Demasiado fiel
Espido Freire, con varios libros en su haber, sigue fiel a un estilo y a una po¨¦tica de la fantas¨ªa. No es un m¨¦rito menor en un pa¨ªs donde el g¨¦nero fant¨¢stico pasa por ser tierra familiar exclusivamente para ni?os y adolescentes. El lector adulto espa?ol sigue en deuda todav¨ªa con la ciencia-ficci¨®n y la literatura fant¨¢stica (todo lo contrario respecto a la novela policiaca). Y no ser¨¢ porque no haya cultivadores de ambos g¨¦neros, y ya no digamos traducciones. As¨ª que est¨¢ bien que los j¨®venes narradores de nuestro pa¨ªs insistan en el camino que abrieron para la l¨ªrica ?lvaro Cunqueiro, y para la narrativa el recientemente desaparecido Joan Perucho. Ahora bien, una cosa es que se haga y muy otra que se haga bien. Hasta ahora, incluido su libro de poemas Aland la blanca, todos sus libros anteriores (Irlanda y Donde siempre es octubre) se desenvolv¨ªan con esa transparencia necesaria que toda pieza narrativa exige. Espido Freire (Bilbao, 1974) asociaba una historia con ribetes fant¨¢sticos sin perder de vista nunca un referente, un resquicio a la realidad que permit¨ªa a los lectores transitar por su apuesta con comodidad y disfrute est¨¦tico. La apuesta fant¨¢stica en Donde siempre es octubre era total, sin que por ello la sustancia psicol¨®gica, esa que toda empresa novel¨ªstica necesita para convencer en ning¨²n momento se resent¨ªa. Pues bien, en Nos espera la noche algo falla. Lo fant¨¢stico invade de tal manera la trama que uno duda que ¨¦sta exista. Es evidente que la culpa no la tiene el g¨¦nero fant¨¢stico sino el uso incorrecto, improcedente en este caso particular, o cuando menos dubitativo que se ha hecho de ¨¦l.
NOS ESPERA LA NOCHE
Espido Freire
Alfaguara. Madrid, 2003
256 p¨¢ginas. 17,05 euros
En unas recientes declaraciones,
Espido Freire dec¨ªa que su novela revelaba m¨¢s elementos de Shakespeare, Homero y Borges que de Tolkien. Elementos tr¨¢gicos, vej¨¢menes humanos, pulsiones at¨¢vicas no faltan en Nos espera la noche, pero ello no quiere decir que por estar tengan algo que ver con los autores cl¨¢sicos que la autora cita. En su novela abundan la topograf¨ªa extra?a y las referencias on¨ªricas. Y las estirpes familiares que entran en una competencia casi diab¨®lica, acusan reminiscencias legendarias. Pero la manera como est¨¢n plasmadas esos elementos no nos recuerdan nunca, aunque s¨ª nos lo hacen extra?ar, la conjunci¨®n precisa, reconocible y poderosamente simbolizadora que alcanzan en las ficciones borgeanas, las tragedias del ingl¨¦s o la ¨¦pica hom¨¦rica. Yo creo que la operaci¨®n a Espido Freire esta vez no le sali¨® bien porque nunca estuvo segura sobre qu¨¦ terreno narrativo trabajaba. Ten¨ªa entre manos una materia que hubiera dado una buena novela realista, como no tienen empacho en acometerla los escritores de tradici¨®n anglosajona, incluido el ¨²ltimo premio Nobel. O como John Crowley, uno de los grandes narradores fant¨¢sticos, al que tampoco se le cayeron los anillos porque acometiera el realismo en su hermos¨ªsima Traduciendo el cielo. Entre Borges y Tolkien, Nos espera la noche nos recuerda m¨¢s al ¨²ltimo. Y si quiso transitar Espido Freire por donde lo hacen Atxaga, Merino o Mill¨¢s, tambi¨¦n equivoc¨® el camino. Mientras todo eso sucede en la novela, el lector me parece que al acabarla se quedar¨¢ en ascuas.
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