Caen los mitos
El pasado 16 de octubre se celebr¨® el D¨ªa Mundial de la Alimentaci¨®n, una nueva jornada para reflexionar sobre una de las m¨¢s graves injusticias del planeta: la imposibilidad de muchas personas de satisfacer un derecho elemental -un derecho animal, dec¨ªa recientemente el te¨®logo y escritor brasile?o Frei Betto-: alimentarse, en definitiva vivir. Y el pr¨®ximo 26 de noviembre la FAO har¨¢ p¨²blico el informe anual del hambre en el mundo.
Un a?o m¨¢s han aparecido nuevas estad¨ªsticas e informes que nos explican que no avanzamos, que la brecha entre ricos y pobres se ensancha. Pero, tambi¨¦n, perm¨ªtanme presentar otra visi¨®n
basada m¨¢s en sensaciones que en cifras. Creo que se avanza en un camino, el que conduce a desenmascarar el origen del problema y, por tanto, definir m¨¢s certeramente d¨®nde se debe actuar y cu¨¢les son las alternativas.
Conocemos rostros de mujeres y hombres que, aun siendo productores de alimentos, representan el 75% de las personas que sufren hambre y desnutrici¨®n en el mundo
Actualmente, gracias al papel que desempe?an las ONG y los movimientos sociales, conocemos bien las luchas que llevan a cabo los movimientos campesinos del sur, como el de los Trabajadores sin Tierra en Brasil y las movilizaciones de la V¨ªa Campesina. Sabemos ahora, tras la inmolaci¨®n del l¨ªder campesino Lee en Canc¨²n, que los acuerdos de libre comercio han llevado a la ruina a millones de vecinos suyos en Corea del Sur.
Tenemos muchas y evidentes contradicciones en el mundo del hambre y la pobreza, que nos est¨¢n dando las pistas necesarias para llegar a nuestras propias conclusiones respecto al origen de tanta desigualdad. Unos 25 millones de familias campesinas de Nicaragua, Guatemala, Tanzania y Uganda est¨¢n arruinados porque el precio del monocultivo del caf¨¦ que se les impuso en ¨¦pocas coloniales ya no cubre ni siquiera el coste de producci¨®n. La mayor¨ªa de estas familias no ganan el m¨ªnimo para comprar alimentos. Ya no importa que llueva o no.
Ecuador es el primer exportador de pl¨¢tanos del mundo con marcas controladas por empresarios residentes en Nueva York. Ecuador tambi¨¦n tiene el privilegio de ser l¨ªder en exportaci¨®n de emigrantes, antes campesinos. O el caso de Chile, que se ha convertido en uno de los principales productores de salm¨®n para la exportaci¨®n. Importantes empresas cultivan millones de salmones en balsas jaulas en los caladeros (zonas de pesca) tradicionales de los pescadores chilenos. La pesca tradicional ha sido condenada a desaparecer y en cambio el beneficio del negocio del salm¨®n no revierte en estos lugares. Las regiones productoras de salmones cultivados se encuentran entre las m¨¢s pobres del pa¨ªs. En definitiva, conocemos rostros de mujeres y hombres que, aun siendo productores de alimentos, representan el 75% de las personas que sufren hambre y desnutrici¨®n.
Estas situaciones, que cada vez son m¨¢s conocidas y denunciadas con voz propia por sus v¨ªctimas, nos permiten entender mejor las razones de tanta barbaridad, y la poblaci¨®n no se deja enga?ar por falsos mitos que buscan derivar responsabilidades.
No es cierto que el problema del hambre tenga su origen en cat¨¢strofes naturales. Tampoco es v¨¢lida la tesis de que el planeta no produce alimentos para todos. No son la agricultura y la ganader¨ªa intensiva, ni los alimentos transg¨¦nicos, ni los monocultivos las ¨²nicas f¨®rmulas de producci¨®n para alimentar al mundo. Los peque?os campesinos descartan tambi¨¦n modelos de agricultura totalmente enfocados a la exportaci¨®n de productos de lujo para los pa¨ªses ricos, como propuesta para sacarlos de su pobreza. Y desde luego, como han defendido en Canc¨²n, no se puede dejar en manos del mercado libre la lucha a favor de una humanidad bien alimentada. Estos mitos nos impiden abordar con lucidez el problema del hambre.
Pienso, dec¨ªa al inicio, que se est¨¢ avanzando en la construcci¨®n de una sociedad mejor informada. Se identifica con claridad que buena parte de la responsabilidad de la pobreza en el mundo y de la devastaci¨®n de nuestra Tierra recae en las ilimitadas ansias de ganancia de oligarqu¨ªas terratenientes y de poderosas transnacionales, unidas a la pasividad y connivencia de algunos gobiernos. Ahora, echemos a andar en la direcci¨®n adecuada.
Gustavo Duch es director de Veterinarios sin Fronteras
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