Sobre la ambig¨¹edad

Despu¨¦s de representaciones en 25 ciudades tras su presentaci¨®n en El Escorial hace aproximadamente a?o y medio, La locura de un tenor, espect¨¢culo ideado por Enrique Viana, ha llegado a Madrid. El tiempo transcurrido desde el estreno no ha pasado en balde y as¨ª el tenor madrile?o ha cogido muchas tablas como actor y showman, dosificando el ritmo esc¨¦nico con precisi¨®n y buen tino. Viana muestra lo que m¨¢s le interesa de los entresijos del mundo oper¨ªstico. Ha ganado en libertad y, por as¨ª decirlo, ha definido un terreno creativo conquistando un espacio propio. A pesar de m¨¢s de una obviedad en el gui¨®n, el espect¨¢culo se ve con agrado. Destaca, en cualquier caso, la resoluci¨®n de la escena final, con una interpretaci¨®n del aria de Nadir en Los pescadores de perlas una vez m¨¢s portentosa, ayud¨¢ndose de una escalera para producir el efecto de subir a la Luna. Es aqu¨ª donde los recursos l¨ªricos, po¨¦ticos y teatrales se integran con m¨¢s atractivo, lo que hace pensar que tal vez el protagonismo apabullante de la faceta c¨®mico-par¨®dica suponga una limitaci¨®n. La locura de un tenor es un espect¨¢culo sobre la ambig¨¹edad, que se aligera con algunos t¨®picos. Las canciones, en su gran mayor¨ªa pertenecientes al repertorio franc¨¦s, son resueltas con el peculiar dominio del tenor de la cultura del agudo. El pianista se integra en el desarrollo de la historia, incluso como actor. La amabilidad acaba por imponerse tras una primera apariencia corrosiva.