El PP rompe la unidad

La jugada con la que el PP rompi¨® ayer el consenso alcanzado en la Federaci¨®n Espa?ola de Municipios y Provincias (FEMP) fue demag¨®gica, inoportuna, sectaria y descarada. Ese consenso, al que se hab¨ªan sumado todas las fuerzas pol¨ªticas de Espa?a, excepci¨®n hecha del PNV, ausente de la FEMP, otorgaba la presidencia al socialista Francisco V¨¢zquez, alcalde de A Coru?a, y la vicepresidencia, a la popular Rita Barber¨¢, de Valencia. Pero, llegado el momento de ratificar en votaci¨®n ese pacto, el PP se sac¨® unilateralmente de la manga una declaraci¨®n de condena al plan Ibarretxe. No era el momento ni el lugar para ello. La FEMP se dividi¨® y, al final, se presentaron dos candidaturas a la presidencia y la comisi¨®n ejecutiva: una liderada por V¨¢zquez y otra por Barber¨¢. Gan¨® la socialista, con el apoyo de IU, CiU, PAR y otras fuerzas.

Al a?adirle a una declaraci¨®n institucional de apoyo a la Constituci¨®n una condena expresa del proyecto de Ibarretxe, el PP hizo una maniobra de objetivos evidentes: ensuciar un acto que iba a constatar la victoria del PSOE, por 200.000 votos m¨¢s que el PP, en las municipales del 25 de mayo; intentar abrir una brecha entre la izquierda constitucionalista y los nacionalistas catalanes de CiU y ERC, y continuar crispando el clima pol¨ªtico. As¨ª lo vio la mayor¨ªa de los asistentes a la cumbre de la FEMP, que rechaz¨® la moci¨®n del PP. "S¨ª a la Constituci¨®n, no al plan Ibarretxe, no a esta moci¨®n", dijo la alcaldesa socialista de Lasarte, Ana Urchuegu¨ªa, que no s¨®lo est¨¢ amenazada por ETA y enfrentada al nacionalismo radical vasco, sino que en 2001 enterr¨® a su primer teniente de alcalde, asesinado por la banda terrorista. Como ella, los delegados del PSOE, incluido Francisco V¨¢zquez, cuyo espa?olismo est¨¢ fuera de duda, hicieron bien en rechazar la jugada del partido del Gobierno.

En estos momentos de extrema polarizaci¨®n pol¨ªtica en Espa?a, el consenso sobre una candidatura ¨²nica que se hab¨ªa alcanzado en la FEMP, que inclu¨ªa al PSOE, el PP, IU, CiU y fuerzas regionalistas, era un esperanzador rayo de luz. Surg¨ªa as¨ª un ¨¢mbito de di¨¢logo, negociaci¨®n y pacto. Abortarlo de inmediato fue una nueva muestra del camino emprendido por el PP: la instrumentalizaci¨®n partidista de la unidad de Espa?a, los s¨ªmbolos nacionales y la Constituci¨®n. Es un camino que le da buenos r¨¦ditos electorales, pero que, como demuestran los resultados catalanes, ahonda las fracturas de este pa¨ªs, radicaliza las posiciones y nos empuja a un peligroso choque de nacionalismos.

El PSOE, que con casi ocho millones de votos fue el partido m¨¢s votado el 25 de mayo, presidir¨¢ la FEMP a trav¨¦s de V¨¢zquez. Es de justicia que as¨ª sea, y ello supone la visualizaci¨®n de la primera victoria obtenida por Zapatero, que es, quiz¨¢, el efecto que quiso impedir el PP. Con su actuaci¨®n, el Partido Popular rechaz¨® la integraci¨®n y opt¨® de nuevo por la confrontaci¨®n, por acentuar lo que divide y no lo que une.