Un amargo abismo
No deja de ser sorprendente la gran acogida que Viaje al fin de la noche tuvo en la izquierda europea, lo que nos lleva a pensar que, mientras alababan el libro, no se apercibieron del peligro que corr¨ªan sus optimistas creencias en el futuro de la humanidad: "El hombre est¨¢ desnudo, despojado de todo, aun de la fe en s¨ª mismo. Mi libro es eso". Su libro era eso, la novela de un narrador dominado por un pesimismo profundo y por una falta casi absoluta de compromiso moral, lo que le permit¨ªa viajar con ins¨®lita audacia a donde nadie se hab¨ªa atrevido a ir, mostrar de la figura humana sus aspectos menos confesables en un intento -creo que esto lo dijo Julia Kristeva- de desvelar en la lengua una autenticidad enterrada, que no es otra que la verdad innombrable de la emoci¨®n.
?Y c¨®mo se llega a la emoci¨®n? Por el camino del estilo, por muy pesimista que sea uno y, por tanto, por l¨®gica, poco emprendedor. Pero C¨¦line, que era un pesimista radical, fue al mismo tiempo un profundo renovador de la novela del siglo pasado, tal vez porque, a pesar del amargo abismo en el que viv¨ªa, estaba fuertemente obsesionado en cambiarle a la literatura francesa el estilo: "Y digo que lo que se hace actualmente son novelas in¨²tiles, porque lo que cuenta es el estilo, y nadie quiere someterse al estilo". Nos hallamos, pues, ante una curiosa, aunque a decir verdad no demasiado sorprendente, paradoja: C¨¦line era a la vez pesimista y renovador. Y era alguien que sent¨ªa que, a excepci¨®n de los "peque?os dramas pederastas" de Proust, la literatura francesa del siglo XX no estaba a la altura de la ¨¦poca y era preciso que se comprendiera que la novela hab¨ªa dejado de tener la misi¨®n que tuvo en los tiempos de Balzac o Flaubert, pues su rol documental, e incluso el psicol¨®gico, hab¨ªa terminado.
Esto podr¨ªa llevarnos a pensar que C¨¦line fue un hombre de ideas cuando m¨¢s bien fue "un hombre de estilo". Los mensajes no eran el territorio ideal para quien ve¨ªa que era "muy dif¨ªcil inventar palabras, y muy dif¨ªcil cambiar de estilo. A tal punto que es justamente eso lo que le hace falta a nuestra peque?a civilizaci¨®n francesa, que habr¨¢ durado 400 a?os, cuatro siglos, nada de nada. Y est¨¢n aferrados a eso, porque ya no tienen fuerza, la pasi¨®n necesaria para cambiar el estilo".
Seguramente su aportaci¨®n m¨¢s importante a las letras fue la creaci¨®n de un personal¨ªsimo, amargo y terrible estilo que tuvo de compa?era de viaje la monstruosidad moral y anticl¨¢sica de su obra, aunque hoy d¨ªa, para qu¨¦ vamos a enga?arnos, esa monstruosidad forma parte del terror¨ªfico y desgraciado mundo en el que vivimos y, precisamente por esto, a estas alturas del desastre, C¨¦line es un cl¨¢sico.
Babelia
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