Venganzas mortales
Los asesinatos por ajustes de cuentas entre delincuentes extranjeros colocan a la polic¨ªa ante un reto sin precedentes
Hace m¨¢s de un mes fueron hallados en la planta de residuos s¨®lidos de Casares (M¨¢laga) restos del cad¨¢ver descuartizado de un ciudadano sueco de 34 a?os que ten¨ªa antecedentes por tr¨¢fico de droga. A las pocas noches, en un contenedor de basuras de Marbella, aparecieron la pierna y el brazo del mismo hombre. La polic¨ªa aventur¨® que se trataba de un ajuste de cuentas. Pocas veces se llega a saber m¨¢s. Tiros en plena calle a las siete de la tarde. Y sangre en la acera. Son los ajustes de cuentas entre bandas de delincuentes extranjeros. Se perpetran sobre todo en Madrid y en la Costa del Sol.
En febrero, en la cuneta de la carretera que va de Madrid a Valencia, se localiz¨® el cad¨¢ver de un colombiano con un tiro en la cabeza. Cuatro d¨ªas despu¨¦s dos b¨²lgaros fueron ametrallados en Madrid por otros dos compatriotas armados con Kal¨¢shnikov. Al mes siguiente tres colombianos fueron encontrados muertos a balazos en un sembrado de Villanueva de Perales. En abril, dos barrenderas de Getafe hallaron el cuerpo de un colombiano decapitado, sin brazos ni piernas, envuelto en bolsas de basura en un contenedor.
"Los testigos del crimen suelen seguir andando sin mirar a los asesinos y no denuncian"
"Por menos de 3.000 euros hay quien acepta matar a una persona", afirma un polic¨ªa
"?Cu¨¢ntos cad¨¢veres de gente 'ajusticiada' habr¨¢ por ah¨ª sin que los polic¨ªas lo sepamos?"
En julio, un rumano muri¨® de dos disparos en la cabeza mientras estaba en el sof¨¢ de su casa. D¨ªas despu¨¦s, un colombiano falleci¨® en Carabanchel. Sus verdugos le hab¨ªan desfigurado la cara y quemado los genitales. En agosto, otro colombiano falleci¨® al ser arrojado desde un sexto piso en Legan¨¦s. Ese mismo mes, en otro barrio madrile?o, un colombiano de 32 a?os muri¨® de dos disparos en la cabeza. Ajustes de cuentas.
Hasta el 15 de octubre murieron 90 personas asesinadas en la regi¨®n de Madrid: 53 eran extranjeros. Y once eran colombianos. La polic¨ªa calcula que al menos 20 de estas 53 muertes tienen como origen un ajuste de cuentas. El decorado de las escenas de venganza entre delincuentes se ha vuelto m¨¢s real que nunca. En plena calle y a pleno d¨ªa.
La investigaci¨®n de los homicidios en Madrid corren a cargo de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Madrid, cuyo m¨¢ximo responsable es Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ranca?o, quien a su vez depende del Delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansu¨¢tegui. Fern¨¢ndez no atiende las reclamaciones de la prensa a este respecto. En el gabinete de prensa aseguran que hay m¨¢s de ocho peticiones de distintos medios intentando escribir sobre los ajustes de cuentas. Pero las instrucciones hasta el momento son que no se habla de ese tema.
Un antiguo jefe policial en Madrid, activo hasta hace pocos meses, recuerda que cuando ¨¦l investigaba estos temas la mayor¨ªa de los ajustes se produc¨ªan entre colombianos. "Siempre se daba entre traficantes de un tercer y cuarto escal¨®n de droga. Por un qu¨ªtame all¨¢ 10 o 15 kilos de coca¨ªna", recuerda la citada fuente.
Varios comisarios de la Comisar¨ªa General de Polic¨ªa Judicial (la brigada central) se?alan que a veces la muerte es por menos cantidad, por unos tres o cuatro kilos de coca¨ªna, que en Colombia cuestan unos 18.000 euros y en Espa?a entre 90.000 y 120.000 euros. "En la mayor¨ªa de los casos la v¨ªctima se quedaba con el polvo o con el dinero", recuerda el antiguo jefe policial de Madrid. "Los asesinados hab¨ªan sufrido un secuestro de baja intensidad. Si aparec¨ªa el material, soltaban al fulano. Y si no, se lo cargaban". El citado agente asegura que es necesario viajar a Colombia para darse cuenta de "lo poco que vale la vida all¨ª". En Colombia se produjeron en el a?o 2001 m¨¢s de 35.000 muertes violentas y m¨¢s de 2.000 secuestros.
Pero la embajadora de Colombia en Espa?a, Noem¨ª San¨ªn, advierte: "El hecho de que en Colombia haya un grupo de delincuentes que no respeta la vida y el que hayan venido unos cuantos malandros colombianos a no respetar la vida en Espa?a no significa que para los colombianos la vida no sea sagrada". San¨ªn cree que algunos polic¨ªas cometen una "generalizaci¨®n torpe e injusta" cuando declaran que en Colombia la vida vale poco. "En Espa?a me he encontrado con una mayor¨ªa de personas que aprecia la inmigraci¨®n como una fuerza de trabajo necesaria para seguir creciendo. Y una minor¨ªa xen¨®foba que confunde inmigrantes con delincuentes", se?ala San¨ªn. ?sta recuerda que en Espa?a hay unos 380.000 emigrantes colombianos. "Nosotros creemos que debe existir una tolerancia cero con la delincuencia, venga de donde venga", aclara la embajadora.
Los agentes espa?oles, por su parte, reclaman una reforma de la ley para luchar contra la impunidad con que los sicarios se atreven a matar en plena calle. "Los testigos que pasan en el momento del crimen por la calle suelen largarse. No quieren que los asesinos se queden con sus caras. Y, por supuesto, no esperan a la polic¨ªa para testificar. Los que se paran son los que llegan despu¨¦s, pero no han presenciado el crimen", se?ala un comisario jefe de la Polic¨ªa Judicial de Madrid.
"Y cuando por fin alguien ha presenciado un asesinato de ¨¦stos en plena calle y se decide a ir de testigo... la verdad es que son tantos los inconvenientes que les acarrea que la gente desiste", contin¨²a la citada fuente. "Porque te hacen ir varias veces a las ruedas de reconocimiento. Y despu¨¦s al juicio. Tu nombre va quedando por ah¨ª en los documentos. Y a pesar de que muchas veces se declara el secreto de sumario, al final, ni secreto ni nada. Hay ocasiones en que los nombres terminan filtr¨¢ndose y los testigos reciben llamadas intimidatorias en sus casas. Todo eso, a cambio de nada. ?Cree usted que va a haber muchos testigos dispuestos a declarar?", pregunta el citado mando de la brigada central.
"Otras veces es el propio amenazado quien acude a nosotros en busca de protecci¨®n", a?ade. "Suele ser un narco que se ha quedado con la mercanc¨ªa. ?l suele negarlo, claro. Entonces yo les pido siempre lo mismo: 'D¨ªgame la verdad de la verdad. Ya s¨¦ que por escrito nunca me va a confesar lo que ha hecho. Pero tengo que saber a qu¨¦ estamos jugando. D¨ªgame con cu¨¢nto material se ha quedado'. Y entonces el tipo, impl¨ªcitamente, lo reconoce. A partir de ese d¨ªa, nosotros le organizamos la vida. Le decimos a qu¨¦ sitios tiene que ir, cu¨¢ntas visitas ha de hacer y a qu¨¦ hora. Y si salen bien las cosas, conseguimos lo que queremos, que es detener al resto de la banda", indica el citado investigador.
Pero hay ocasiones en que los parientes de la v¨ªctima prefieren no reconocer al autor por temor a las represalias o porque las est¨¢ preparando. "Yo he visto con mis propios ojos c¨®mo un muchacho suramericano no quer¨ªa identificar al que hab¨ªa matado a su acompa?ante. Y despu¨¦s me enter¨¦ de que el muchacho era el hijo del que hab¨ªan matado", se?ala un agente.
Los polic¨ªas aseguran que las bandas de narcotraficantes agotan todas las posibilidades antes de matar: "La muerte no produce rentabilidad a las bandas. Antes de matar a quien se ha quedado con alguna partida suelen dar varios avisos. Y, al final, si quieren que el asesinato sea ejemplarizante, se lo cargan en plena calle y a la luz del d¨ªa. Otras veces, no. ?Cu¨¢ntos cad¨¢veres de gente ajusticiada habr¨¢ por ah¨ª de los que no sabemos nada?".
Para un jefe de Delincuencia Internacional de la Costa del Sol, los sicarios m¨¢s crueles son los que proceden de la Europa del Este. "Una organizaci¨®n espa?ola te mata a alguien; pero rara vez nos encontraremos a alguien que adem¨¢s de matarlo, lo violan o abusan de sus hijas o mujeres".
Sin embargo, los comisarios de la Polic¨ªa Judicial de Madrid opinan que los m¨¢s sanguinarios son los matones de Colombia. "Es que en Madrid puedes encontrar colombianos que por 3.000 euros est¨¢n dispuestos a matar a un t¨ªo. Ya ves, por 500.000 pesetas. Aunque el precio var¨ªa en funci¨®n de la protecci¨®n que tenga la v¨ªctima. A veces se paga hasta cinco millones de pesetas".
"Y a veces el sicario se equivoca", confiesa un comisario de la Polic¨ªa Judicial. "Te dice que fulano es un sopl¨®n, un sapiador, como les llaman en Suram¨¦rica. Y no es cierto. Nosotros sabemos qui¨¦nes son nuestros confidentes, pero el t¨ªo insiste en que se va a cargar a mengano de tal por sapiador y no hay manera de quitarle eso de la cabeza".
Se equivoquen de v¨ªctima o no, sus querellas se siguen resolviendo a tiros.
Un mundo m¨¢s complejo
El mercado de la droga origina la mayor parte de los ajustes de cuentas. Y tantas han sido las traiciones y las jugarretas, tantos los soplos, los impagos y los robos que se han dado entre los propios narcotraficantes que el proceso de compra y venta se ha vuelto mucho m¨¢s complejo.
"Ahora s¨®lo falta la presencia de un notario entre los malos", se?ala un experto policial en delincuencia internacional de la Costa del Sol.
"Antes t¨² pod¨ªas bajar de Madrid a M¨¢laga con un coche. Yo cog¨ªa tu auto, lo cargaba de chocolate (hach¨ªs) y te lo devolv¨ªa con la mercanc¨ªa. Pero la gente empez¨® a poner aparatos de localizaci¨®n por sat¨¦lite en los coches para ver d¨®nde los escond¨ªa el otro. Y despu¨¦s lo desvalijaban. As¨ª que las cosas se complicaron".
"Ahora t¨² me das el coche donde te tengo que cargar el hach¨ªs; yo lo aparco en la puerta de El Corte Ingl¨¦s. Con otro coche voy a mi almac¨¦n, saco mi mercanc¨ªa, llego a la puerta de El Corte Ingl¨¦s y la traspaso. Jam¨¢s podr¨¢s saber t¨² ad¨®nde tengo la mercanc¨ªa. Con lo cual, la organizaci¨®n se obliga a tener m¨¢s gente interviniendo y, por tanto, hay m¨¢s gente capaz de traicionar y quedarse con la pasta".
Por eso, en la Costa del Sol ya se han habituado a escenas que antes s¨®lo se ve¨ªan en el cine. "Empezaron los italianos hace unos diez a?os. Los desajustes que ten¨ªan Italia los dirim¨ªan aqu¨ª. Y se lleg¨® a ver a tres italianos en un pizzer¨ªa. De pronto, uno se levant¨®, fue al coche, volvi¨® con una pistola y mat¨® a los otros dos".
"Despu¨¦s empezaron las reyertas entre franceses de origen magreb¨ª, entre brit¨¢nicos y despu¨¦s entre europeos del Este", concluye el agente.
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