Un supervivente

Para quienes todav¨ªa no me conozcan, repetir¨¦ por en¨¦sima vez que a lo largo de mi larga, infructuosa y desarraigada existencia Navarra (mejor dicho Pamplona) ocupa un lugar central, pues viv¨ª all¨ª durante los veinte a?os de mi primera y fundamental formaci¨®n, de oto?o de 1939 a la misma ¨¦poca de 1959. As¨ª pues asist¨ª como lector durante sus primeros seis a?os al nacimiento de esta considerable obra que aqu¨ª se antologa, pues se publicaba en las p¨¢ginas del diario que yo mismo le¨ªa, que era y es el mejor de la prensa navarra de todos los tiempos. Su autor, Jos¨¦ Javier Uranga Santesteban (Pamplona, 1925), licenciado en letras, historiador y sobre todo periodista, nacido en una familia de la buena burgues¨ªa navarra -su padre presidi¨® la Caja de Ahorros de Navarra, propietaria del peri¨®dico que el hijo lleg¨® a dirigir a sus 32 a?os durante otros 28 m¨¢s y en el que sigue publicando hoy esta misma secci¨®n-, es el periodista m¨¢s importante de su generaci¨®n, el m¨¢s le¨ªdo, premiado e influyente, autor de varios libros y monograf¨ªas -y de dos poemarios-, que al final de su vida se ha resignado a la publicaci¨®n de este libro, que recoge un 10% de los art¨ªculos que ha publicado en esta secci¨®n que ahora cumple ya medio siglo de existencia.

Uranga (que aqu¨ª firma como Ollarra, "gallo" en vasco) es adem¨¢s un superviviente no tanto de su larga carrera y existencia como de un grave atentado de la propia ETA, pues uno de sus comandos atent¨® contra su vida a las puertas mismas de su peri¨®dico a principios de los a?os ochenta, cuando le dispar¨® 16 veces, incluido un tiro de gracia que le atraves¨® la cara, pero que pudo sobrevivir gracias a su naturaleza, a la suerte y a la rapidez de los buenos servicios m¨¦dicos de una regi¨®n muy bien dotada de ellos. Su figura sali¨® engrandecida de este miserable atentado, hasta el punto de que ni aparece en este volumen para nada. Pues aqu¨ª se trata de Navarra -sobre todo-, de sus hombres, de su tierra, de su historia, de su arte y sus artistas, sus monumentos, costumbres y paisajes, y de su defensa aut¨®noma y libre, con su identidad propia y sus fueros de principio a fin. Quiz¨¢ esa irreductible defensa y su negativa a unirse a cualquier comunidad "vasca" mucho m¨¢s inventada y menos vasca que la de la parte de Navarra propiamente dicha, cuyos valores tambi¨¦n defiende Ollarra a machamartillo, causaron ese miserable atentado contra su vida.

Ha sido y es un se?or y un dem¨®crata de siempre. A veces he colaborado en su diario, siempre me he llevado bien con ¨¦l, s¨®lo lamento un alejamiento final del que no somos culpables. Es un caballero conservador, liberal, franquista relativo, resignado y cr¨ªtico, colaborador dem¨®crata con UCD, los socialistas y UPN, lejos del PNV y de sus aliados, profundamente religioso y un buen escritor, capaz de admirar a adversarios como Baroja o Garc¨ªa Serrano. Una vez en Par¨ªs, leyendo la traducci¨®n de Proust de Ruskin (La Biblia de Amiens) descubr¨ª que en esa catedral est¨¢ enterrado san Ferm¨ªn, y ni corto ni perezoso lo cont¨¦ en un largo reportaje en su Diario de Navarra. ?Ser¨¢ verdad, entre tantas leyendas medievales encerradas en nuestras catedrales? Por lo menos all¨ª vi la tumba, pues hemos crecido entre los mismos templos y templanzas. Enhorabuena y que siga siempre "p'alante".