Jos¨¦ Bono y la hidra
Sin ninguna duda, esclavo de sus silencios no lo ser¨¢ Jos¨¦ Bono, y parece que tampoco ser¨¢ maestro en el arte de rectificar. Error de bulto en el insulto y error de bulto a¨²n mayor en el intento de justificarse, nuestro colega Jos¨¦ nos ha enviado un regalito envenenado para amenizar la campa?a catalana. Gracias, viejo amigo. Puesto que el tema va a ser profusamente difundido, multiplicado en actos y m¨ªtines, y convertido en estrella del victimismo mayor del r¨¦gimen, tendremos que hablar de tan antip¨¢tica cuesti¨®n, no en vano la cuesti¨®n ha ennegrecido la ya chamuscada campa?a. Hablemos primero de don Jos¨¦. A pesar de que oyendo a Artur Mas en televisi¨®n parece que Jos¨¦ Bono sea una especie de resurrecci¨®n de Galinsoga, lo cierto es que resulta injusto presentar un cuadro tan agresivo de un l¨ªder socialista que nunca se ha significado por su intransigencia. Bono puede ser muchas cosas, demasiado conservador en lo cat¨®lico, demasiado amigo de Alberto Ruiz Gallard¨®n, demasiado poco amigo de Zapatero, hasta demasiado lejano de Maragall, pero es un pol¨ªtico de talla, sensible a temas sociales de mucho calado -violencia dom¨¦stica incluida- y generalmente bastante prudente. Probablemente por ello su patinazo resulta tan estridente y tambi¨¦n por ello sus lecturas son muchas. ?Le estar¨¢ devolviendo los favores al PSC, que mayoritariamente no opt¨® por ¨¦l cuando las primarias? ?Temer¨¢ el ascenso imparable de Maragall en pol¨ªtica espa?ola, si gana las catalanas? ?Es una estridencia estrat¨¦gica, pensada para da?ar en Catalu?a pero ganar en las Espa?as? Etc¨¦tera... Mis sesudos amigos del an¨¢lisis pol¨ªtico ven tal cantidad de matices que confieso haberme perdido: nunca fui buena para el complot de despachos. Pero una, que es m¨¢s simple que todos ellos, no cree que la cosa vaya m¨¢s all¨¢ de una desgraciada calentura de campa?a mal pronunciada, peor llevada y, sin ninguna duda, a¨²n peor resuelta. Bono tuvo su mal d¨ªa y el eco a¨²n crea tempestades en el oasis catal¨¢n, oasis que, como sabemos, nunca se estremece con los esc¨¢ndalos patrios, pero llega a padecer huracanes si el viento viene de fuera, curiosa climatolog¨ªa la suya... Pongamos, pues, las cosas en su sitio. Lo que dijo de Pujol fue feo e injusto, porque Pujol puede cometer muchos errores, pero tiene la cabeza en su sitio. Adem¨¢s de feo e injusto, fue tan inoportuno que parece m¨¢s la obra del enemigo que la del amigo socialista. Y por feo, injusto e inoportuno, Bono ten¨ªa la obligaci¨®n moral -y tambi¨¦n pol¨ªtica- de rectificar sin matices ni panoplias, limpiamente, como s¨®lo limpiamente pueden presentarse las excusas sentidas. Al no hacerlo bien, es decir, haci¨¦ndolo mal, sus excusas han sido m¨¢s gasolina para el fuego, y ello en un momento en que el fuego est¨¢ rodeado de pir¨®manos. Viejo amigo, mal lo dicho, mal cuando lo has dicho, mal porque lo has dicho y mal cuando has intentado deshacerlo. Maragall te debe una, y no son las gracias.
Pero si lo de Bono no es de recibo, ?resulta de recibo el numerito que est¨¢ montando Converg¨¨ncia? Encantada de recibir tan preciado regalo de las Espa?as mal¨¦ficas, directamente en la diana del discurso que mejor viste en campa?a, el discurso de la v¨ªctima y el verdugo, Converg¨¨ncia tiene la presa cogida del cuello y no piensa soltarla. La hidra del ataque espa?olista, que una y otra vez reaparece cuando CiU m¨¢s la necesita, no ha decepcionado a los estrategas convergentes, a¨²n inclinados besando el suelo, de tan contentos. Digamos algunas cosas al respecto. Lo primero, que existen los enemigos de Catalu?a, pero no est¨¢n en los Bonos. Lo segundo, que algunos de esos enemigos visten cuatro barras y barretina, y hasta van a Montserrat a pie. Lo tercero, que hay Espa?as que no nos entienden ni quieren, pero hay Catalu?as que trabajan con ¨ªmpetu para no ser entendidas. Lo cuarto, que Pujol sabe mucho de hablar de pedagog¨ªa catalana y no practicarla. Lo quinto, que 20 a?os no son nada, pero 23, y han sido mucho de vender una Catalu?a de caja registradora, antip¨¢tica en sus exigencias e incomprensible en sus reivindicaciones, liderada por lo m¨¢s nutrido de la exigencia empresarial, pero lejana del mundo social que vibra en ella y sin embargo no ha tenido ni voz ni voto. Lo sexto, que Pujol se ha quedado con el copyright catal¨¢n y, en su brillante ceremonia de la confusi¨®n entre ¨¦l y el pa¨ªs, ha conseguido que el pa¨ªs pareciera ser ¨¦l, y as¨ª nos han visto... Y as¨ª nos ha ido... Lo s¨¦ptimo, que la Catalu?a de peaje no s¨®lo no la invent¨® Bono, querido Mas, sino que Converg¨¨ncia tiene mucho que callar. Fue Converg¨¨ncia, por ejemplo, la que en Madrid fren¨® los ¨²ltimos intentos parlamentarios que algunos presentamos (alcaldes afectados incluidos) y sin pudor apoy¨® las tesis peperas contrarias al despeaje del suelo catal¨¢n. Su actitud me llev¨®, en mis ¨¦pocas de diputada, a pronunciar una acusaci¨®n que, desgraciadamente, no pasa de moda: "Se?or Molins, usted no es un representante del pueblo catal¨¢n; usted representa a un consejo de administraci¨®n". Lo octavo, que a Converg¨¨ncia le ha ido muy bien vendiendo incomprensi¨®n, confrontaci¨®n y ataque. Y ataques los ha habido, por supuesto, tanto como ha habido una pol¨ªtica que los ha recibido con gusto, los ha acariciado y mimado y nunca los ha minimizado. Lo noveno, que Catalu?a no pinta nada en Espa?a, a pesar de su ruido convergente, y eso s¨ª que tiene que ver con su autismo cada vez m¨¢s agudo y con un creciente proceso de provincializaci¨®n. ?Por defender su identidad? No. Por usar el nombre de la identidad en vano, hasta la saciedad y el abuso, y sin embargo sin ning¨²n servicio efectivo.
Lo d¨¦cimo est¨¢ claro. Bono ha patinado y tiene culpa. Pero Converg¨¨ncia ha convertido el patinazo en un parque de atracciones y as¨ª estamos, mareados en el Dragon Khan, medio ciegos de tanto fuego de artificio y con la cabeza tan encendida de ret¨®rica que casi ni sabemos pensar. En fin, la capacidad de este pa¨ªs por escandalizarse con la an¨¦cdota y no hacerlo con la categor¨ªa siempre me indigna...
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