Mujeres encerradas

Hay en este texto de Giovanni Clementi esa capacidad tan italiana para el esperpento, que tendr¨ªa su correspondencia en algunas pel¨ªculas de Berlanga, y una decidida propensi¨®n a crear a los personajes a partir de lo que dicen, lo que lo dir¨¢ casi todo acerca de su situaci¨®n. Cuatro mujeres de distinta edad y condici¨®n se ven en el locutorio de una prisi¨®n, y ah¨ª tratan de ajustar sus cuentas con ellas y con el mundo, con la diversidad de su situaci¨®n y con ese estrafalario mundo exterior representado por una inquietante visitante. Se trata de sugerir que, en el fondo, las cuatro mujeres (una reclusa, dos funcionarias y la metaf¨®rica visitante) ser¨ªan v¨ªctimas m¨¢s o menos conscientes de una misma situaci¨®n: la que las genera.

Una escenograf¨ªa abierta de Salva Bolta, que sugiere elementos concentracionarios (en los apoyos de iluminaci¨®n, en los bancos que sirven de recorte), pero que no es, con todo, tan asfixiante como un locutorio de prisiones, acoge una gran actuaci¨®n de Cristina Fenollar, a veces algo estrepitosa para mi gusto, siempre bien secundada por sus compa?eras, en especial por Inma Sancho. Hay mucha violencia verbal, y de la otra, en un montaje lleno de furia y densos momentos de calma donde la direcci¨®n de Salva Bolta llega con los matices precisos hasta el espectador, aun cuando en ocasiones se refugie en los registros l¨ªricos. El resultado es un testimonio, duro y tierno a la vez, un trabajo de mujeres donde brilla el texto que las lleva y su diseminaci¨®n de apariencia cinematogr¨¢fica.