Un empate emotivo y valioso
La Real logra un punto ante el Olympiakos que le pone a las puertas de la siguiente ronda
La Real celebr¨® un empate emotivo en Atenas. Lo celebr¨® porque le pone pr¨¢cticamente en octavos de final (y directamente si el Galatasaray no gana el 2 de diciembre al Juventus) y porque se produjo con un estado de alta tensi¨®n hasta el final tras sufrir adversidades que no esperaba, especialmente la expulsi¨®n de Kovacevic que le cambi¨® el gui¨®n que hab¨ªa trazado con autoridad en la primera mitad.
Si buscaba un b¨¢lsamo para tantos males en la Liga, el Olympiakos era el m¨¢s adecuado para la Real. Un equipo lento, con una sola jugada de ataque (la velocidad del uruguayo Castillo) y una jerarqu¨ªa compartida entre dos veteranos de guerra muy separados entre s¨ª, Karembeu y Giovanni. Estos equipos se adaptan bien al conjunto de Denoueix que mantiene intactas sus buenas ideas pero ha perdido un par de velocidades al ejecutarlas. Un equipo lento es un equipo previsible, pro las circunstancias no lo son y a la Real le cayeron encima en mayor medida de la esperada A los diez minutos se sab¨ªa c¨®mo jugaba el Olympiakos: Karembeu, con su honradez habitual, dirigiendo desde atr¨¢s, Giovanni, dirigiendo adelante a base de fintas y Castillo corriendo entre los centrales.
OLYMPIAKOS 2 - REAL SOCIEDAD 2
Olympiakos: Katergiannakis; Pantos, Anatolakis, Antzas (Kafes, m. 46), Venetidis (Tatsis, m. 85); Mavrogenidis (Niniadis, m. 56), Karembeu, Stoltidis, Georgiadis; Castillo y Giovanni.
Real Sociedad: Westerveld; L¨®pez Rekarte, Jauregi, Sch¨¹rrer, Aranzabal; Karpin (Aranburu, m. 82), Xabi Alonso (Boris, m. 89), Alkiza, Gabilondo; Nihat (Lee, m. 75) y Kovacevic.
Goles: 0-1. M. 30. Pase de Alkiza a Gabilondo, que llega antes que el portero y empuja.
1-1. M. 58. Stoltidis sorprende a Westerveld con un fuerte disparo ajustado al poste.
2-1. M. 70. Castillo, a puerta vac¨ªa.
2-2. M. 73. Sch¨¹rrer, a la media vuelta.
?rbitro: Alain Hamer (Luxemburgo). Expuls¨® a Kovacevic (m. 67) por doble amonestaci¨®n y mostr¨® la tarjeta amarilla a Anatolakis, Venetidis, Sch¨¹rrer, L¨®pez Rekarte, Pantos y Niniadis.
Unos 14.000 espectadores en el G. Kamaras.
Los griegos no exist¨ªan si el bal¨®n no pasaba por las parsimoniosas botas del brasile?o Giovanni
La Real ya se hab¨ªa aposentado en el campo gracias al dinamismo de Alkiza, un futbolista que controla m¨¢s campo del que se le encomienda a un medio centro. Poco a poco fue llev¨¢ndose el equipo hacia arriba y metiendo el miedo en el cuerpo del Olympiakos que ya no encontraba a Giovanni, un futbolista que tiende a esconderse para respirar. En una acci¨®n de inteligencia de Alkiza, lleg¨® el gol de Gabilondo con un giro de tobillo magistral. Un par de acciones y un poco de raciocinio le hab¨ªan bastado a la Real para hacer un gol y lo que era igual de importante, para hacerse con el partido.
El Olympiakos transmit¨ªa una mala sensaci¨®n: aquella que dice que no hab¨ªa equipo si el bal¨®n no pasaba por las botas de Giovanni, convertido no ya en jefe sino en fielato de cualquier cosa que pareciera o resultase interesante. Todo giraba en torno a ¨¦l y a la Real, ciertamente le costaba un mundo fijar la marca y robarle el bal¨®n. Protasov decidi¨® ponerle el equipo a sus pies, retrasando a Karembeu a la posici¨®n de libre para detener a Nihat. La cosa no le fue mal. En una de las habituales arrancadas de Castillo, se produjo falta al borde del ¨¢rea. Hasta en eso tuvo que acariciar el bal¨®n Giovanni para dejar el disparo a Stoltidis que sorprendi¨® a Westerveld. S¨®lo as¨ª pod¨ªa marcar el Olympiakos y as¨ª marc¨® metiendo el partido en esa din¨¢mica apasionada que tantos frutos da a los equipos griegos en sus estadios.
La Real volv¨ªa a ser gris. A Nihat le com¨ªa Karembeu el terreno y Kovacevic se autoanulaba en cada acci¨®n por su baja forma hasta acabar expulsado por una mano que no cometi¨® consagrando una mala noche y condenando a la Real a fomentar el esp¨ªritu de resistencia, primero, y de remontada despu¨¦s cuando Castillo aprovech¨® un bal¨®n en profundidad para marcar. Era la primera consecuencia de la inferioridad num¨¦rica. Sin tiempo para asimilar su desventaja se encontr¨® en el infierno, con un rival crecido, decidido a actuar con pasi¨®n, a falta de ideas, y a aprovechar la crecida de su afici¨®n que hab¨ªa moderado sus gritos ante la superioridad del equipo espa?ol.
La Real jugaba con fuego y amenazaba crisis hasta que Sch¨¹rrer, en una acci¨®n genial sorprendi¨® con una semivolea en un claro error defensivo del equipo griego. El Olympiakos encaja con mal cuerpo los goles, se le atragantan tanto como a su p¨²blico, que traga saliva y calla unos minutos como si no confiara en una muchachada que act¨²a a impulsos, sin mucho criterio. Por la izquierda encontraba el camino de la resurrecci¨®n. El dos contra uno amargaba a L¨®pez Rekarte y sembraba de dudas a la Real en el tramo final del partido.
M¨¢s que contra el adversario, la Real luchaba contra la adversidad, un gol de falta, una expulsi¨®n, una lesi¨®n (de Karpin), es decir el camino habitual de los finales agon¨ªcos. El Olympiakos manifest¨® toda su falta de ideas con superioridad en el marcador y num¨¦rica. Volvi¨® al principio del partido, cuando era un equipo menor, condenado a Giovanni, que al final volvi¨® a desaparecer en uno de sus lagunas habituales y la Real volvi¨® a crecer, a serenarse, a sabiendas de que el empate le pone con un pie y medio en los octavos.
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