Muchas tareas pendientes en Afganist¨¢n
Una asociaci¨®n de mujeres critica la terrible realidad de su pa¨ªs
Por los ojos de Sahar Sabaa han pasado im¨¢genes terribles. En su retina han quedado grabadas escenas de huidas y desesperaciones, de miedo y escondites, de campos de refugiados y guerras. Pero lo peor es que, a sus 30 a?os, todo aquello no se ha convertido en un penoso recuerdo, sino que escenas e im¨¢genes similares siguen dilatando sus pupilas cada d¨ªa que pasa en Afganist¨¢n.
Cuando se cumplen dos a?os de la ca¨ªda del r¨¦gimen talib¨¢n. Cuando los libros sobre los mayahidin, las madrasas (escuelas de formaci¨®n cor¨¢nica donde se cultivaban los talibanes) y los se?ores de la guerra ya no se venden como churros. Cuando cuesta trabajo situar de nuevo a Afganist¨¢n con sus principales ciudades (Kabul y Kandahar) en el mapa. Cuando el Gobierno afgano de Hamid Karzai, apoyado por las fuerzas estadounidenses, est¨¢ a punto de aprobar una Constituci¨®n que establezca las nuevas reglas del juego en el pa¨ªs el pr¨®ximo mes de diciembre. Cuando, incluso, est¨¢n previstas unas elecciones generales para el mes de junio... Sahar Sabaa viene, de la mano de la asociaci¨®n Paz Ahora y en representaci¨®n de la Asociaci¨®n Revolucionaria de Mujeres de Afganist¨¢n (RAWA), a recordar que nada ha cambiado, "que Karzai sigue siendo una marioneta, prisionero en manos de la Alianza del Norte, y que la gente no olvida tan r¨¢pidamente".
"La gente cree que ya no hay secuestros ni violaciones, y son cotidianos en casi todo el pa¨ªs"
Sabaa se refiere a la ¨¦poca de los yihadist, los guerrilleros afganos que tomaron Kabul en 1992 y sumieron al pa¨ªs durante a?os en un estado de terror en el que los secuestros, las violaciones, los encarcelamientos y las muertes eran algo frecuente. "Aqu¨¦llos son los mismos que hoy se han hecho con el poder con el apoyo de EE UU, los mismos que impusieron el burka a las mujeres.", insiste.
Desde los siete a?os, desde que las tropas sovi¨¦ticas invadieron el pa¨ªs (1979), Sabaa ha vivido en campos de refugiados de Pakist¨¢n. Primero con sus padres y hermanos, y luego sola, bajo la protecci¨®n y la educaci¨®n social y pol¨ªtica de RAWA, una organizaci¨®n fundada por mujeres afganas en 1977 para defender valores democr¨¢ticos y que ha sobrevivido, en la clandestinidad, a la invasi¨®n sovi¨¦tica, a los muyahidin, a los talibanes despu¨¦s, a la guerra tras el 11-S y a la actual posguerra.
Sabaa es una de las 2.000 activistas de la asociaci¨®n, que se encuentran infiltradas en la sociedad afgana dando educaci¨®n, medicamentos y trabajo a las mujeres y ni?os que permanecen ignorados en el pa¨ªs.
"La gente piensa que desde que llegaron las tropas estadounidenses las mujeres no llevan burka, y el 80% lo sigue llevando. Se creen que ya no hay secuestros ni violaciones, y son cotidianos en casi todo el pa¨ªs, caracterizado ahora por una enorme inseguridad", explica.
Seg¨²n Sabaa, Kabul es la ¨²nica ciudad en la que se puede vivir con cierta tranquilidad, gracias a la presencia de las Naciones Unidas. "Y se ha convertido en el escaparate de las fuerzas occidentales que est¨¢n en el pa¨ªs de cara al exterior, pero ?y el resto? Afganist¨¢n tiene 24 millones de habitantes", dice.
En su opini¨®n, la guerra de Irak ha borrado del mapa a Afganist¨¢n, "que ya no recibe tanta ayuda internacional y que no aparece en los medios. Es como si hubiera desaparecido".
Son momentos cruciales para Afganist¨¢n. La nueva Constituci¨®n que ver¨¢ la luz en diciembre pretende declarar al pa¨ªs rep¨²blica isl¨¢mica presidencialista, frente a los deseos de estas mujeres de crear un Estado laico. Pretende declarar el islam religi¨®n oficial, frente al respeto a la pluralidad religiosa existente en el pa¨ªs que defiende RAWA. Pretende reconocerle derechos a las mujeres, "pero sin establecer penas si son violados, y las nueve mujeres que est¨¢n en la comisi¨®n de la Constituci¨®n pertenecen a organizaciones fundamentalistas", dice Sabaa. Pretende establecer una econom¨ªa de mercado, "pero no afronta una reforma agraria que obligue a un reparto de tierras y quite el poder a los se?ores feudales, que someten al campesinado y sostienen el fundamentalismo".
Karzai ha asegurado que no es pronto para realizar todas las reformas, pero algo falla cuando "puede darse la paradoja de que las mujeres vayan a votar lo que les digan sus maridos con el burka puesto", dice Sabaa. Y cuando ella misma sigue ocultando su identidad y su rostro.
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