Los ataques sacan a la luz el uso de mano de obra sin regularizar en los campos de El Ejido
M¨¢s de 22.000 inmigrantes no comunitarios estaban dados de alta en la Seguridad Social en Almer¨ªa hasta el 1 de octubre pasado, pero la utilizaci¨®n de mano de obra clandestina sigue siendo frecuente en los invernaderos de la provincia. Una prueba de ello se ha evidenciado con las agresiones cometidas en El Ejido desde el verano. De los 12 casos denunciados, s¨®lo cuatro de las v¨ªctimas disponen de su situaci¨®n en regla. Y, sin embargo, casi todos los inmigrantes, incluidos los que no estaban regularizados, trabajaban. Algunos lo han hecho de forma estable para el mismo empresario durante meses. As¨ª que no s¨®lo no se ha desterrado la utilizaci¨®n de mano de obra ilegal si no que es una pr¨¢ctica cotidiana bajo los pl¨¢sticos de la comarca del Poniente.
En Almer¨ªa, la comunidad marroqu¨ª sigue siendo mayoritaria (hab¨ªa 10.869 afiliados a la Seguridad Social), aunque los ecuatorianos y rumanos son colectivos que han crecido de forma veloz sobre todo a partir de 2000. El a?o que ocurrieron los sucesos xen¨®fobos de El Ejido. En febrero, vecinos de la localidad se echaron en tromba a la calle para destrozar bienes y perseguir personas de nacionalidad marroqu¨ª. Una violencia racista se adue?¨® del pueblo durante varias jornadas aprovechando la laxitud policial de los primeros d¨ªas para frenar los ataques hacia sedes de organizaciones ligadas a los inmigrantes, comercios de extranjeros o incluso casas y chabolas donde resid¨ªan los magreb¨ªes.
Despu¨¦s de 2000 se ha incentivado la llegada de trabajadores de otras nacionalidades. Los marroqu¨ªes aducen que ellos est¨¢n m¨¢s discriminados que otros extranjeros y que lo experimentan en la negativa a alquilarles viviendas en el pueblo o a regularizarles. Por las calles de El Ejido siguen siendo mayoritarios los rostros marroqu¨ªes, pero tambi¨¦n comienzan a proliferar los ecuatorianos y los de las mujeres procedentes de la Europa del este, sobre todo de Rusia.
Olvidar la integraci¨®n
A pesar de lo ocurrido en 2000, que dio la vuelta al mundo, ninguna Administraci¨®n se ha tomado en serio los acuerdos que firmaron con los inmigrantes para poner fin a una huelga en el campo y mejorar sus condiciones de vida. El Ayuntamiento de El Ejido, en manos de Juan Enciso (PP), no desarrolla medidas para favorecer la integraci¨®n social y acercar a ambas comunidades, pero tampoco el Gobierno ha invertido en ello. El decreto de la Junta de Andaluc¨ªa para impulsar la construcci¨®n de viviendas para temporeros agr¨ªcolas, que habr¨ªa permitido mejorar la situaci¨®n de muchos inmigrantes que viven en chabolas, ha fracasado en Almer¨ªa, entre otras cosas porque la mayor¨ªa de los alcaldes donde se concentran los inmigrantes se niegan a ceder suelo. Se ha negado El Ejido, pero tampoco han facilitado terreno otros municipios en manos del PSOE.
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