"Escolta, Espanya...!"
Har¨¢ cosa de un mes y con el desplante jaquet¨®n que le caracteriza, Rodrigo Rato record¨® a los silentes empresarios que le escuchaban en la hermosa nave de la Lonja barcelonesa que "el que no s¨®n pessetes s¨®n punyetes". As¨ª de claro y burdo. Tambi¨¦n por aquellos d¨ªas, Mariano Rajoy pronunci¨® una conferencia en el C¨ªrculo de Econom¨ªa de Barcelona, en la que, tras rechazar toda reivindicaci¨®n de reforma constitucional y estatutaria, ofreci¨® estabilidad pol¨ªtica como garant¨ªa de crecimiento econ¨®mico. Tras la conferencia, se me ocurri¨® manifestarle a un destacado miembro del gabinete presidencial monclovita que acompa?aba a Rajoy, mi extra?eza por una negativa tan radical a la generalizada demanda de reforma estatutaria existente en Catalu?a, ya que todas las fuerzas pol¨ªticas -salvo el Partido Popular- la han hecho suya. Una coincidencia de tales caracter¨ªsticas -a?ad¨ª- ha de responder a un extendido sentimiento de frustraci¨®n. La respuesta de mi interlocutor fue contundente: "En ocasiones, la oferta genera la demanda". A partir de ah¨ª, la conversaci¨®n subi¨® de tono: "Se demuestra una vez m¨¢s -dije- que el tema dominante de toda la historia espa?ola es la lucha por la hegemon¨ªa peninsular, o si quieres, cual ha de ser la estructura de poder vigente en Espa?a: si una pir¨¢mide con v¨¦rtice en Madrid, o una red con pluralidad de n¨²cleos". Me respondi¨®: "En eso tienes raz¨®n". "Adem¨¢s -conclu¨ª- lo malo es que, mientras languidece el impulso auton¨®mico, se consolida en Madrid un n¨²cleo de poder pol¨ªtico-financiero-funcionarial-medi¨¢tico, que condensa una capacidad de decisi¨®n superior a la ostentada en cualquier otra ¨¦poca anterior, incluido el tardo-franquismo. Recordemos lo sucedido, por ejemplo, con la opa de Gas Natural".
En esta interesada sacralizaci¨®n de la Constituci¨®n y de los Estatutos como dogmas intangibles -estabilidad a cualquier precio- se inscribe la incre¨ªble intromisi¨®n postelectoral de Mariano Rajoy en la pol¨ªtica catalana, al pedir apoyo a los empresarios para que Esquerra Republicana no resulte decisoria. Lo que sorprende del error de Rajoy es que lo haya cometido un hombre de su notoria inteligencia y de su acreditada habilidad. Ello pone de relieve la distancia sentimental creciente entre Catalu?a y el resto de Espa?a. Rajoy no ha percibido que su acci¨®n resulta inaceptable desde la sensibilidad catalana. Incluso para los que tiene pr¨®ximos, lo piensan y no se lo dicen.
As¨ª las cosas, debe reconocerse que la gran cuesti¨®n pendiente es a¨²n, en Espa?a, la definici¨®n de la estructura del poder pol¨ªtico. De ah¨ª que Pasqual Maragall se haya convertido en objeto de rechazo, cuando no de escarnio, para todos aquellos que, amparados en la situaci¨®n actual, ven cuestionada su situaci¨®n de privilegio, precisamente porque Maragall -en la m¨¢s pura tradici¨®n del catalanismo pol¨ªtico- tiene un proyecto alternativo de Espa?a. Un proyecto que descansa en una doble premisa: 1.? Catalu?a es una naci¨®n. 2.? Catalu?a forma parte de Espa?a, hist¨®rica, pol¨ªtica y jur¨ªdicamente.
Con la palabra naci¨®n, Maragall define a Catalu?a como una comunidad con conciencia clara de poseer una personalidad hist¨®rica diferenciada y voluntad firme de proyectar esta personalidad hacia el futuro mediante su autogobierno. Un autogobierno que comporta la autorregulaci¨®n de los propios intereses y el autocontrol suficiente de los propios recursos. Por consiguiente, no se trata -en palabras de Josep Maria Bricall- de recrear el pasado, sino de administrar el futuro. As¨ª, la autorregulaci¨®n de los propios intereses comprende aquellas materias que determinan de manera directa la calidad de vida de los ciudadanos: sanidad, ense?anza, pensiones, infraestructuras, ordenaci¨®n territorial, seguridad ... Y el autocontrol suficiente de los propios recursos constituye el presupuesto sin el que resulta ilusoria cualquier pretensi¨®n seria de autorregulaci¨®n de intereses.
Ahora bien, habida cuenta que no hay autogobierno sin un Estatuto que lo reconozca, si ¨¦ste resulta insuficiente, ha de ser modificado. Es cierto, no obstante, que el Estatuto no es m¨¢s que una herramienta, por lo que la exigencia de su modificaci¨®n no se agota en s¨ª misma, sino que s¨®lo se justifica por las mejoras concretas que aqu¨¦lla comporte en la gesti¨®n diaria. Necesidad de reforma que resulta evidente en una situaci¨®n como la actual, en la que la jurisprudencia estatalista del Tribunal Constitucional ha incidido en la esencia misma del concepto de autonom¨ªa, al neutralizar el concepto de competencia exclusiva -que es el m¨¢s emblem¨¢tico-, mediante la afirmaci¨®n simult¨¢nea de una competencia estatal concurrente. Esta doctrina permite al Estado actuar en materias que, Estatuto actual en mano, parec¨ªan exclusivamente auton¨®micas, al tiempo que le legitiman para retener recursos -financieros y no financieros- ciertamente determinantes. Y, por otra parte, resulta tambi¨¦n imprescindible el incremento de la participaci¨®n catalana en los ingresos del Estado, con modificaci¨®n de los porcentajes actuales, hasta hacer realidad la f¨®rmula de pagar seg¨²n la renta y cobrar seg¨²n el n¨²mero de habitantes.
Este concepto de naci¨®n como resultado de la voluntad y del trabajo de los hombres y mujeres que la integran, m¨¢s all¨¢ de su origen y de su cultura, tiene una extraordinaria potencialidad de futuro, al constituir un instrumento de efectiva integraci¨®n, que garantiza la subsistencia y asegura la continuidad del hecho nacional. Por otra parte, ¨¦ste es uno de los rasgos diferenciales del catalanismo de izquierda, basado en una concepci¨®n abierta de la catalanidad: el catalanismo entendido como un r¨ªo -en met¨¢fora de Josep Termes- que recibe, a lo largo de su recorrido, afluentes de las m¨¢s diversas procedencias. "Catalu?a como lugar de di¨¢logo y no de oraci¨®n, como ¨¢gora y no como templo, como punto de partida y no de llegada". En estas palabras se halla el n¨²cleo del pensamiento de Maragall, que ve Catalu?a como una sociedad plural, compleja y din¨¢mica, y no como una realidad hist¨®rica monol¨ªtica y cristalizada. Y es ah¨ª precisamente, en este impulso expansivo del catalanismo pol¨ªtico capaz de integrar a las sucesivas oleadas de inmigrantes, donde se halla la ra¨ªz profunda de su fuerza, que ha incidido y seguir¨¢ incidiendo decisivamente en el destino de Espa?a.
En segundo t¨¦rmino, afirmada la incontrovertible realidad nacional de Catalu?a, Maragall reconoce algo que tambi¨¦n es obvio: que, como resultado de un proceso hist¨®rico multisecular e irreversible, Catalu?a est¨¢ integrada pol¨ªtica y jur¨ªdicamente dentro del Estado espa?ol, de lo que deduce dos consecuencias:
1. Catalu?a ha de intervenir de manera activa en la conformaci¨®n de la estructura y las instituciones del Estado, pues, a fin de cuentas, si en Espa?a existe hoy un Estado Auton¨®mico -una generalizaci¨®n de las autonom¨ªas- es para dar salida al que, con a?eja expresi¨®n, se denominaba "problema catal¨¢n". El encaje constitucional del Pa¨ªs Vasco y Navarra no precisaba de esta f¨®rmula, al bastar la disposici¨®n adicional primera de la Constituci¨®n. Por consiguiente, Catalu?a ha de promover una reforma constitucional que comporte: 1. La conversi¨®n del Senado en una aut¨¦ntica C¨¢mara territorial. 2. La presencia directa de las Comunidades Aut¨®nomas en las instituciones europeas, para tratar de las cuestiones propias de su competencia. 3. La institucionalizaci¨®n de les relaciones auton¨®micas de colaboraci¨®n entre les Comunidades Aut¨®nomas y el Estado.
2. Los partidos catalanes han de procurar estar presentes en todos los centros de poder del Estado a su alcance, participando directamente en su gesti¨®n y asumiendo sin reticencias las responsabilidades correspondientes. Espa?a no es para Catalu?a una realidad ajena, sino el entorno inmediato en el que se desenvuelve su acci¨®n y a trav¨¦s del que se proyecta institucionalmente a Europa.
A esta doble tarea -reafirmaci¨®n efectiva de Catalu?a como naci¨®n y participaci¨®n leal y comprometida de Catalu?a dentro del marco espa?ol asumido tambi¨¦n como propio- se refiri¨® Pasqual Maragall, al iniciar su campa?a electoral, recordando los viejos versos de su abuelo: "Escolta Espanya la veu d'un fill / que et parla en llengua no castellana". Alguien que conoce bien a Maragall -Jaume Lor¨¦s- ha escrito: "Maragall ha sabido asimilar el catalanismo de su padre y el educado espa?olismo de su madre, formada en la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, en Madrid". No acertar a ver lo que del mejor regeneracionismo hisp¨¢nico -profundamente sentido y querido- hay en esta propuesta de entendimiento, constituir¨ªa un error grav¨ªsimo.
En efecto, la definitiva derrota de este proyecto de concordia supondr¨ªa el ocaso de la Espa?a plural, ¨²nica posible, a manos de los nacionalismos excluyentes -por conservadores- de uno y otro lado del Ebro. No s¨¦ lo que suceder¨¢, pero quiero pensar que no es posible que el inter¨¦s y la ceguera de unos erosionen, d¨ªa tras d¨ªa, el cada vez m¨¢s d¨¦bil sentido de pertenencia de otros. No cabe que una rigidez impostada y una displicencia sostenida conviertan en ominosa la vida en com¨²n. Porque, si as¨ª fuere, habr¨ªan resultado premonitorios los versos amargos con los que el mismo Joan Maragall cerr¨® su "Oda a Espanya": "Has desapr¨¨s d'entendre an els teus fills? / Ad¨¦u Espanya". Y esto no puede, no debe ser.
Juan-Jos¨¦ L¨®pez Burniol es notario.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.