Aira, en Francia
CON C?SAR AIRA no gana uno para sorpresas. Para empezar, su obra es tan densa como ligera, tan sutil como dispersa, va de un lado a otro con tal facilidad que no parece sino que siempre est¨¢ huyendo de s¨ª misma, como si fuera a la vez tan permanente como fugitiva. Apenas acabamos de fijarla en sus ¨²ltimas dos obras maestras -Varamo (Anagrama) o El mago (Mondadori), ambas del a?o pasado- que ya tenemos otra encima de la mesa Fragmentos de un diario en los Alpes (Beatriz Viterbo, 2002) que nos llega de Rosario, Argentina, situada en su colecci¨®n de Ficci¨®n como un "libro de viajes", el colmo, pues se trata de una misteriosa estancia de apenas una semana en un pueblecito franc¨¦s cercano a Grenoble, en el hogar de un profesor coleccionista y admirador de Tint¨ªn y la hija de un exiliado republicano espa?ol. De paso se lo recomiendo tan ferviente como desconcertadamente, pues en sus breves ap¨¦ndices -el libro es brev¨ªsimo- he aprendido qu¨¦ es un "traumatopo", qui¨¦n era Marie d'Agoult, el relato La Mandr¨¢gora de La Motte Piqu¨¦ y la extra?a colaboraci¨®n entre Julio Verne y su hijo que complet¨® una de sus obras p¨®stumas, aunque volvi¨¦ndola del rev¨¦s. Toda una lecci¨®n.
Despu¨¦s me fui de vacaciones, como siempre, en la Ard¨¨che francesa, todav¨ªa con el regusto de C¨¦sar Aira en los labios, y con un recuerdo m¨¢s reciente: el de la broma, brindis, recuerdo o profec¨ªa que Carlos Fuentes le dedica en su ¨²ltima novela, La Silla del ?guila (Alfaguara, 2003), que como saben es una obra de "pol¨ªtica-ficci¨®n" o algo as¨ª, que habla del futuro mediato de M¨¦xico -la acci¨®n se supone que sucede en el a?o 2020, cuando muere un presidente no reelegible, en un sistema en el que no hay vicepresidente para no fomentar intrigas- y donde Fuentes se divierte con profec¨ªas ins¨®litas: que Fidel Castro, centenario, sigue en el poder en Cuba, que Condoleeza Rice es la presidenta de Estados Unidos, que Juan Goytisolo se ha perdido en los desiertos de Marraquech... y que C¨¦sar Aira ha sido el primer y ¨²nico premio Nobel de Literatura argentino, ya que Borges nunca lo tuvo, por ejemplo. Aparte de la broma, la profec¨ªa, el chiste, o el brindis a un amigo, yo a eso le llamo, entre otras cosas, mover ficha.
Como soy de quienes piensan que nada se mueve en el mundo sin motivos, en principio no descubr¨ª las razones de la hip¨®tesis de Carlos Fuentes. Hasta el pasado verano en Aubenas, subprefectura del sur de la Ard¨¨che, el n¨²cleo de poblaci¨®n m¨¢s cercano a mi casita de vacaciones, a 15 kil¨®metros de distancia, donde acudo a comprar prensa, revistas y otra suerte de servicios una vez por semana (EL PA?S cuando llega en ejemplar ¨²nico y sobrevive) as¨ª como visitar alguna de las cuatro librer¨ªas donde a veces hasta encargo algunos libros, lo que no est¨¢ tan mal para una poblaci¨®n de unos diez mil habitantes. Pues bien, en una de ellas, que tiene un buen fondo de bolsillo y un ef¨ªmero y transitorio servicio de novedades, descubr¨ª un libro de C¨¦sar Aira, que no conoc¨ªa en su versi¨®n original, traducido y publicado en franc¨¦s como es debido. Luego en Francia ya empieza a ser conocida la existencia de la figura y obra de este escritor argentino, con lo que la broma de Carlos Fuentes, en mi opini¨®n, ya est¨¢ dejando de serlo para convertirse en una hip¨®tesis de trabajo m¨¢s: ya no es tan s¨®lo un chiste.
Su t¨ªtulo en franc¨¦s es el de Le man¨¨ge (El tiovivo), traducido por Michel Lafon para el editor marsell¨¦s Andr¨¦ Dimanche, bien conocido por su hispanofilia (entre otras cosas est¨¢ traduciendo a G¨®mez de la Serna, libro a libro), que con ¨¦ste ha publicado ya cuatro de los de Aira. Su t¨ªtulo original es el de La villa, la edici¨®n original es la argentina de Emec¨¦ en 2001, y aunque la he visto en las listas de Internet no parece haber llegado a nuestras librer¨ªas todav¨ªa. De hecho, ¨¦ste es el octavo libro de Aira que aparece en franc¨¦s, pues ya en 1988 el gran Maurice Nadeau ya le hab¨ªa publicado dos relatos La robe rose y Les brebis, cuyos t¨ªtulos originales desconozco pues los editores franceses tienen la mala costumbre de cambiarlos con frecuencia. Tras otra novelita tres a?os despu¨¦s, en 1992 y 1994 Gallimard le public¨® Canto castrato y Ema la cautiva aunque en 2000 Andr¨¦ Dimanche entr¨® en la liza publicando otros cuatro t¨ªtulos m¨¢s, Las l¨¢grimas, La guerra de los gimnasios y Un episodio en la vida del pintor viajero (que ya ha obtenido all¨ª un par de premios), para culminar con esta ¨²ltima de La villa, descubierta -disfrazada- este verano.
C¨¦sar Aira abomina del realismo, pero lo utiliza como quiere y cuando quiere. La villa (en referencia a las "villas miserias" de los suburbios bonaerenses) o mejor "el tiovivo" en franc¨¦s, ancla sus ra¨ªces en la arruinada Argentina de nuestros d¨ªas, abundan los "cartoneros" o los "cirujas" que viven de la basura, creando un pueblo misterioso e impenetrable, que va de dentro afuera y al rev¨¦s, donde un ¨¢ngel gimnasta se dedica a proteger a los desamparados de manera gratuita, y que se libra de todos los asuntos de criminales y narcotraficantes merced a su generosidad, para caer en manos de polic¨ªas que son verdugos y v¨ªctimas a la vez y donde la realidad virtual de jueces, polic¨ªas, ladrones, periodistas, televisiones y cambios de personajes llevan por una vez a un final inesperadamente feliz. B¨²squenla, p¨ªdanla y encu¨¦ntrenla, me lo agradecer¨¢n.
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