Una alianza perversa que empez¨® en Afganist¨¢n
Todos los caminos llevan a Afganist¨¢n. La peligrosa alianza sellada desde la invasi¨®n sovi¨¦tica de ese pa¨ªs entre EE UU y el extremismo isl¨¢mico, con el respaldo y cobertura de Arabia Saud¨ª y Pakist¨¢n, entre otros, se ha tornado en un monstruo de m¨²ltiples tent¨¢culos y dif¨ªcil de controlar. Es f¨¢cil buscar en el absolutismo teocr¨¢tico de la monarqu¨ªa saud¨ª las ra¨ªces de una enfermedad que hoy salta a la vista de todos. Sin embargo, no son los Al Saud los ¨²nicos responsables. Tal como ha puesto de manifiesto el periodista y estudioso John K. Cooley, la nueva etapa terrorista que se inaugur¨® el 11-S, y de la que los atentados de Arabia Saud¨ª no son m¨¢s que un tent¨¢culo, es fruto de "una extra?a historia de amor que acab¨® terriblemente mal: la alianza, durante la segunda mitad del siglo XX, entre EE UU y algunos de los m¨¢s conservadores y fan¨¢ticos seguidores del islam".
Los muyahid¨ªn o combatientes que Washington reclut¨® para su ¨²ltima batalla de la guerra fr¨ªa volvieron a Argelia, Egipto o Arabia Saud¨ª con las manos vac¨ªas. Llevaban consigo, eso s¨ª, un adoctrinamiento religioso, la experiencia guerrillera y el sacrificio por el m¨¢s all¨¢. En este terreno f¨¦rtil no hac¨ªa falta sembrar. Las semillas de la nebulosa de Al Qaeda ya estaban plantadas, y Arabia Saud¨ª dispon¨ªa de uno de los mejores abonos. En este reino prevalece una estricta interpretaci¨®n del islam, el wahabismo, que ha hecho del Cor¨¢n su Constituci¨®n.
Muchos saud¨ªes han crecido imbuidos de una visi¨®n absolutamente sectaria del mundo. Tolerancia es la palabra que m¨¢s veces escuch¨® esta enviada durante un reciente viaje a Arabia Saud¨ª como p¨®cima para arreglar el entuerto pol¨ªtico-social del pa¨ªs. Aun as¨ª, los problemas internos no son la causa de los atentados, pero, tal como reconoc¨ªa un diplom¨¢tico estadounidense en Riad, los extremistas se alimentan en parte del malestar que genera la "extravagante forma de vida" de algunos pr¨ªncipes.
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