El Atl¨¦tico pone cara de duro

El Atl¨¦tico quiere convertirse en un tipo duro. En un h¨¦roe poco atractivo y silencioso, pero que sabe muy bien lo que se trae entre manos. En un equipo ¨¢spero, econ¨®mico en el gesto pero efectivo. Uno de esos grupos que no deja jugar y usa sus armas con la precisi¨®n de un cirujano. Parece que le gusta esa idea. Esa imagen. Y est¨¢ bien cuando quien la ejecuta, realmente, sabe lo que se trae entre manos. A¨²n no es el caso del equipo de Manzano, que venci¨® al M¨¢laga en un encuentro plagado de errores defensivos por ambos bandos, muy desordenado, y en el que nadie quiso pedirse la responsabilidad de ocupar el centro del campo y llevar el peso del partido.

Ni el M¨¢laga ni el Atl¨¦tico consideraron ni por un segundo que la pelota tuviera que pasar por el centro del campo. Bueno, s¨ª que tuviera que aparecer fugazmente por all¨ª, pero desde luego no para detenerse. En esa competici¨®n de balones largos, el M¨¢laga, sobre todo en los ¨²ltimos diez minutos de cada periodo, sac¨® m¨¢s ventaja y ejecut¨® la suerte con m¨¢s precisi¨®n e intenci¨®n, sobre todo Duda. Tanto Miguel ?ngel como Edgar o Manu hicieron de la velocidad su recurso principal, y a base de r¨¢fagas de viento y env¨ªos paralelos a la l¨ªnea de banda encerraron a los rojiblancos en su ¨¢rea.

Simeone y Lequi tiraron del manual de supervivencia. Un despeje forzado aqu¨ª, un agarr¨®n all¨¢, una acrobacia en el ¨²ltimo momento o una bota salvadora antes de que alg¨²n jugador del M¨¢laga fusilara. Aunque tampoco el conjunto malague?o hizo nada del otro jueves y lo m¨¢s peligroso que firm¨® en todo el encuentro, junto a un cabezazo de Miguel ?ngel que sali¨® alto al principio del segundo tiempo, fue un lanzamiento de falta de Duda en el minuto diez que detuvo con agilidad Burgos.

En definitiva, el Atl¨¦tico recul¨®. Esper¨® atr¨¢s. Fue impreciso en los pases. Rechaz¨® la posibilidad de explotar las bandas. Movi¨® la pelota a trompicones y decidi¨® hacer del gol de De los Santos en los primeros cinco minutos una justificaci¨®n para esperar atrincherado a que llegase una ocasi¨®n que cerrase el partido o, en su defecto, el pitido final. Acert¨® en su espera y el gol de Nikolaidis a¨²n reforz¨® m¨¢s la actitud contemplativa del Atl¨¦tico.

Ibagaza hizo cosas buenas. Pero pocas. Entre ellas, un pase en forma de globo pinchado a Nikolaidis para que el griego anotase el segundo tanto rojiblanco. Jug¨® en un lugar ¨¢rido que en este Atl¨¦tico cada vez m¨¢s es tierra de nadie. En esa zona de tres cuartos donde reinan los brazos abiertos y el juego de espaldas de Nikolaidis o la aventura de driblador solitario de Fernando Torres. Esa zona del campo donde, en el Atl¨¦tico, no queda nadie por delante de la pelota. Torres, por cierto, estuvo bastante m¨¢s escondido de lo habitual. Puede que pesase en su actitud el encontrarse a una tarjeta de las cinco que acarrean suspensi¨®n. Sobre todo, teniendo en cuenta que el siguiente partido es el derby contra el Madrid. Al final, no vio ninguna amonestaci¨®n y jugar¨¢ en el Bernab¨¦u.

S¨®lo en una ocasi¨®n combinaron con criterio los de Manzano en el primer periodo. Un taconazo muy inteligente de Ibagaza a Sergi sirvi¨® para que el lateral profundizara por la izquierda y metise un centro al ¨¢rea que Musampa cabece¨® alto. En el segundo tampoco hilvanaron ninguna jugada compleja. De hecho, el tanto de Nikolaidis fue fruto de la estrategia.

El M¨¢laga se descosi¨® con los cambios. Entraron Ins¨²a y Leko para reemplazar a Manu y Miguel ?ngel cuando quedaba m¨¢s de media hora para el final. Y aunque el argentino Ins¨²a estrell¨® un bal¨®n en el larguero, las sustituciones rompieron el ritmo del equipo malague?o. Entre otras cosas, por el efecto domin¨® de cambio de posiciones que supuso.

Por ahora, el Atl¨¦tico s¨®lo pone cara de duro. Pero le funciona: ya lleva cuatro partidos seguidos ganados en casa. Y ocho consecutivos marcando.