El peso de las palabras
Lo primero que cabe decir de El amante alban¨¦s, novela finalista en la ¨²ltima edici¨®n del Premio Planeta, es que sale muy favorecida de la comparaci¨®n con la novela ganadora, El baile de la Victoria, de Antonio Sk¨¢rmeta.
Lo segundo es que, como sin darse cuenta, la novela repite, aunque borrosamente, el esquema mel¨®dico de Coraz¨®n tan blanco, de Javier Mar¨ªas, a quien Susana Fortes -hay otros indicios que refuerzan esta sospecha- parece haber le¨ªdo con demasiada afici¨®n.
Suena un disparo en la madrugada. Y a continuaci¨®n empieza el recuento de una memoria que se resiste a saber.
"Uno siempre acaba sabiendo, aunque no quiera", dice el narrador de El amante alban¨¦s. "Aunque transcurran a?os y hasta d¨¦cadas. Hay palabras como piedras calientes que van pesando m¨¢s y m¨¢s, hasta que ocupan por completo la cabeza y uno ya no puede dejar de o¨ªrlas a cada instante, aunque su significado le haya sido revelado del modo m¨¢s imprevisto...".
EL AMANTE ALBAN?S
Susana Fortes
Planeta. Barcelona, 2003
224 p¨¢ginas. 19 euros
Pasaje que no puede menos que recordar esas "traducibles palabras sin due?o que se repiten de voz en voz y de lengua en lengua y de siglo en siglo" de las que habla insistentemente el narrador de Mar¨ªas y que le invitan a conjeturar que "quiz¨¢ llega un momento en que las cosas quieren ser contadas ellas mismas".
"Pero ning¨²n secreto puede ser guardado eternamente", dice ahora el narrador de El amante alban¨¦s. "Al menos tiene que ser revelado una vez. Aunque sea una sola y ¨²nica vez. Aunque transcurran a?os y hasta d¨¦cadas. Tarde o temprano".
Y lo que ya se ha dicho una vez -a?adamos por nuestra cuenta-, quiz¨¢ est¨¦ condenado a repetirse dos veces. O tres veces. O infinitas veces. Aunque transcurran a?os y hasta d¨¦cadas...
?se al menos parece ser el problema de El amante alban¨¦s: que su lectura deja un familiar regusto a d¨¦j¨¤ vu, sin que ello redunde en perjuicio de su bien educada escritura, de su esmerada construcci¨®n, de su intensidad contenida.
La novela narra una tragedia familiar cuyo desvelamiento progresivo aboca a su descubridor a una nueva tragedia. Los elementos en juego son hasta cierto punto estereotipados: un viejo caser¨®n, dos hermanos que se reencuentran despu¨¦s de una larga separaci¨®n, el recuerdo com¨²n de una madre enfermiza, fallecida tempranamente en extra?as circunstancias; la figura hosca y atormentada del padre ya anciano, la pasi¨®n prohibida que brota entre uno de los hermanos y su hermosa cu?ada, las sombr¨ªas revelaciones que sobre el pasado hace una vieja ni?era...
Susana Fortes ha tenido el
capricho de ambientar la novela en Albania, en los a?os m¨¢s duros de la dictadura comunista que aisl¨® a este pa¨ªs hasta convertirlo en una siniestra reliquia. La tragedia familiar se imbrica con la que asol¨® a aquel pa¨ªs, sugiriendo c¨®mo la Historia se infiltra en los destinos particulares. Zanum Radjik, el padre de Isma¨ªl y V¨ªktor, los dos hermanos, es un viejo dirigente del partido. Muy indirectamente, la novela alude a la sinraz¨®n y a la ruina inminente de un r¨¦gimen trasnochado. Pero lo hace de un modo en definitiva superficial, que mueve a preguntarse qu¨¦ falta hace buscar un escenario tan remoto, que tiene por efecto resaltar la artificiosidad que emana de todo el relato, por lo dem¨¢s sometido a una estudiada penumbra y envuelto en una impostada atm¨®sfera de misterio.
"En las casas donde ha vivido gente tocada por la pasi¨®n m¨¢s fuerte, el aire queda profundamente alterado. Las paredes, los pasamanos, las puertas, los ba¨²les, todo est¨¢ cargado de un aura imprecisa cuyo contenido nadie puede explicar", declara, muy al principio, el narrador de El amante alban¨¦s. Y el lector debe resignarse a que todo transcurra en la susurrante y amedrentada tonalidad que establecen estas palabras, con las que -todo sea dicho- resulta bastante dif¨ªcil comulgar.
Aparte de esto, y aparte de los trazos demasiado gruesos con que se dibujan personajes y acontecimientos, resulta otra vez desconcertante, por no decir directamente enojosa, la tendencia creciente a hacer turismo literario, buscando localizaciones inusuales o pintorescas. Lejos de constituir un aliciente, produce alg¨²n embarazo, y escepticismo, y hasta desaliento, ver a un narrador espa?ol manej¨¢ndose con actores y escenarios extranjeros. Es un problema de verosimilitud y de convicci¨®n, que en este caso se pone de manifiesto desde el t¨ªtulo mismo. ?Se le habr¨ªa ocurrido a la autora titular su novela El amante gallego si hubiera transcurrido -como hubiera podido muy bien ocurrir, sin merma grave de la l¨ªnea principal del relato- en un viejo pazo lucense y durante el franquismo?
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