El antisemitismo hace 60 a?os y ahora
Ten¨ªa yo 13 a?os cuando un oficial nazi alem¨¢n, ayudado por colaboracionistas polacos y ucranianos, asesin¨® a mis padres. Ocurri¨® el 8 de diciembre de 1943 en una localidad de la Galitzia Oriental. A mis padres les dispararon en la nuca, pero conmigo, por ser peque?o, no gastaron balas. Me golpearon e hirieron como si yo fuera un saco de entrenamiento y todav¨ªa tengo cicatrices de las bayonetas alemanas en todo el cuerpo. Cuando se marcharon me levant¨¦. Mis padres yac¨ªan inertes. Guiado por el instinto de conservaci¨®n, me dirig¨ª a un lugar donde sab¨ªa que encontrar¨ªa algunos familiares. Era una noche oscura y fr¨ªa, con temperaturas bajo cero. Nevaba. Corr¨ª descalzo. Mis familiares curaron mis heridas y compartieron conmigo la escasa comida que ten¨ªan. Durante meses no com¨ª ni beb¨ª nada caliente. Segu¨ª viviendo, escondi¨¦ndome en las monta?as y los bosques, hasta la llegada del Ej¨¦rcito Rojo, en abril de 1944.
Nunca regres¨¦ al lugar donde nac¨ª, el hogar de mis antepasados durante m¨¢s de mil a?os. Lo ¨²nico que qued¨® de todo aquello para m¨ª es el horror de lo ocurrido. Nunca quise regresar, ni mirar hacia atr¨¢s, ni guardar la llave de mi casa, para no enfrentarme con una sociedad y un entorno que, con pocas excepciones activas y pasivas, fueron autores y c¨®mplices del dolor y la destrucci¨®n de mi pueblo.
Cuando nac¨ª me pusieron de nombre Konrad, figura mitol¨®gica en la cultura germano-polaca, y mi apellido es Cohen, que en castellano significa sacerdote. Adopt¨¦ el nombre de mi padre, Yaacov, para honrar su memoria. Con ello tambi¨¦n cortaba simb¨®licamente los lazos con la cultura germano-polaca, en la que mi padre hab¨ªa empezado a educarme y formarme.
Despu¨¦s de la guerra, y guiado m¨¢s por el instinto que por la raz¨®n, decid¨ª dejar la Europa de la persecuci¨®n y la muerte para tratar de iniciar una nueva vida en un Estado jud¨ªo, que por entonces era todav¨ªa un sue?o. Odiaba al fascismo y a todo tipo de dictadura, y desconfiaba del comunismo que comenzaba a imponerse en Europa Oriental. As¨ª emprend¨ª solo el camino hacia Israel, a trav¨¦s de Polonia, Austria, Alemania y Francia, donde zarpamos de Marsella, en un barco de hu¨¦rfanos.
Sobrevivir el Holocausto y vivir d¨ªa tras d¨ªa en la lucha por la supervivencia de Israel, ha marcado decididamente mi visi¨®n del mundo. Por ello me permito apuntar algunas de mis opiniones y reflexiones en torno al problema del antisemitismo, 60 a?os despu¨¦s de Auschwitz.
En la Europa medieval fuimos objeto de un ciego antijuda¨ªsmo, de persecuciones y revueltas, instigadas por el clero y la nobleza, acompa?adas o no de falsas acusaciones, pero que siempre significaban muerte y destrucci¨®n para los jud¨ªos, de las conversiones forzosas y las atroces persecuciones en Espa?a en 1391, de los horrores de la Inquisici¨®n en Espa?a, y la implacable persecuci¨®n a los conversos sospechosos de criptojuda¨ªsmo, que estigmatiz¨® durante siglos a los descendientes de jud¨ªos (a¨²n perduran celebraciones y actos religiosos en los que se repiten historias y frases de marcado car¨¢cter antijud¨ªo), hasta la expulsi¨®n en 1492 de la poblaci¨®n jud¨ªa de Espa?a, la mayor de Europa en aquel entonces, y m¨¢s tarde de Portugal. La Edad Moderna est¨¢ tambi¨¦n marcada por las expulsiones y las persecuciones en Europa.
Dos mil a?os de pr¨¦dica de desprecio al jud¨ªo desde el p¨²lpito, calumnias de toda ¨ªndole, instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica y social del odio a lo diferente y teor¨ªas pseudocient¨ªficas para demostrar la desigualdad racial obnubilaron la raz¨®n y los sentimientos de las sociedades europeas, que acabaron por considerar normal, una generaci¨®n tras otra, las conversiones forzosas, el confinamiento en guetos, las expulsiones y el asesinato de ancianos, mujeres y ni?os. El exterminio perpetrado por la Alemania de Hitler, con la ayuda y complicidad de otros pueblos, sociedades y naciones, fue posible por el arraigo de los sentimientos antijud¨ªos. Las puertas de los pa¨ªses libres y neutrales de Europa y del resto del mundo permanecieron pr¨¢cticamente cerradas para los refugiados que trataban de huir de la barbarie.
Al cabo de 60 a?os sigo pregunt¨¢ndome como entonces: ?por qu¨¦ los pa¨ªses libres y neutrales se negaron a acoger a los refugiados?, ?por qu¨¦ los aliados no bombardearon los campos de exterminio o las v¨ªas de acceso a ellos?
En Francia, B¨¦lgica, Rusia, Alemania y Espa?a vuelven a resonar los mismos gritos de odio e intolerancia que cundieron por Europa hace 60 a?os. Hoy, seis d¨¦cadas despu¨¦s de Auschwitz, se difunde en los medios de comunicaci¨®n y en las universidades la negaci¨®n del Holocausto jud¨ªo. Apenas 60 a?os despu¨¦s del peor desastre que vivi¨® Europa, resurgen vigorosos los mismos sentimientos que hicieron posible tanta muerte y tanto dolor: el antijuda¨ªsmo exacerbado, la xenofobia, el racismo, el antisionismo, el odio al otro. S¨ª, de acuerdo, esas voces son de una minor¨ªa, como lo eran las de los nazis hasta que accedieron al poder por v¨ªas absolutamente legales.
Es imprescindible que en las naciones democr¨¢ticas los j¨®venes conozcan las consecuencias nefastas de las ideolog¨ªas del odio y sean conscientes de los peligros que acechan en doctrinas como las que llevaron a la Alemania "civilizada" de Goethe, Beethoven y Schiller, y a la Polonia de Sienkiewicz y Chopin, a Auschwitz. Es necesario que los gobiernos de Europa Central y Occidental, donde han resurgido con m¨¢s fuerza los grupos antijud¨ªos, constituidos a veces por personas que ni siquiera han visto un jud¨ªo en su vida, se den cuenta de su deber de combatir, mediante la educaci¨®n y la ley, los brotes de radicalismo y extremismo.
Despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, al revelarse el horror del Holocausto, las ideas antisemitas/antijud¨ªas quedaron por un tiempo deslegitimadas en Europa. Sin embargo, no pocos en la izquierda y en los sectores "progresistas" europeos adoptaron las doctrinas antisionistas difundidas por los comunistas de Stalin y por los ¨¢rabes. Los antisionistas de hoy recurren a los mismos argumentos de los antisemitas de ayer y de los integristas isl¨¢micos: el Estado de Israel no tiene derecho a la existencia, cualquier decisi¨®n de su Gobierno es intr¨ªnsecamente mala. La defensa a ultranza de la causa palestina, una de las banderas de la izquierda en las ¨²ltimas d¨¦cadas, acab¨® por legitimar el asesinato de ni?os, ancianos y mujeres jud¨ªos e israel¨ªes a manos del terrorismo palestino denominado resistencia. Si¨®n, una de las colinas que rodean a Jerusal¨¦n, le da el nombre al movimiento nacional jud¨ªo, el sionismo, cuya ¨²nica meta era y sigue siendo tener una patria para vivir en paz. Quienes cuestionan el derecho de Israel a la existencia, quienes equiparan el sionismo al racismo y consideran leg¨ªtimo poner una bomba en un autob¨²s, un restaurante, una sinagoga o una escuela de ni?os jud¨ªos, quienes llaman guerrilleros, miembros de la resistencia y kamikazes a los terroristas, esconden bajo su antisionismo de hoy al antisemitismo de ayer. Los antisemitas transfieren hoy el antiguo odio al jud¨ªo individual al ente colectivo jud¨ªo, representado por el Estado de Israel.
Toda ideolog¨ªa que se nutra del asesinato de inocentes debe ser repudiada. Ninguna aspiraci¨®n pol¨ªtica puede justificar que alguien se suicide con una bomba acerc¨¢ndose al cochecito de un beb¨¦, con el objeto de matarlo junto con sus padres y peque?os hermanos y hermanas. Esto es exactamente lo que hizo Hanadi Tayssir Jaradat, en v¨ªsperas de Yom Kippur de 2003. Ella aniquil¨® familias enteras, con ni?os peque?os, por ser jud¨ªos y en nombre de la ideolog¨ªa de odio que le inculcaron en la universidad, una instituci¨®n que cuenta, entre otras fuentes, con el apoyo financiero de la UE y del Gobierno espa?ol. La ideolog¨ªa nazi que otorg¨® legitimidad al exterminio de un mill¨®n de ni?os por ser jud¨ªos es la misma que impera en las escuelas, las universidades y las calles palestinas, y no s¨®lo en el seno de las organizaciones terroristas que se enorgullecen de haber iniciado la ola de secuestros de aviones de pasajeros y ataques suicidas con fines ideol¨®gicos, y de haber inculcado esos "valores" a las masas musulmanas.
Los pa¨ªses europeos que en los organismos de la ONU apoyan las resoluciones que emanan del odio ¨¢rabe palestino contra el Estado jud¨ªo, los ¨®rganos de la prensa que sirven de tribuna para que reconocidos antisemitas se ensa?en contra todo lo jud¨ªo colectivamente, contribuyen conscientemente a los esfuerzos tendentes a negar la legitimidad del Estado de Israel y a fomentar la ilusi¨®n palestina y ¨¢rabe de destruirlo por medio del terrorismo y el crecimiento demogr¨¢fico, para finalmente cumplir sus expresos designios de arrojar al mar a los seis millones de jud¨ªos que all¨ª viven.
El prop¨®sito de los antisionistas de hoy, amparados en la defensa de los derechos humanos del pueblo palestino, no es otro que el que ten¨ªan los antisemitas de hace 60 a?os, exterminar todo lo colectivamente jud¨ªo, como lo intentaron sus predecesores al matar seis millones de personas jud¨ªas, entre ellas un mill¨®n de ni?os que perecieron en suelo europeo bajo la mirada tolerante de estados y pueblos "civilizados".
En la vanguardia oficial de los ataques frontales contra los jud¨ªos se encuentran hoy los representantes de la corriente del centro, vista como moderada, del Islam. Basta con leer la diatriba del primer ministro de Malaysia, Mahathir Mohamad, que inaugur¨® la LVII reuni¨®n cumbre de l¨ªderes isl¨¢micos celebrada en su pa¨ªs en octubre de 2003 declarando que: "los jud¨ªos fueron los que inventaron el socialismo, el comunismo, los derechos humanos y la democracia... por cuyo intermedio consiguieron dominar a la mayor¨ªa de los pa¨ªses poderosos del mundo y convertirse en potencia mundial..." y exhortando a los 1.300 millones de musulmanes a unirse para luchar contra los jud¨ªos.
No hay gran diferencia entre esas palabras y las de su fuente de inspiraci¨®n, Adolfo Hitler, cuando incitaba en la etapa preliminar y preparatoria del Holocausto a quemar sinagogas y libros de autores jud¨ªos. Hoy se ve en Europa c¨®mo j¨®venes musulmanes, ayudados por elementos neonazis y cabezas rapadas, cometen actos de vandalismo contra instituciones jud¨ªas, profanan sinagogas y cementerios, y exhortan a declarar el boicot contra Israel y promover su destrucci¨®n.
A comienzos del siglo XXI se ha creado en efecto una pavorosa coalici¨®n antijud¨ªa, una extra?a amalgama de elementos neonazis, cabezas rapadas y j¨®venes musulmanes, intelectuales de centro-derecha y centro-izquierda, llenos de prejuicios provenientes de una arraigada educaci¨®n antisemita, y a la que se adhieren tambi¨¦n franquistas convencidos de la existencia de una "conspiraci¨®n judeo-mas¨®nica", y aun sacerdotes cat¨®licos que se oponen a la pol¨ªtica de apertura propiciada por el Vaticano y por el Santo Padre.
Las posturas adoptadas por el r¨¦gimen de Franco y los gobiernos que le siguieron, que hicieron de Espa?a uno de los principales refugios para criminales nazis y el centro de difusi¨®n m¨¢s importante de literatura antisemita dirigida a Europa y a los pa¨ªses de la comunidad hispanohablante, sumadas a la actitud de los medios de comunicaci¨®n espa?oles, tendentes a deslegitimar a diario al Estado de Israel, son la causa de que Espa?a haya sido el ¨²ltimo pa¨ªs de Europa Occidental en establecer relaciones diplom¨¢ticas con Israel, y aun eso alegando la obligaci¨®n de hacerlo para poder incorporarse a la Comunidad Europea de entonces. Son esas posturas las que han hecho que Espa?a, a fines de 2002, sea acreedora al dudoso honor de ser "el pa¨ªs m¨¢s antisemita de Europa" seg¨²n un estudio realizado por la Liga Antidifamaci¨®n de EE UU.
Hace casi 60 a?os se apagaron los crematorios de Auschwitz, unos tres a?os m¨¢s tarde nac¨ªa el Estado de Israel. Nosotros, la generaci¨®n del Holocausto y la redenci¨®n, y yo mismo, sobreviviente de aquel infierno, supimos mirar a la muerte cara a cara, tratando de encontrar un nuevo destino como hombres y mujeres libres, y desarrollar plenamente nuestra cultura, lengua, religi¨®n y valores. Ya entonces entendimos que la ¨²nica garant¨ªa de que lo que hab¨ªa ocurrido en Europa no se repitiera jam¨¢s, ser¨ªa nuestra voluntad de defendernos, nuestra unidad y fortaleza espiritual dentro de un Estado de Israel fuerte, libre e independiente, con fronteras reconocidas y defendibles, que no olvida ni subestima jam¨¢s el peligro de aquellas doctrinas y corrientes de odio y exterminio que hoy, como ayer, amenazan nuestro futuro. Quien no entienda esto, tampoco podr¨¢ comprender lo que significa el Estado de Israel para los sobrevivientes del Holocausto o para los sefard¨ªes descendientes de los expulsados (que en su mayor¨ªa viven hoy en Israel) y el derecho que tienen a vivir en paz y seguridad.
El doctor Yaacov Cohen ha sido embajador de Israel en Espa?a.
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