La aldea gala
De los nacionalistas e independentistas m¨¢s aut¨¦nticos e indomables supimos durante nuestra infancia y adolescencia cuando los tebeos ten¨ªan prioridad sobre los libros. Cercados por las legiones romanas, defend¨ªan Ast¨¦rix y sus divertidos conciudadanos la libertad de una aldea sin nombre. Y la defend¨ªan a pu?etazos con ayuda de brebajes m¨¢gicos y astucia pueblerina. La idiosincrasia gala, la caza del jabal¨ª y la maloliente mercanc¨ªa del vendedor de pescado quedaban a salvo descalabrando, que no matando, a unos cuantos legionarios de Julio C¨¦sar.
Los dibujos de Uderzo y las historietas de Goscinny siguen siendo una gozada para quienes observan, distanciados, los t¨®picos al uso de varios pueblos del Occidente de Europa: el orgullo de los hispanos; la belicosidad de los germanos; la puntualidad de los suizos, el protocolo formalista de los brit¨¢nicos o la defensa a ultranza del honor familiar y sexual de los mozos corsos. De la t¨®pica taca?er¨ªa de los catalanes o la consideraci¨®n de la peseta, no se ocuparon los creadores del h¨¦roe chovinista y galo. A pesar de eso, las ediciones en catal¨¢n de las historietas de Ast¨¦rix ayudaron a nuestros hijos a leer y a escribir en la lengua de Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s, cuando todav¨ªa no se vislumbraban ni la autonom¨ªa valenciana ni la Llei d'?s i Ensenyament del Valenci¨¤. Esas historietas descubrieron tambi¨¦n a muchos adultos que el nacionalismo a ultranza y el independentismo indomable s¨®lo se encontraban en los tebeos.
A este otro lado del Ebro no vimos, durante la campa?a de las elecciones catalanas, ni tebeos ni brebajes milagrosos que convirtieran en invencibles a los actuales mozos y mozas de la antigua Marca Hispana de Carlomagno. Hubo, eso s¨ª, llamamientos a los votantes para que dejaran hablar a sus sentimientos y a su coraz¨®n a la hora de decidir su voto. La apelaci¨®n al coraz¨®n la realiz¨® decenas de veces Josep Llu¨ªs Carod-Rovira, y una parte del electorado convirti¨® a su formaci¨®n, Esquerra Republicana, no en ganadora, pero s¨ª en ¨¢rbitro para formar gobierno en el Parlamento catal¨¢n. Y es cierto que los de Esquerra Republicana proclaman a los cuatro vientos su ansia de libertad y su aspiraci¨®n a la independencia, aunque la actual Catalu?a no est¨¦ acosada por legionarios romanos, pero s¨ª moldeada despu¨¦s de m¨¢s de veinte a?os por la Pax de CiU que lider¨® Jordi Pujol.
La lectura de las historietas de Ast¨¦rix es un¨ªvoca; la lectura de los resultados de las elecciones catalanas es mucho m¨¢s compleja. Para quienes mantenemos buenas relaciones con nuestros vecinos del norte, el llamado aumento del voto nacionalista no tuvo su origen en la poci¨®n m¨¢gica, ni tan siquiera en el brebaje sentimental que repart¨ªa Carod-Rovira. Ese aumento de ERC tiene m¨¢s racionalidad de la que aparenta. Un n¨²mero considerable de votantes abandona a CiU sin dejarla totalmente descalabrada, debido a pactos y razones de todos conocidas; y otros dejan de votar al PSC por falta de claridad en su mensaje. Pierden votos los partidos mayoritarios y aumentan los de ERC. Lean con atenci¨®n los resultados en Girona y en el cintur¨®n rojo de Barcelona. La lectura puede ser provechosa para los partidos mayoritarios valencianos.
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