El dif¨ªcil adi¨®s a Mussolini
La renuncia de Fini a la tradici¨®n fascista divide a la Alianza Nacional italiana
"Es como si el Papa se asomara a la ventana en la plaza de San Pedro y anunciara que Dios no existe y se hace ateo". La frase fue pronunciada el lunes por Francesco Storace, presidente del Lazio (regi¨®n de Roma), uno de los dirigentes neofascistas de Alianza Nacional a los que su l¨ªder y vicepresidente del Gobierno, Gianfranco Fini, dej¨® helados al proclamar la semana pasada que el r¨¦gimen de Benito Mussolini hab¨ªa sido "el mal absoluto". AN, el partido heredero del fascismo, est¨¢ en ebullici¨®n. La marcha de la diputada Alessandra Mussolini, nieta del dictador, podr¨ªa ser el primer paso hacia una escisi¨®n potencialmente fatal para toda la coalici¨®n conservadora de Silvio Berlusconi.
El grueso del neofascismo ya dio un gran paso hacia la moderaci¨®n en 1994, cuando renunci¨® a su viejo nombre, Movimiento Social Italiano, y decidi¨® mirar al futuro. Dej¨® en la ultraderecha radical a tres peque?as formaciones negras (Frente Nacional, Fuerza Nueva y Movimiento Social) y, de la mano de Berlusconi, entr¨® en el Gobierno por primera vez en 50 a?os. Desde de que Mussolini fue colgado en una gasolinera de Mil¨¢n, el fascismo hab¨ªa sido una fuerza influyente en las zonas m¨¢s oscuras del Estado, pero pol¨ªticamente maldita. Fini se hizo con el partido ultra de Giorgio Almirante y lo condujo a la respetabilidad, con una franja electoral de entre el 10% y el 15% de los votos.
Para Fini, sin embargo, eso no era suficiente. Se trata de un pol¨ªtico joven, preparado y persuasivo, convencido de que el inmenso hueco centrista que dej¨® la implosi¨®n de la Democracia Cristiana puede ser suyo el d¨ªa en que Berlusconi y su partido-empresa, Forza Italia, desaparezcan de la escena. Sabe que la mayor¨ªa del partido est¨¢ con ¨¦l. Y tiene prisa. Demasiada, seg¨²n algunos de sus compa?eros. "Estoy muy harto de que tengamos que correr todos detr¨¢s de Fini", dijo ayer el parlamentario Teodoro Buontempo.
El plan de Fini para integrar AN en el Partido Popular europeo ya caus¨® en verano algunos conflictos internos. El mes pasado sorprendi¨® a todos al reclamar el derecho de voto para los inmigrantes. Fini consigui¨® despu¨¦s una invitaci¨®n para visitar Israel que constitu¨ªa, de hecho, una homologaci¨®n internacional. Sus compa?eros de partido aceptaron el viaje como un mal trago que hab¨ªa que pasar para que en Washington se viera a AN como una aut¨¦ntica fuerza de gobierno.
Lo que nadie esperaba, ni los moderados ni quienes desde 1994 consideraban a Fini como un traidor, era la dureza con que el presidente del partido conden¨® el mi¨¦rcoles pasado a Mussolini. Al d¨ªa siguiente, la nieta Alessandra se dio de baja en AN para crear una entidad llamada Libertad de Acci¨®n. "Una cosa", proclam¨®, "es mirar hacia el futuro; otra muy distinta es renegar de un pasado del que nos sentimos orgullosos". El presidente regional Storace habl¨® de la posibilidad de sumarse a una escisi¨®n que podr¨ªa incluir tambi¨¦n al ministro de Agricultura, Antonio Alemanno, a una cantidad indeterminada de militantes y a cientos de miles de votantes nost¨¢lgicos. Los rebeldes convocaron para hoy una reuni¨®n en un hotel de Roma, con una asistencia esperada de 3.000 personas.
Pero Fini est¨¢ dispuesto a ganar el pulso. Ha convocado un congreso extraordinario de AN para el 20 de diciembre. "Si es necesario", anunci¨®, "votaremos y contaremos, porque yo no doy marcha atr¨¢s". Los rebeldes recogieron el guante. "Seg¨²n los sondeos, al menos el 20% de los votantes de AN est¨¢n contra Fini. Eso", amenaz¨® Storace, "supone un mill¨®n de votos, con los que podemos enviar el Polo [la coalici¨®n de Berlusconi] a la oposici¨®n".
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