Ana conquista Inglaterra
La valenciana Ana Luj¨¢n dej¨® su ciudad para bailar y ahora es finalista del premio nacional ingl¨¦s como mejor int¨¦rprete
"Nominado". Estaba planchando cuando escuch¨® en un concurso de televisi¨®n sobre qui¨¦n m¨¢s rijoso que un popular joven hab¨ªa sido nominado por tal y cual. Entonces pens¨®: "?y mi hija qu¨¦?, que acaba de ser nominada como mejor bailarina de danza contempor¨¢nea de Inglaterra, que s¨ª que hace cosas y no se sabe". De modo que Pilar S¨¢nchez tuvo la determinaci¨®n de dar a conocer el trabajo de Ana Luj¨¢n S¨¢nchez, valenciana de 28 a?os.
"La verdad es que mi madre es muy decidida, muy ech¨¢ pa alante, como se suele decir", comenta la bailarina desde Edimburgo, justo antes de estrenar all¨ª el ¨²ltimo espect¨¢culo de la prestigiosa Rambert Dance Company de Londres, y d¨ªas antes de partir rumbo a China para continuar con la gira.
Las reticencias de sus padres se disiparon como las de la familia del filme 'Billy Elliot'
Con 16 a?os envi¨® a escondidas los papeles a la compan¨ªa Rambert en la que ahora baila
Desde ni?a supo que quer¨ªa ser bailarina. Empez¨® ballet cl¨¢sico en una academia de su barrio de la calle de Pobla de Farnals de Valencia. Prosigui¨® sus estudios bajo el magisterio de Mari-Cruz Alcal¨¢ y el Ballet Cl¨¢sico de Valencia. Lleg¨® a actuar en el Teatro Principal de su ciudad con 11 o 12 a?os. Y a los 16 a?os, sin decir nada a nadie, envi¨® todos sus papeles a la Rambert Dance Company, la compa?¨ªa de danza m¨¢s veterana de Inglaterra, que en 1996 cumpli¨® 75 a?os. Los mismos que la reina Isabel II, motivo por el que la monarca recibi¨® y salud¨® a Ana, entre otros miembros de la compa?¨ªa.
Con sus credenciales y su formaci¨®n cl¨¢sica, la Rambert, que cuenta con una reputada escuela de danza, seleccion¨® a la joven valenciana. Empez¨® entonces una aventura vital y profesional que le ha llevado a ser finalista en el apartado de mejor int¨¦rprete femenina, junto a otras dos bailarinas, del premio nacional de danza contempor¨¢nea que concede la cr¨ªtica brit¨¢nica y que se fallar¨¢ a principios de enero.
No ha sido f¨¢cil. Los obst¨¢culos fueron numerosos y diversos: la juventud, el colegio, el idioma, el viaje, la lejan¨ªa, la incomprensi¨®n, el dinero. La danza en Espa?a no deja de ser la hermana pobre de las artes esc¨¦nicas, sobre todo hace m¨¢s de diez a?os, cuando ella se march¨®. El desconocimiento sobre la misma es grande y la tradici¨®n en Espa?a, peque?a, aunque las cosas parecen estar cambiando.
Los padres de Ana no las ten¨ªan todas consigo: Que por una carrera cualquier cosa, cualquier esfuerzo, pero para bailar... Era, sin embargo, una gran oportunidad. Al final, Ana hizo una propuesta a sus padres: "Dadme dos a?os". Lo cuenta ella misma en un tono de voz que denota cierta incomodidad o timidez por el tema de conversaci¨®n, su vida.
Los padres se fueron convenciendo. Para mayor tranquilidad, su madre lleg¨® a montar guardia en una cafeter¨ªa cercana al Teatro Principal de Valencia hasta ver aparecer a Nacho Duato, que por entonces actuaba en el recinto. Le coment¨® la situaci¨®n de su hija y le pregunt¨® sobre la escuela y compa?¨ªa Rambert. El director valenciano de la Compa?¨ªa Nacional de Danza le respondi¨®: "Est¨¢ en muy buen sitio". Conocimiento de causa no le faltaba: ¨¦l mismo fue alumno de la Rambert. La madre se movi¨® y tambi¨¦n se puso a trabajar para contribuir a la causa.
Ana recibi¨® una beca en Espa?a, que apenas cubr¨ªa alguno de los m¨²ltiples gastos. El alquiler s¨®lo eran 400 libras al mes. Ganaba algo de dinero sirviendo en algunos restaurantes, mientras su base cl¨¢sica sosten¨ªa la paulatina liberaci¨®n de sus movimientos hacia la danza contempor¨¢nea. "El cl¨¢sico te disciplina y el cuerpo se va adaptando a otros movimientos", apunta Ana. Pas¨® de la escuela a la compa?¨ªa. En dos a?os le hicieron contrato. "Ahora bailo mucho", comenta. Un vistazo a la p¨¢gina web de la compa?¨ªa sirve para ilustrar sus palabras. Su el¨¢stico cuerpo captado en plena coreograf¨ªa se duplica en im¨¢genes destacadas que cautivan al espectador.
Tambi¨¦n su padre qued¨® cautivado. Los rescoldos de sus reticencias se apagaron totalmente cuando vio bailar a su hija en Londres. Con el teatro lleno, la atm¨®sfera solemne, respir¨® el respeto por la danza. Y all¨ª estaba ella. "Creo que le impresion¨®", recuerda ahora su hija.
Ana no ha actuado en Espa?a con la Rambert. Le gust¨® dar algunas clases en Altea. No est¨¢ muy al tanto de la realidad de la danza en Espa?a, aunque ve progresos en los ¨²ltimos tiempos. De Valencia, se?ala el Centre Coreogr¨¤fic, al tiempo que recuerda sus inicios y destaca el esfuerzo de su familia, de trabajadores y con tres hijos, para poder alcanzar su sue?o. Lo dice como d¨¢ndose una tregua a su car¨¢cter reservado.
Reserva que mantiene al otro lado del tel¨¦fono, cuando s¨®lo se oye un respiro, como si se le escapara una sonrisa, mientras escucha por terceros c¨®mo su madre dijo identificarse con Billy Elliot, la pel¨ªcula del ni?o que quiere bailar pese a la incomprensi¨®n de su familia. El ni?o lo consigui¨®, Ana tambi¨¦n. Y su vuelo ya ha conquistado Inglaterra.
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