Jap¨®n, bipartidista
Aunque a paso de tortuga, Jap¨®n ha puesto rumbo, tras medio siglo de monopolio monopartidista, hacia un verdadero sistema democr¨¢tico, entendiendo por tal aquel que permite la alternancia en el poder. La coalici¨®n tripartita gobernante, encabezada por el incombustible Partido Liberal Democr¨¢tico (PLD), del primer ministro, Junichiro Koizumi, seguir¨¢, aunque con menos esca?os, controlando la C¨¢mara baja; pero en el horizonte emerge el Partido Democr¨¢tico como alternativa opositora en la segunda potencia econ¨®mica del mundo. La pol¨ªtica japonesa ser¨¢ a partir de ahora m¨¢s entretenida.
Koizumi es el jefe de Gobierno m¨¢s popular que ha conocido Jap¨®n en d¨¦cadas, pero su partido conservador, ni tan liberal ni tan democr¨¢tico, ha cristalizado con el tiempo en una formaci¨®n clientelista con rostros diferentes en el campo y las ciudades. Un contrato no escrito rezaba que el PLD manten¨ªa el crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs asi¨¢tico a cambio de los favores de los votantes. Agotado, sin embargo, el milagro nip¨®n a comienzos de los noventa, la formaci¨®n de Koizumi no ha sido capaz de cumplir su parte del pacto. El PLD, contradictorio y trufado de facciones, corrompido con frecuencia y con una poderosa vieja guardia, ha bloqueado la modernizaci¨®n de Jap¨®n. En sus dos a?os y medio de poder, las reiteradas reformas de Koizumi han sido m¨¢s ret¨®rica que realidad.
La subida espectacular del opositor Partido Democr¨¢tico (PD), de Naoto Kan, que pasa de 137 a 177 esca?os, sugiere que los ciudadanos parecen haber puesto finalmente el ¨¦nfasis en la necesidad de modernizar pol¨ªticamente su pa¨ªs. Pese a controlar el Parlamento, Koizumi tendr¨¢ m¨¢s dif¨ªcil desarrollar sus planes, pero a cambio emerge una alternativa cre¨ªble tras unas elecciones a las que la formaci¨®n de Kan al menos ha concurrido con un detallado manifiesto que intentaba persuadir a los votantes de que el PD, con siete a?os de vida, es el verdadero partido del cambio.
Relevante como es, no cabe exagerar el alcance del voto japon¨¦s en un pa¨ªs al¨¦rgico a cualquier signo de aventurerismo pol¨ªtico. El desplazamiento electoral hacia un segundo gran partido es en parte mec¨¢nico y deriva del abandono hace unos a?os del sistema proporcional, que privilegiaba a las formaciones peque?as. Tampoco hay diferencias fundamentales de talante, ni siquiera de agendas, entre el gobernante PLD y su rival, porque -como es obligado en un sistema conservador que desde la Segunda Guerra Mundial vive a la sombra de un solo ¨¢rbol- muchos dirigentes del PD proceden de la formaci¨®n de Koizumi. En cualquier caso, Jap¨®n es desde hoy una democracia m¨¢s competitiva.
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