Las elecciones catalanas vistas desde aqu¨ª
Lo que m¨¢s reconforta a los partidos valencianos de izquierda es el papel casi marginal del PP en las elecciones auton¨®micas de Catalu?a. Aqu¨ª, en cambio, el predominio del Partido Popular en los ¨²ltimos a?os es tan absoluto que no s¨®lo ocupa el Gobierno sino que, a tenor de lo visto, es tambi¨¦n el ¨²nico capaz de hacer una oposici¨®n efectiva a la tarea del Consell.
Nuestros nacionalistas aut¨®ctonos, adem¨¢s, miran con una indisimulada envidia a Esquerra Republicana, que se ha convertido en la bisagra indispensable de cualquier Gobierno postelectoral. Con otros contenidos ideol¨®gicos, es lo que aqu¨ª pretendi¨® sin ¨¦xito Pere Mayor con un Bloc s¨®lo triunfante en la divertida ficci¨®n literaria de Ferran Torrent Esp¨¨cies protegides.
El l¨ªder de Esquerra, Josep Llu¨ªs Carod Rovira, a quien la ¨²ltima vez que le vi estaba desayunando tranquilamente en el Caf¨¦ Valor de la valenciana Plaza de la Reina, es un tipo al que le gusta subrayar su condici¨®n de hombre com¨²n. Bas¨¢ndose en ella, ha rescatado a ERC del aburguesamiento acomodaticio de la ¨¦poca de Joan Hortal¨¢ y del subsiguiente histrionismo formal de ?ngel Colom para crear un partido de masas. Aunque haya mitigado sus formulaciones expansionistas, ERC sigue con el ojo echado a su Pa¨ªs Valenci¨¤, dentro de una hist¨®rica y recurrente concepci¨®n pancatalanista.
En su imparable ascensi¨®n pol¨ªtica, Esquerra ha contaminado ideol¨®gicamente, dig¨¢moslo as¨ª, a los dem¨¢s partidos en su exigencia de mayor autogobierno. A estas alturas de la pel¨ªcula, s¨®lo Josep Piqu¨¦ al frente del Partido Popular defiende el actual Estatut de Autonom¨ªa lo que, entre otras circunstancias no menores, condiciona sus posibilidades de pactos postelectorales.
Por todo ello, y por la previa renuncia de Jordi Pujol a presentarse a la reelecci¨®n, los comicios de este domingo marcan un antes y un despu¨¦s en la pol¨ªtica catalana. Pujol, irrepetible e insustituible, ha encarnado como nadie al catal¨¢n medio, a ese homo qualunque al que se refer¨ªa el poeta modernista italiano D'Annunzzio. El actual president consigui¨® superar la inquina que le inspiraba a Josep Tarradellas, vencer contra pron¨®stico en 1980 al socialista Joan Revent¨®s, integrar en Converg¨¨ncia Democr¨¢tica a personalidades tan dif¨ªciles como Ramon Tr¨ªas Fargas y apropiarse finalmente de los votantes de la Uni¨® de Dur¨¢n i Lleida. Todo un r¨¦cord.
Su sucesor, Artur Mas, no tiene el pedigr¨ª de su mentor, por supuesto. Pero tampoco su carisma ni su capacidad de manejarse con habilidad diciendo una cosa y al mismo tiempo la contraria. Por eso, son muchos los analistas que predicen que, en la eventualidad de un fracaso electoral y de tener que acomodarse en la oposici¨®n, Converg¨¨ncia i Uni¨® podr¨ªa llegar a fracturarse estrepitosamente.
En este escenario de creciente nacionalismo, permanecen intactas las expectativas de victoria de Pasqual Maragall, Maragal, como dice Rodr¨ªguez Zapatero en una demostraci¨®n fon¨¦tica de la escasa sensibilidad autonomista de unos l¨ªderes nacionales, como Jaime Mayor Oreja, Jos¨¦ Bono o Manuel Fraga, que en cuanto se ponen a hablar sobre Catalu?a perjudican m¨¢s que ayudan a su propio partido en ese territorio. Maragall, con un dibujo err¨¢tico y a menudo contradictorio, se ha convertido parad¨®jicamente en el ¨²ltimo engarce posible y probablemente conveniente con esa Espa?a plural que preconiza. Aun as¨ª, y pese a desear su victoria, son bastantes los socialistas valencianos que reconocen en privado que "con Pasqual uno nunca sabe a qu¨¦ atenerse".
Desde la perspectiva de la Comunidad Valenciana, no parece que cualquiera que fuere el resultado electoral del domingo favorezca demasiado a nuestros intereses. La relaci¨®n con Catalu?a es fundamental. No s¨®lo por vecindad y por compartir con ella un amplio legado hist¨®rico y cultural. Tambi¨¦n por conveniencia, por estrictas ventajas materiales, por beneficio mutuo en infraestructuras, pol¨ªtica econ¨®mica, flujos comerciales...
La eventualidad de un Gobierno en la Pla?a de Sant Jaume en el que participe Esquerra Republicana afecta negativamente a nuestra m¨¢xima prioridad: el trasvase del Ebro. Lo dijo ya Carod Rovira de forma inequ¨ªvoca: "Ni una gota". Maragall puntualiz¨® que aqu¨ª no tenemos una "cultura del agua", ni sabemos c¨®mo ahorrarla. Hasta Converg¨¨ncia, inicial valedora del Plan Hidrol¨®gico, se posiciona ahora contra ¨¦l y apela al agua del R¨®dano para Catalu?a.
Con ¨¦ste y con otros temas igual de importantes en litigio, no es de extra?ar, pues, el inter¨¦s con el que se siguen desde nuestra Comunidad las elecciones catalanas de este domingo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.