La lenta reconstrucci¨®n de Afganist¨¢n
Dos a?os despu¨¦s de la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n, el pa¨ªs sufre los mismos problemas que cuando entraron las tropas de EE UU
Cuando se cumplen dos a?os desde la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n en Afganist¨¢n, la reconstrucci¨®n del pa¨ªs se presenta casi en las mismas condiciones que cuando las tropas de EE UU se hicieron cargo de Kabul y Kandahar, las dos principales ciudades del pa¨ªs. Aparte de estas dos urbes y algunos puntos estrat¨¦gicos, como la base militar de Bagram, a unos 50 kil¨®metros de Kabul, la presencia occidental es pr¨¢cticamente nula en el resto del pa¨ªs, que en algunos casos ha vuelto a la situaci¨®n previa a la llegada al poder de los estudiantes isl¨¢micos en 1996 con numerosos se?ores de la guerra luchando por sus privilegios.
"Hay que reconocer que algunas cosas no marchan bien", afirma William Taylor, embajador de EE UU en Afganist¨¢n. "La franja fronteriza con Pakist¨¢n se ha convertido en el escenario donde los talibanes siguen combatiendo. Las plantaciones de opio se est¨¢n extendiendo pese a todos los esfuerzos y han comenzado los ataques terroristas contra objetivos civiles occidentales".
"Karzai promete muchas cosas, pero no es m¨¢s que un mu?eco en manos de EE UU"
Desde el pasado mes de mayo se han recrudecido los combates en el sureste del pa¨ªs y se han intensificado los ataques de las milicias talibanes contra las tropas internacionales, tanto pertenecientes a la Operaci¨®n Libertad Duradera como las de la Fuerza de Estabilizaci¨®n (ISAF). Los ataques no se circunscriben s¨®lo a esta zona. La base de Bagram, construida por los sovi¨¦ticos y utilizada actualmente por EE UU como el coraz¨®n estrat¨¦gico de sus operaciones en Afganist¨¢n, es atacada regularmente con cohetes. En la capital son frecuentes las amenazas a las tropas internacionales y dos soldados canadienses han resultado muertos en un atentado hace un par de meses. La semana pasada la gravedad de estas acciones subi¨® un pelda?o con el asesinato de una cooperante francesa y el secuestro de un ingeniero turco. "Dado que el ingeniero es un civil, el asunto queda en manos del Gobierno de Hamid Karzai", explica el comandante Sater, de la Fuerza A¨¦rea de EE UU.
"Karzai se pasa el d¨ªa prometiendo cosas, pero no es m¨¢s que un mu?eco en manos de EE UU", destaca un importante miembro del Club de Prensa de Kabul que pide mantener el anonimato para evitar represalias. "?l es el principal se?or de la guerra. No hay reconstrucci¨®n ni hay nada. Nos van a dar leyes que no nos sirven, porque no respetan las tradiciones del pueblo afgano. Los americanos van a salir de aqu¨ª peor que de Irak", a?ade. "Esto no es Irak", rebate el embajador Taylor. "A diferencia de all¨ª, aqu¨ª existen resoluciones de Naciones Unidas y todas las fuerzas militares que operan aqu¨ª cuentan con el visto bueno de la ONU. Existe un Gobierno y una Administraci¨®n independientes y nosotros estamos intentando reorganizar una sociedad desestructurada tras 25 a?os de guerras".
Los representantes occidentales recuerdan que siempre se presta m¨¢s atenci¨®n a las malas noticias que a las buenas y dan algunas cifras. Hasta el momento se han reconstruido m¨¢s de 7.000 kil¨®metros de pistas, que si bien no est¨¢n asfaltadas al menos resultan transitables. Durante 2002 se emplearon 23 millones de d¨®lares en ayuda sanitaria y 72 cl¨ªnicas y hospitales fueron reconstruidos. Se han impreso 25 millones de libros -los talibanes los quemaban- y unos tres millones de estudiantes han podido volver a las escuelas, el 30% de los cuales son ni?as. Es el doble de cualquier otra cifra en la historia de Afganist¨¢n. Aunque lo cierto es que la presencia de las fuerzas internacionales que garantizan un cierto orden apenas se circunscribe a Kabul y alrededores y las obras que ¨¦stas llevan a t¨¦rmino -carreteras y fortificaciones- son m¨¢s de inter¨¦s militar que de uso civil.
Uno de los principales puntos negros est¨¢ en la agricultura. El cultivo de amapola se extiende imparable por el pa¨ªs, amenazando con inundar de droga los mercados occidentales el pr¨®ximo a?o. Muchos campesinos est¨¢n fuertemente endeudados con se?ores de la guerra locales y se ven obligados a plantar lo que ¨¦stos quieren. Por otra parte, una fuerte sequ¨ªa que azota el pa¨ªs desde hace a?os impide plantar pr¨¢cticamente ninguna otra cosa. "El problema es de Occidente, si redujeran la demanda de droga no tendr¨ªa sentido el cultivo del opio", se justifica otro periodista afgano que tambi¨¦n teme represalias, "porque los americanos lo leen todo".
Un ejemplo de c¨®mo funcionan las cosas es el aeropuerto de Kabul, emblema de la reconstrucci¨®n en Afganist¨¢n. La bandera de Alemania ondea en lo alto de la torre de control, mientras que la de Afganist¨¢n no se ve por ninguna parte. Varios cientos de militares occidentales, entre ellos un destacamento espa?ol, custodian y gestionan sus instalaciones. Son los que dan los permisos de vuelo, cargan y descargan los aviones y deciden cu¨¢ndo el aeropuerto est¨¢ abierto y cu¨¢ndo cierra. Las ¨²nicas se?as visibles de autoridad afgana son un enorme retrato de Masud, el le¨®n del Panshir, icono de la resistencia contra los sovi¨¦ticos primero y los talibanes despu¨¦s, y algunos soldados del nuevo Ej¨¦rcito que pasean con aire indolente y las manos en los bolsillos. Algunos piden el pasaporte, pero son las indicaciones de los militares occidentales las que prevalecen.
S¨ªmbolo pol¨ªtico
La carretera que une las dos principales ciudades del pa¨ªs, Kabul y Kandahar, en la actualidad es una pista pr¨¢cticamente intransitable donde para recorrer 450 kil¨®metros son necesarios, al menos, dos d¨ªas, eso sin contar posibles contratiempos como asaltos y problemas mec¨¢nicos. Los estadounidenses quieren convertirla en el s¨ªmbolo de la reconstrucci¨®n del pa¨ªs y se han propuesto que en tan s¨®lo ocho meses ser¨¢ posible recorrer esa distancia en apenas seis horas. "El dinero necesario ser¨¢ aportado a finales de diciembre, seg¨²n ha dicho el propio Bush", se?ala el embajador de EE UU en Afganist¨¢n.
En el proyecto participan japoneses, turcos e indios. "La carretera se ha convertido en un s¨ªmbolo pol¨ªtico", reconocen los estadounidenses.
En efecto, se trata de unir la capital pol¨ªtica del pa¨ªs con la ciudad donde m¨¢s simpat¨ªas y apoyo despiertan los talibanes y donde se mira a la Administraci¨®n de Karzai con m¨¢s recelo. La carretera puede ser presentada como un logro de la campa?a en Afganist¨¢n; por eso los talibanes han multiplicado en las ¨²ltimas semanas los ataques y sabotajes contra los trabajos.
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