Nueva York, la m¨¢quina humana
Estampas de una ciudad cicl¨®pea cuya alma es mestiza
De ni?o sab¨ªa de las calles de Buenos Aires, Bah¨ªa, La Habana, a trav¨¦s de familiares emigrados; pero, a pesar de que vecinos de mi familia trabajaron en el puente de Brooklyn, nada sab¨ªa de Nueva York. Sin embargo, hoy NY y sus calles est¨¢n en la memoria com¨²n del planeta, hecha de cine.
NY nos pertenece a todos. La familiaridad es lo que define a NY, qu¨¦ equivocado es buscar all¨ª glamour. La savia de la ciudad es la de los paisanos de las nacionalidades del mundo, trabajadores hambrientos de pan y horizonte que le dieron su estilo. El cine narra los latidos de su coraz¨®n, pero devoramos su historia en un solo libro, Manhattan Transfer de Dos Passos, hijo de emigrantes portugueses. Cada neoyorquino conoce un lugar lejano y tiene una ra¨ªz quebrada.
Inmigraci¨®n: papeles y papeles, cubrir y firmar varias veces el pasaporte..., filtros eugen¨¦sicos tan de germanos y anglosajones. Mientras, al Sur, miles de personas, imparables y testarudas, corroen la frontera sin pausa. En esta cansina aduana, recuerdo de los inmigrantes encerrados en la isla de Ellis, es in¨²til el conjuro del mundo mestizo que ya est¨¢ aqu¨ª, que estuvo siempre aqu¨ª. Estados Unidos se ven en el p¨¢lido Jefferson en su hogar protestante, e ignoran la cama de la criada negra adonde acud¨ªa de noche.
La codicia y el ansia
Manhattan no es salvaje, es brutal. Es tan brutal porque es fruto de la codicia y el ansia, millones de personas dejaron atr¨¢s lo que quer¨ªan para venir a hacer dinero. Ganar dinero, sobrevivir, ansia por no enfermar, no perder el trabajo, ganar m¨¢s..., o caes en la pobreza acechante como un abismo. Los homeless son marginados, pero forman parte del monstruo que precisa quien recoja y organice su basura. Y su vista, encogidos bajo harapos, hace apurar el paso a los dem¨¢s para no perderlo.
Detr¨¢s del Moma, de unas cajas, virutas, asoma una mano negra que acomoda los cartones: no es una performance, arte contempor¨¢neo que busque lo siniestro y el estremecimiento, es un homeless. En el Moma, uno encuentra a alguien que conoci¨® en Dubl¨ªn, el mundo cierto que es ancho y ajeno, pero su metr¨®poli tiene algo de aldea.
La prueba de que el arte actual es pura muerte, un ni?o llorando en esta exposici¨®n tan inteligente rompe el ambiente de rito vacuo, farfullando bajo de all¨ª para ac¨¢ sumisos. La madre, siempre la madre, se rinde al fin, coge al ni?o en brazos y se marcha. Los ni?os dan lata, pero nos salvan del vac¨ªo.
Para limusinas, ¨¦stas; aman los coches. Camiones inmensos que bufan como dragones, bocinas de autos y un zumbido abrumador. Uno prefiere o¨ªr esas hablas diversas que pasan, esos ruidos del cuerpo del gigante, que escuchar en el walkman el Orfeo de Monteverdi, que es hermos¨ªsimo pero est¨¢ muerto.
En una tienda de ropa juvenil los dependientes sonr¨ªen a quien pasa; tienen a un joven en la puerta s¨®lo para eso, sonre¨ªr. Mienten tan bien que da grima: en un sitio tan falso y siniestro uno espera lo peor, que le roben y lo maten. Pobres, al llegar a casa por la noche llorar¨¢n inconsolables.
Central Park est¨¢ contaminado por las pel¨ªculas que hemos visto, pero no impresiona m¨¢s que los parques europeos. En realidad nada es tan impresionante en esta ciudad cicl¨®pea, es dif¨ªcil explicar por qu¨¦ no impresionan las calles de Manhattan, con esos edificios, columnas que se pierden entre las nubes como castillos hechizados. Las dimensiones son monstruosas, pero todo tiene algo de humano. De hecho, los neoyorquinos son afables, esa afabilidad es el lubricante necesario para que no rompa la m¨¢quina. El mundo, con sus monta?as y oc¨¦anos, qu¨¦ lejano dentro de esta m¨¢quina autosuficiente. Los neoyorquinos son de esta patria febril. Pero la m¨¢quina ha sido herida en su rostro, se lo han desfigurado brutalmente, s¨ª. Pero esta m¨¢quina humana se alimenta de millones de heridas particulares, toda ella es una herida que supura vida.
Central Park. Un muchacho negro con walkman baila un rap; dos muchachas chinas dan pasos de baile chino. La m¨²sica y la cultura van por barrios. Una joven mujer negra empuja distra¨ªdamente la silla de ruedas de una anciana blanca senil, van ambas en mundos diferentes y lejanos. Ni?os jugando en la hierba con una tela de colores. Una ardilla persigue ferozmente a otra. Una joven elegante comparte banco con un hombre pintado de gris, ella le pregunta por qu¨¦ va as¨ª, le responde que trabaja de estatua.
El idioma y la identidad
Un indio andino vende hot-dogs, pero no se me apea de su precario ingl¨¦s, insiste en no descubrirse. Los dos sabemos hablar castellano, pero para ¨¦l es el estigma de su identidad de inmigrante pobre; para m¨ª, en cambio, es el idioma de un turista. El mismo idioma no es lo mismo para ¨¦l y para m¨ª. Adem¨¢s, qui¨¦n sabe, quiz¨¢ hable quechua y esas pocas palabras inglesas.
En la televisi¨®n, una serie de delitos en NY; de fuera llega el ulular de una sirena y se funde con la banda sonora. En el recibidor del hotel, gente que habla un lindo espa?ol, son argentinos; otros, un elegante gallego, son brasile?os. NY es la metr¨®poli de esos inconfundibles ricos latinoamericanos, vestidos de gente de derechas como una tribu urbana m¨¢s. Broadway, su zoco, anuncia gangas en castellano y portugu¨¦s.
El personal del hotel, negros, los m¨¢s antiguos, y latinoamericanos, los m¨¢s recientes. No comprendo bien al conserje negro, se acerca r¨¢pido uno hispano que me habla castellano. Los negros de EE UU lo han perdido todo y s¨®lo tienen el idioma de los blancos; ahora vienen los hispanos, que conservan la ligaz¨®n con un origen y traen otro idioma y les quitan gradualmente el sitio en este mundo complejo y bab¨¦lico.
La historia los empareda cruelmente. Mohammad se llama el taxista, ?no entiende el ingl¨¦s ni conoce la ciudad, lo tengo que guiar yo indic¨¢ndole con la mano! Desfilan unos desastrados indios cherokees. Pobre banda de supervivientes, en una camiseta: "Nos estamos irguiendo de la muerte"; no. Tambi¨¦n yo fotograf¨ªo su triste parada. Cierran el desfile ni?os con una pancarta de un restaurante de "deliciosa cocina india"; a¨²n detr¨¢s, otra de la compa?¨ªa telef¨®nica que los patrocina. Ellos son los m¨¢s extranjeros aqu¨ª, habitantes del pa¨ªs m¨¢s pobre del mundo, el pasado.
La melancol¨ªa de NY: un amanecer lluvioso entre rascacielos.
- Suso de Toro recibi¨® el Premio Nacional de Narrativa 2003 por su obra Trece campanadas (Seix Barral y C¨ªrculo de Lectores, en castellano, y Xerais, en gallego).
GU?A PR?CTICA
Datos b¨¢sicos
Poblaci¨®n: unos ocho millones de habitantes. Prefijo telef¨®nico: 001 212. Moneda: d¨®lar (1,14 euros). Clima: temperatura media en noviembre, de 5? C a 12? C.
C¨®mo ir
- Iberia (902 400 500). Vuelos directos desde Madrid a Nueva York, hasta el 13 de diciembre, a partir de 372 euros m¨¢s tasas (420,97 euros con tasas). En www.iberia.com se encuentran billetes de compra anticipada (30 d¨ªas) desde 309 euros, para viajar entre el 1 y el 12 de diciembre, y desde 314 euros, entre el 13 de diciembre y el 10 de enero. Tambi¨¦n en la web, ofertas de ¨²ltima hora: desde Madrid, 262 m¨¢s tasas.
- Air Europa (902 401 501). Vuelo directo desde Madrid, hasta el 13 de diciembre, a partir de 421 m¨¢s tasas.
- KLM (902 222 747). Con escala, para viajar hasta el 15 de diciembre (¨²ltimo regreso, 15 de enero), desde Madrid y Barcelona, a partir de 275 m¨¢s tasas.
- Lufthansa (902 22 01 01). Hasta el 13 de diciembre, con escala, desde 268.
- British Airways (902 111 333). Con escala, hasta el 19 de diciembre, a partir de 280 euros m¨¢s tasas.
Informaci¨®n
- Oficina de turismo de Nueva York (484 12 22 y www.nycvisit.com). La web tiene un listado de hoteles.
- Central de reservas hoteleras Hotel Connection (840 86 86).
- Web de transporte p¨²blico de Nueva York: www.mta.nyc.ny.us.
- www.timeoutny.com.
- www.ny.com.
- Moma, Museum of Modern Art (708 94 00 y www.moma.org), el edificio de Manhattan (localizado en 11 West, Calle 53), est¨¢ cerrado por renovaci¨®n hasta el oto?o/invierno de 2004/05; una parte de la colecci¨®n se puede ver en la Calle 33 y Queens Bulevard, en Long Island City (Queens).
- Web oficial de Central Park: www.centralparknyc.org.
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