Zenda
Versado en novelas de intriga y espionaje e ignorante de las cosas importantes de la vida, apenas me entero del compromiso matrimonial del pr¨ªncipe Felipe se me ocurre la infundada idea de que en realidad es una maniobra para contrarrestar los efectos disgregadores del plan Ibarretxe. La teor¨ªa me gusta, porque me parece m¨¢s rom¨¢ntica que la que ofrecen los medios de comunicaci¨®n, como me parece m¨¢s rom¨¢ntico El prisionero de Zenda que Siss¨ª emperatriz. Casarse por amor es cosa de todos los d¨ªas, mientras que lo otro es hacer historia y literatura de una sola tacada.
No tengo pruebas, ni las tendr¨¦. Me baso s¨®lo en indicios: la oportunidad del acontecimiento, el incre¨ªble secreto que lo ha precedido, la f¨¢cil disponibilidad de los interesados hasta un grado de parentesco incre¨ªblemente remoto a someterse al asedio de los medios de difusi¨®n m¨¢s r¨²sticos, el contraste entre lo repentino del anuncio y lo tard¨ªo de la boda, prevista, seg¨²n he o¨ªdo, para el pr¨®ximo verano, siendo as¨ª que ambos son talluditos, la cosa est¨¢ decidida y, lo m¨¢s importante, ya tienen una casa muy bien puesta. Esto revelar¨ªa el prop¨®sito de monopolizar la atenci¨®n del pa¨ªs hasta el momento en que el Parlamento vasco se pronunciar¨¢ sobre el plan Ibarretxe, el cual, ajeno al complot, ha dicho que asistir¨¢ a la boda si le invitan.
En cuanto a los protagonistas de la historia, el sacrificio es peque?o: como en El prisionero de Zenda, los dos son atractivos y estupendas personas y sin duda ser¨¢n felices. Adem¨¢s, ¨¦l cumplir¨¢ con su misi¨®n, que exige este tipo de acciones, y ella, con la suya. Porque no hay que dejarse enga?ar por quienes califican a la novia de plebeya. Todas las encuestas revelan que la profesi¨®n m¨¢s admirada y codiciada por los j¨®venes es la de presentador o presentadora de televisi¨®n. En cambio nadie aspira a ser rey ni reina. En definitiva, presentar el telediario es una forma m¨¢s efectiva de incidir en la realidad que inaugurar una exposici¨®n o cenar con un dignatario extranjero.
Por supuesto, todo esto es un absurdo. Pero tambi¨¦n lo es el plan Ibarretxe.
Y si alguien opina que lo que estoy diciendo en muy fr¨ªvolo, piense que eso no es poco m¨¦rito en medio del aluvi¨®n de sandeces que ha provocado un suceso tan nimio.
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