Turnitin comprueba y certifica la originalidad de los trabajos estudiantiles
La empresa californiana criba al mes 600.000 trabajos. Sus 9 millones de clientes le env¨ªan sus ensayos a cambio de un certificado de autenticidad. Universidades de 51 pa¨ªses usan sus servicios
Internet se ha convertido en una fuente de informaci¨®n inagotable. Para bien o para mal. Lo malo puede ser que los estudiantes utilicen el material de la Red para plagiar sus trabajos acad¨¦micos. Un n¨²mero cada vez mayor de universidades e institutos de todo el mundo, especialmente de Estados Unidos, contratan los servicios de empresas especializadas en utilizar programas de software para cerciorarse de que los trabajos de sus estudiantes son originales.
Un 38% de los universitarios estadounidenses reconoce practicar el corto y pego de Internet cuando realiza sus trabajos, seg¨²n los resultados de una encuesta dirigida por Donald McCabe, de la Universidad Rutgers, entre 18.000 estudiantes de 23 campus diferentes. El dato representa un notable aumento frente al 10% del a?o anterior. Aun as¨ª, el material impreso es la fuente preferida para el plagio: un 40% de los estudiantes reconoce haber copiado de esta fuente.
Ante esta situaci¨®n las universidades han contratado los servicios de algunas empresas que comparan los trabajos de los alumnos con el material de Internet y bases de datos propios para certificar que el escrito es original.
Una quinta parte de los docentes estadounidenses reconoce que utiliza alg¨²n programa o servicio espacializado para comprobar que sus alumnos no se la dan con queso, seg¨²n el estudio de McCabe, dato que se eleva hasta un tercio en las facultades de letras.
En 2001, el profesor Louis Bloomfield conmocion¨® el mundo educativo en EE UU al destapar un caso de fraude a gran escala en la Universidad de Virgina, centro decano del pa¨ªs. M¨¢s de 158 alumnos fueron acusados de plagio en sus trabajos, y 48 ser¨ªan expulsados meses despu¨¦s. Bloomfield, que llevaba varios semestres recibiendo en formato digital los trabajos para su curso de introducci¨®n a la f¨ªsica, desarroll¨® un programa, WCopyfind, para cotejar los ensayos con el que descubri¨® a los plagiadores.
En los ¨²ltimos a?os han proliferado sitios que ofrecen cat¨¢logos de trabajos acad¨¦micos de forma gratuita, como por ejemplo EssayMill.com o TermPapers.com. En Espa?a, El Rinc¨®n del Vago recopila apuntes y trabajos. Su responsable, Javier Castellano, asegura que el sitio se utiliza m¨¢s como fuente de informaci¨®n: "Lo que m¨¢s se descargan del sitio son apuntes, no los trabajos".
En un grado m¨¢s de sofisticaci¨®n, The Paper Store vende ensayos a medida del estudiante, que fija el tema y elige el n¨²mero de p¨¢ginas de su trabajo. Por 30 d¨®lares lo recibe en cuatro d¨ªas y por diez d¨®lares es posible comprar uno de los ensayos archivados en la p¨¢gina.
Una b¨²squeda por arrecifes de coral (coral reef, en ingl¨¦s) ofrece la opci¨®n de comprar un escrito de seis hojas que trata de la ecolog¨ªa de los arrecifes de Hawai u otro que aborda el impacto que El Ni?o caus¨® en estos ecosistemas marinos en 1997. Sin embargo, menos del 5% de los estudiantes se aventuran a plagiar literalmente un trabajo sacado de Internet, seg¨²n el estudio de McCabe.
El sistema universitario anglosaj¨®n, a diferencia del espa?ol, se basa en la entrega continua de trabajos, todas las semanas, "primero de dos hojas, despu¨¦s de cuatro y despu¨¦s de ocho", explica Vicente For¨¦s, profesor de la Universidad de Valencia y de la Universidad de Tejas, donde ha ense?ado lo ¨²ltimos dos cursos. Una de las razones para usar estos programas de detecci¨®n es la costumbre extendida, dice For¨¦s, de entregar en formato electr¨®nico los trabajos.
La preocupaci¨®n de las universidades de EE UU se refleja en sus portales, donde se explican a los estudiantes c¨®mo deben citar sus fuentes para evitar ser acusados de plagio, y en las directrices que dan a los profesores para detectarlo. "El plagio es un serio problema y las universidades toman cada vez m¨¢s medidas para atajarlo", explica por e-mail Morton J. Mendelson, vicedecano de asuntos acad¨¦micos de la Universidad de McGill. Varios cursos de esta instituci¨®n canadiense usan los servicios de Turnitin, que comprueba la originalidad. "Los estudiantes env¨ªan sus trabajos a la empresa, y a cambio reciben un certificado de lo que entregan a su profesor", dice Mendelson.
La Universidad de California, en Los ?ngeles, y la de Georgetown tambi¨¦n lo usan. Antes, dicen en Georgetown, las comprobaciones se hac¨ªan a mano, con buscadores.
Varios miles de centros acad¨¦micos de 51 pa¨ªses han contratado los servicios de Turnitin, empresa californiana fundada en 1996 por John Barrie, un doctor en biof¨ªsica de la Universidad de Berkeley.
Su empresa criba 600.000 trabajos al mes, en busca de quiens simplifican su trabajo copiando. Cubren con su servicio a nueve millones de alumnos, seg¨²n Barrie. "Muchos estudiantes utilizan Internet como una enciclopedia de 3.000 millones de p¨¢ginas listas para copiar y pegar. Recibimos unos 20.000 ensayos diarios y el 30% de ellos tienen niveles significativos de plagio". Cada trabajo queda almacenado para comprobar que no es utilizado por ning¨²n otro estudiante. Adem¨¢s registran la Red en busca de informaci¨®n que pueda ser utilizada y la almacenan "a un ritmo de 40 millones de p¨¢ginas por d¨ªa".
My Drop Box ofrece servicios similares y WCopyfind, creado por Louis Bloomfield, es un programa gratuito que los profesores instalan en su ordenador, desde donde hacen la revisi¨®n. EVE, muy similar, es de pago.
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