Rusia, en la encrucijada
EL CORD?N que ata a un poeta con su patria parece m¨¢s ¨ªntimo -y por ello m¨¢s complicado- en la persona de algunos poetas rusos. Mandelstam se ata a Rusia y se desata de ella, en los dos casos de manera voluntaria. No dejaba de haber nacido en Varsovia, en el seno de una familia jud¨ªa. Instalado en San Petersburgo, mantendr¨¢ su mirada cultural en Europa. Oriente y Occidente se conciben como l¨ªmites para una apasionada teor¨ªa de Rusia, donde el elogio queda compensado por la cr¨ªtica amarga. De la primera generaci¨®n de rusos enviados a estudiar al extranjero -nos dice- no regres¨® ni uno. "No volvieron por el simple motivo de que no existe vuelta del ser a la nada".
Como se ve, Mandelstam no incurre en el aldeanismo de aquellos nacionalistas que glorifican su peque?o feudo. Hay que tener en cuenta que el movimiento acme¨ªsta expresaba con insistencia su nostalgia de una cultura universal. La poes¨ªa tiene as¨ª efectos geopol¨ªticos, porque "derriba las fronteras de lo nacional, y los elementos de una lengua alternan con los de otra a trav¨¦s del espacio y el tiempo, pues todas las lenguas est¨¢n unidas por un v¨ªnculo de hermandad".
Su reflexi¨®n afecta a otros conceptos (porque no estamos hablando de naciones, aunque lo parezca, sino de verdaderas ideas). "En realidad Jap¨®n y China no son Oriente, sino los l¨ªmites de Occidente: son m¨¢s occidentales que Londres o Par¨ªs". Lo que entonces era una aventurada provocaci¨®n se puede dar ya por hecho consumado. El argumento afecta por el lado occidental a Francia (es decir, a su literatura): "En realidad, toda Madame Bovary est¨¢ escrita en tankas". Tambi¨¦n en este ¨¢mbito el siglo XX ha cumplido la intuici¨®n de Mandelstam: la novela centr¨ªfuga europea supone un canto del cisne. As¨ª destaca el poeta "la esterilidad literaria" de esta narrativa que ¨¦l denomina "budista".
El otro foco de Occidente lo sit¨²a Mandelstam en Roma: la Roma pagana y la Roma cat¨®lica, que desde lejos no son tan diferentes. Ambas han demostrado (especialmente a los otros) su condici¨®n de cultura que permanece. Incluso bajo su forma cat¨®lica (la cita la toma Mandelstam de Chaad¨¢ev): "?El Papa! ?Acaso no es m¨¢s que una idea, una vaga abstracci¨®n? Mirad a ese anciano llevado en palanqu¨ªn, hoy como hace mil a?os... ?Acaso no es un todopoderoso s¨ªmbolo del tiempo, no del que se mueve, sino del inm¨®vil?". Ponerse a pensar sobre la poes¨ªa tiene muchas consecuencias.
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