recortes en las pensiones el costo social de la crisis. Precisamente sus tres contendientes a la presidencia del PLD criticaron la reforma estructural que defendi¨® Koizumi y propusieron que Jap¨®n aumente su d¨¦ficit fiscal, que ya llega al 8% del PIB, para robustecer el crecimiento econ¨®mico.
Analistas estadounidenses, defensores a ultranza de la profundizaci¨®n en las reformas, no ven hasta ahora en el crecimiento econ¨®mico experimentado por Jap¨®n en el ¨²ltimo a?o y medio -por encima del 2,3% anual- una salida definitiva del estancamiento, sino m¨¢s bien un avance coyuntural debido al aumento de las exportaciones, que no ha logrado poner fin al descenso de los precios, ni generar empleo.
"Si Jap¨®n no emprende las reformas necesarias tanto econ¨®micas como pol¨ªticas y sociales, corre el riesgo de perder el tren del futuro", sostiene el embajador de Espa?a en Tokio, Javier Conde. Entre las necesidades m¨¢s urgentes de este gigante que se anquilosa est¨¢ el dotarse de una pol¨ªtica de seguridad propia -lo que implica salir de la tutela de Estados Unidos y reformar la Constituci¨®n para tener un ej¨¦rcito regular-; volver a hacer competitiva su econom¨ªa; abordar seriamente el envejecimiento de la poblaci¨®n, y poner fin al sistema de compadreo pol¨ªtico.
La consigna del cambio
Muchos son los japoneses conscientes de estas necesidades, de ah¨ª que toda la campa?a electoral gire en torno a la reforma y al "cambio", seg¨²n la consigna del principal l¨ªder de la oposici¨®n, Naoto Kan, con escasas posibilidades de llegar al poder, pero que lucha a la desesperada por hacerse con el mayor n¨²mero posible de votantes, para establecer de una vez por todas un sistema de dos grandes partidos capaces de alternarse en el poder, y acabar con casi medio siglo de dominio casi ininterrumpido del PLD, que s¨®lo estuvo fuera del Gobierno nueve meses en 1993.
El diario Asahi, el principal vespertino de Jap¨®n, dec¨ªa la semana pasada que la "fiebre Koizumi" que se vivi¨® en 2001 ya est¨¢ pasada, y que en estos ¨²ltimos d¨ªas asistimos a un descenso paulatino de su popularidad que puede poner en riesgo la mayor¨ªa absoluta. Asahi se?ala que aunque el Partido Democr¨¢tico de Jap¨®n (PDJ), que en septiembre pasado absorbi¨® al Partido Liberal con sus 22 esca?os, tiene pocas posibilidades de hacerse con el poder, cada d¨ªa roba m¨¢s votos a Koizumi entre los indecisos. Es muy posible que Kan, el l¨ªder del PDJ, consiga los 200 esca?os del Parlamento que se hab¨ªa trazado como meta. La Dieta o C¨¢mara baja tiene 480 esca?os.
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