Fastos de doble filo
Resulta temible la incapacidad de los pol¨ªticos para sustraerse a las tentaciones de la "pol¨ªtica espect¨¢culo", por peligrosa que resulte casi siempre para la salud financiera de las instituciones. Amparados en la convicci¨®n de que las instalaciones y eventos que promueven despertar¨¢n el aplauso de los ciudadanos, la pasi¨®n de los consumidores y la intrepidez de los inversores, se autoconvencen de que no s¨®lo corregir¨¢n los errores de anteriores experiencias, sino que procurar¨¢n nuevas v¨ªas de beneficio y contribuir¨¢n decisivamente al avance de sus pa¨ªses y/o ciudades. Todo ello a pesar de que los precedentes no son en absoluto halag¨¹e?os, pues ni siquiera el ¨¦xito organizativo parece garant¨ªa real de beneficios colectivos duraderos. No digamos ya cuando el empe?o fracasa, lo que suele ser bastante com¨²n, como acreditan los casos de las expos de Lisboa y Hannover o el fallido intento de reconversi¨®n productiva de las infraestructuras sevillanas heredadas de la Expo. Hay una generalizada convicci¨®n de que los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona han sido altamente beneficiosos para la ciudad. Tengo mis dudas. Ser¨ªa conveniente hacer caso a las advertencias en sentido contrario, pues, como advert¨ªa Chung Tong Wu, vicerrector de urbanismo y econom¨ªa de la New South Wales University (en Sydney), la ¨²nica infraestructura deportiva que no arroja p¨¦rdidas monumentales e insostenibles y que ha sido realmente rentable para la ciudad, es la raya azul que pintaron en sus calles para marcar el recorrido de la marat¨®n. El resto de las instalaciones, incluyendo su Dome, de parecidas caracter¨ªsticas al Palau Sant Jordi, arroja en la actualidad p¨¦rdidas anuales muy cuantiosas, tanto en mantenimiento como en explotaci¨®n.
Para mejorar su competitividad la ciudad debe incorporar las nuevas tecnolog¨ªas, la log¨ªstica y el turismo
El profesor advert¨ªa que tambi¨¦n Sydney hab¨ªa aprovechado la competici¨®n ol¨ªmpica para proyectarse al mundo, pero que como operaci¨®n comercial la campa?a le hab¨ªa parecido limitada en el tiempo, confusa en las intenciones y altamente dispendiosa. Y consideraba que hubiera sido m¨¢s rentable para la ciudad financiar una serie de televisi¨®n al estilo de Miami Vice, en la que, con el pretexto de ilustrarnos sobre las correr¨ªas de sus bajos fondos, se nos mostrase concienzudamente la ciudad, semana tras semana y durante un prolongado lapso de tiempo (un a?o o m¨¢s). En el caso de Barcelona 92 resulta dif¨ªcil nadar contra corriente, pues ha prosperado la tesis de que los Juegos han servido para catapultar la ciudad al reconocimiento universal y eso ha servido para aumentar la autoestima territorial y hacer m¨¢s nutridos los flujos de turismo urbano. Pero, a diferencia de los Juegos Ol¨ªmpicos de Tokio, que Jap¨®n utiliz¨® largamente para acreditarse ante el mundo como potencia tecnol¨®gica e industrial, Catalu?a ten¨ªa poco que ofrecer al mundo en ambos campos, de forma que el aprovechamiento econ¨®mico de los Juegos qued¨® severamente disminuido. Si, adem¨¢s, se cumpl¨ªa el vaticinio del escritor Eduardo Mendoza (en el sentido de que, como en el caso de las Exposiciones Universales de 1898 y 1929, la ciudad entrar¨ªa inmediatamente despu¨¦s del evento en una fase de aguda melancol¨ªa como consecuencia del intenso agotamiento producido por el esfuerzo organizador), y Barcelona (y con ella Catalu?a) ingresaban en un proceso de bajo crecimiento (como atestiguan ya todas las estad¨ªsticas econ¨®micas), hay que pensar que el planteamiento de los Juegos como revulsivo econ¨®mico y tecnol¨®gico ha fracasado y que s¨®lo ha funcionado en el plano de lo meramente cosm¨¦tico.
Ni siquiera el balance contable de los Juegos, aparentemente beneficioso, ha sido tal, pues en la operaci¨®n no se contabilizaron las ingentes y oneros¨ªsimas infraestructuras p¨²blicas cuya utilidad, una vez finalizado el evento, se ha demostrado claramente inferior a la prevista. Digo todo esto porque me parece que hay que poner alg¨²n freno a toda la euforia que se ha desatado como consecuencia de la candidatura valenciana a la Copa del Am¨¦rica, pues se asume que, en caso de ser elegida, caer¨ªa sobre la ciudad una inagotable cascada de gracias y prebendas sin apenas costos y esfuerzos. El principal de estos ben¨¦ficos efectos es la posibilidad de desarrollar una estrategia avanzada de marketing urbano que proyecte la ciudad al escenario internacional. Sobre este asunto tengo ya algunos reparos, pues si bien resulta innegable la dimensi¨®n universal del evento, es bueno se?alar que, por tratarse de un deporte minoritario, concita la atenci¨®n de segmentos sociales limitados y en muy escasos pa¨ªses. Y, por otro lado, el hecho de que la competici¨®n, a¨²n prolong¨¢ndose durante largo tiempo, carezca de continuidad, limita irreversiblemente los efectos publicitarios en el tiempo y obliga a continuar con otras estrategias de marketing urbano si se quiere mantener la presencia de la ciudad en la escena internacional. Por otra parte, las inversiones que ser¨ªa preciso realizar en aspectos directamente relacionados con la competici¨®n (espacios n¨¢uticos deportivos) o colaterales a la misma (aparato hotelero y hostelero, sistemas de comunicaciones y modernizaci¨®n tecnol¨®gica), permitir¨¢n anticipar el desarrollo de los mismos unos cuantos a?os, pero s¨®lo ser¨¢n ¨²tiles si encajan dentro de una estrategia econ¨®mica de aprovechamiento lucrativo futuro y no se conciben como una contribuci¨®n cuya utilidad finaliza una vez terminado el evento.
Una excusa para hacer deberes
La Copa del Am¨¦rica es, m¨¢s que ninguna otra cosa, una estupenda ocasi¨®n para acelerar la modernizaci¨®n de las infraestructuras que contribuyan a la ampliaci¨®n, cualificaci¨®n y diversificaci¨®n de la estructura econ¨®mica de Valencia, del ?rea Metropolitana y de la Comunidad Valenciana en su conjunto. Pero no tanto por s¨ª misma como por el efecto motivador y dinamizador que debe tener sobre la Administraci¨®n y los empresarios privados. Pero ni siquiera con la decidida contribuci¨®n de todos los estamentos sociales e institucionales valencianos el ¨¦xito est¨¢ asegurado si no se garantiza que las inversiones que requiere la ocasi¨®n superan un contenido meramente finalista y ornamental. En tal caso, la Copa del Am¨¦rica puede ser un excelente trampol¨ªn para, mediante el impulso que promueve, dise?ar el futuro. Doy por cumplida la capacidad que tiene Valencia para organizar el evento.
En otras ocasiones, distintas ciudades espa?olas han sabido organizar eficientemente acontecimientos de mayor fuste y dificultad y el reconocimiento internacional derivado es, por ejemplo, una de las mayores garant¨ªas con que cuenta Madrid en su lucha por convertirse en sede ol¨ªmpica. Pese a que somos proclives al lamento y al derrotismo, es indudable que Espa?a est¨¢ ya dentro del privilegiado grupo de naciones ricas y ha alcanzado el suficiente desarrollo econ¨®mico, profesional y tecnol¨®gico para asumir retos como ¨¦ste sin que pueda inquietar el desdoro de nuestra imagen exterior. Pero esto no basta. Preocupa, y mucho m¨¢s si se tienen en cuenta los antecedentes sobre el aprovechamiento real de los esfuerzos en el largo plazo (casi todos desfavorables), que las acciones se centren exclusivamente en las tareas espec¨ªficamente ligadas a la Copa del Am¨¦rica y desatiendan otros prop¨®sitos de mayor importancia. La Copa del Am¨¦rica tiene variadas exigencias. Algunas de ellas est¨¢n ligadas al desarrollo de la propia competici¨®n y su rentabilidad a largo plazo es nula o muy dudosa. Constituyen un precio necesario para lograr otros objetivos, pero no pueden convertirse ni en el ¨²nico ni en el principal prop¨®sito de la operaci¨®n. Lo que realmente importa es proyectar ante el mundo las potencialidades de Valencia para asumir protagonismo en sectores econ¨®micos emergentes, sobre los cuales se atisban amplias posibilidades, pero cuya realidad actual presenta un balance insatisfactorio.
Tres oportunidades, tres retos
Las tres actividades que Valencia debe incorporar si quiere mantener o mejorar su competitividad de cara al futuro son las nuevas tecnolog¨ªas, la log¨ªstica y el turismo. Aunque en todas ellas Valencia tiene excelentes oportunidades, todav¨ªa no ha desarrollado los esfuerzos necesarios para poder extraer todo el potencial que atesora ni presenta activos que, en su estado actual, constituyan una base real para el liderazgo internacional. En el terreno de las nuevas tecnolog¨ªas, la disponibilidad de ense?anzas t¨¦cnicas con un nutrido n¨²mero de alumnos no se ve correspondida por la presencia de actividades empresariales relevantes a escala europea o mundial, pero ello no es ¨®bice para que puedan implantarse, teniendo en cuenta que la l¨®gica de localizaci¨®n de las actividades tecnol¨®gicas no sigue las pautas de la industrial. Valencia es una ciudad media, de tama?o adecuado para disponer de una buena estructura de servicios sin desplazamientos agotadores, con buena temperatura todo el a?o y satisfactorio clima social. Es la ciudad industrializada m¨¢s meridional de Europa, atributo decisivo que considero muy insuficientemente ponderado. Dentro de Valencia, El Cabanyal es un barrio estrat¨¦gico para acoger a profesionales y trabajadores del sector: est¨¢ muy pr¨®ximo al mar, tiene una traza urbana de fuerte personalidad, contiene elementos carism¨¢ticos que lo diferencian de los dem¨¢s barrios europeos y est¨¢ muy cerca de las Escuelas de Inform¨¢tica y Bellas Artes. Re¨²ne, por tanto, condiciones para, una vez remodelado, convertirse en un barrio de artistas cibern¨¦ticos, de dise?adores y otros profesionales inform¨¢ticos de alto nivel de renta. Un Sausalito europeo para cuya formalizaci¨®n se requieren inversiones en telecomunicaciones que aseguren accesos r¨¢pidos a la red. Y para los esc¨¦pticos sobre la viabilidad de una operaci¨®n semejante recomiendo que giren visita a Chueca, cuya especializaci¨®n residencial ha generado l¨®gicas urbanas autogestionarias de elevado dinamismo, impensables hace pocos a?os. Y hay otros ejemplos similares.
En el campo de la log¨ªstica, Valencia debe asumir su condici¨®n de charnela multidireccional del Sureste espa?ol. Es la puerta de acceso natural de las Baleares y la de entrada y salida del Sur (Alicante, Murcia y Andaluc¨ªa Oriental); conecta muy bien con Zaragoza y con Navarra y el Pa¨ªs Vasco (y lo har¨¢ a¨²n mejor cuando acabe de construirse la autov¨ªa por Teruel) y con Barcelona (aunque con infraestructuras manifiestamente mejorables); y es el puerto m¨¢s pr¨®ximo a Madrid. Pero requiere una mejor conexi¨®n entre Puerto y Aeropuerto (imposible en sus actuales emplazamientos) y la construcci¨®n de espacios log¨ªsticos en el entorno del by-pass o, mejor todav¨ªa, en un ¨¢rea m¨¢s alejada del actual una vez se considere la oportunidad de construir un by-pass nuevo que libere suelos intermedios para uso residencial e industrial, de forma que se evite la presi¨®n que actualmente sufre la huerta, que es uno de los atributos m¨¢s valiosos y definitorios de la personalidad valenciana.
En cuanto al turismo, queda mucho por hacer. La planta alojativa es insuficiente en cantidad y calidad; la oferta hostelera debe mejorar y cualificarse y no se ha aprovechado apenas el incre¨ªble potencial que tiene la l¨ªnea de costa. Valencia podr¨ªa disponer del 16% de la oferta nacional de playas urbanas cualificadas (si a tal categor¨ªa se incorporasen las de Pinedo y El Saler, as¨ª como las que pudieran crearse al Norte del ?rea Metropolitana), argumento m¨¢s que suficiente para proporcionar a la ciudad la masa cr¨ªtica suficiente para sostener una m¨¢s completa oferta de tiempo y mejorar su oferta comercial, cultural y muse¨ªstica (en buena medida tan desmesurada en n¨²mero y corta en contenidos como infrautilizada por los usuarios potenciales). La ¨²nica manera de hacer subsistir la Ciudad de las Artes y las Ciencias a largo plazo es conseguir que haya un considerable n¨²mero de usuarios rotatorios (quiz¨¢ m¨¢s de dos millones al a?o, que exigir¨ªan no menos de 10.000 plazas hoteleras espec¨ªficas), de forma que sea la demanda la que permita ampliar y mejorar sus deficientes contenidos.
Valencia tiene argumentos tur¨ªsticos m¨¢s que suficientes para atraer ese contingente de turistas, al margen de los visitantes de negocios, cuyas secuencias de tiempo apenas logran alimentar (y no de forma adecuada, como es palpable) la oferta hotelera y hostelera. El ¨¦xito de la Copa del Am¨¦rica estriba en que las actuaciones previstas para su celebraci¨®n se inserten en el marco de un prop¨®sito estrat¨¦gico. En tal caso, el evento constituye una buena excusa para atender a los compromisos estructurales de la ciudad y su celebraci¨®n ser¨¢ un ¨¦xito urbano y social. En caso contrario, y al margen de la valoraci¨®n que se haga de la organizaci¨®n, habremos desaprovechado una ocasi¨®n inmejorable para seguir avanzando en la cualificaci¨®n y diversificaci¨®n de nuestra estructura productiva, para lo que es urgente su terciarizaci¨®n. Tarea absolutamente necesaria que deber¨ªa acometerse al margen de que surjan acontecimientos externos de esta excepcionalidad.
El autor defiende que la Copa del Am¨¦rica es una ocasi¨®n
para acelerar la modernizaci¨®n de las infraestructuras que
contribuyan a la diversificaci¨®n de la cultura metropolitana
Jos¨¦ Miguel Iribas es soci¨®logo.
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