Largo viaje hacia las generales
No es preciso compartir la ideolog¨ªa de Francisco Camps para respetar su intento de esclarecer una pol¨ªtica muy esmerilada por un antecesor tan dado al enredo que acabar¨¢ por hacerse un l¨ªo consigo mismo
Tila para todos
Los brillantes asesores ultranacionalistas del todav¨ªa presidente Aznar, si es que los tiene, han conseguido en cosa de legislatura y media embroncarse a muerte con el partido m¨¢s votado por los vascos y abrir otro frente en una Catalunya que ya no es exactamente la de Jordi Pujol. La f¨®rmula de aquel aprendiz de brujo que fue Adolfo Su¨¢rez repartiendo caf¨¦ con pastitas para todos, hace mucho tiempo que est¨¢ agotada y mejor ser¨¢ aceptar cuanto antes que ni el mapa auton¨®mico es irreversible ni la Constituci¨®n es intocable. Asumir esa pluralidad emergente, una vez pasado el chantaje cuartelero de la transici¨®n, es una de las tareas m¨¢s urgentes para cualquier gobierno nacional. ?Mariano Rajoy? Es gallego en ejercicio, como Franco y como Fraga Iribarne. As¨ª que veremos hasta d¨®nde sigue al muchachito de Valladolid que se retira.
La dulzura envenenada
La glorificaci¨®n de la figura del perdedor, as¨ª en la novela como en el cine, ha contribuido de una manera notable a engrosar la cuenta de resultados de sus creadores de fortuna, que nada desean menos que pasar por perdedores aut¨¦nticos en la vida de a diario. Incluso ven en esa m¨®rbida delectaci¨®n la fidelidad a unos principios de renuncia a los que son ajenos si el asunto funciona en taquilla o en las listas de las novelitas m¨¢s vendidas. Hay tanto espectador, y tanto lector, dispuesto a entretenerse de una manera confortable (por lo com¨²n, como tr¨¢nsito de la vigilia al sue?o) con historias fingidas sobre la miseria ajena, que nada extra?a menos que esas supuestas cr¨®nicas urbanas -peliculeras o en forma de libro- que tratan de la desdicha como atajo m¨¢s o menos obsecuente para dedicar un par de meses a un agobio promocional de grandes almacenes, fin de temporada. De fin de la creaci¨®n est¨¦tica, podr¨ªa decirse.
La tranquila oposici¨®n
Lo anunci¨® Rodr¨ªguez Zapatero por la tele, el paso de los socialistas de la oposici¨®n tranquila a la alternativa pr¨®xima de gobierno, con ese convencimiento tan suyo que apenas si logra traspasar pantalla. M¨¢s all¨¢ de su alarde de buenas maneras, algo que no siempre puede afirmarse respecto de Joan Ignasi Pla, bienvenida sea esa tibia manifestaci¨®n de buenas intenciones si se sustenta en el m¨¢s firme de los prop¨®sitos. Pero para eso, el socialismo en su conjunto deber¨ªa dejar de cebarse en los errores de los populares, como si se estuviera en perpetua campa?a electoral, para ofrecer soluciones convincentes, ponderadas y atractivas para el electorado de centro izquierda. Lean con atenci¨®n el art¨ªculo de Umberto Eco de hace unos d¨ªas en este peri¨®dico sobre el s¨ªndrome Berlusconi y las tareas de la izquierda para desmontarlo, y sabr¨¢n lo que sugiero. Alternativa, s¨ª. Pero ?con qu¨¦? ?Con qui¨¦n?
El gran simulador
No se sabe todav¨ªa qu¨¦ diablos piensa hacer el Partido Popular con Eduardo Zaplana cuando su atroz desenvoltura se convierta en un peligro para ellos, cosa que ocurrir¨¢ m¨¢s pronto que tarde ya que el ahora ministro no puede evitar el ser un peligro en s¨ª mismo, una especie de bomba humana con andares a lo David Bowie capaz de ocasionar los mayores estragos concebibles y creyente fervoroso en que saldr¨¢ indemne del asunto. De momento, dedica su tiempo a poner toda clase de zancadillas al liderazgo de Francisco Camps, en una muestra de pasteleo constante ajeno a la deslocalizaci¨®n con el que bien puede arruinar de una vez por todas los esfuerzos de gobierno de una derecha limpia que intenta reintroducirse en territorio civilizado. No es por tomar a Camps por nuestro Lula particular, pero parece resuelto a liquidar en lo posible las corruptelas de la pol¨ªtica sumergida. Y eso, como es l¨®gico, es intolerable para persona tan de alcantarilla como Zaplana.
Irak, otra vez
Al presidente de Estados Unidos (Bush bis, como con tanta fortuna lo llama Javier Mar¨ªas) se le amontona la faena, al tiempo que intenta ocultar los cad¨¢veres de sus soldaditos veintea?eros que vuelven a casa de cuerpo presente bajo el plomo de los ata¨²des y en posici¨®n horizontal por el resto de los d¨ªas. Ahora justifica la guerra para buscar la paz, de manera que es preciso romper la paz con bombarderos de ¨²ltima generaci¨®n para restaurarla despu¨¦s, y mejor si en ese tr¨¢nsito de p¨¢nico se obtienen beneficios a treinta, sesenta o noventa d¨ªas. Todos nosotros, por decisi¨®n del se?or Aznar, participamos de esa ordal¨ªa, ya que ni se consigui¨® parar esa guerra ni podemos hacer gran cosa para paliar sus consecuencias. Casi un cuarto de la poblaci¨®n mundial es musulmana, con sus variantes, as¨ª que no ser¨¢ faena lo que falte a los cruzados de esa delet¨¦rea estafa.
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