Seducci¨®n y decepci¨®n
Se las sabe todas Woody Allen sobre s¨ª mismo y su paisaje ¨ªntimo de Manhattan. Todo lo dem¨¢s es un retorno al arranque, a los cimientos de ese paisaje ¨ªntimo, hundidos en el instante fundacional de Annie Hall. Allen sabe que este viejo filme es ya una leyenda y que no es posible -ni siquiera a ¨¦l, que la invent¨®- desacralizarla. La c¨¦lebre pel¨ªcula es ya m¨¢s que celuloide, es asfalto neoyorquino; y Allen rescata su aliento dando un rodeo, trazando alrededor de ella un rizo lleno de vac¨ªo, como el de Todo lo dem¨¢s, un circunloquio alrededor de nada.
Dentro de Todo lo dem¨¢s brincan salpicaduras del oficio c¨®mico de Allen, pero la fertilidad de su inventiva cede esta vez terreno a la rutina y el nuevo filme sabe a sabido, a ya dicho, a ya visto. El inefable toque mis¨®gino de Allen -siempre inteligente y a veces con explosiva gracia- deriva en Todo lo dem¨¢s hacia un tosco golpe mis¨®gino. El trazo grueso ocupa el lugar del trazo invisible en la galer¨ªa de retratos del lado femenino de Todo lo dem¨¢s, de manera que Cristina Ricci y su mam¨¢ Stockard Channing ofrecen un d¨²o de mujeres tan vac¨ªas e insoportables que ponen en entredicho no s¨®lo la solidez del personaje que las aguanta -Jason Biggs, que dice cosas listas, pero se comporta como un imb¨¦cil-, sino tambi¨¦n, y es lo grave, la verdad del filme.
TODO LO DEM?S
Direcci¨®n y gui¨®n: Woody Allen. Int¨¦rpretes: Woody Allen, Jason Biggs, Stockard Channing, Cristina Ricci, Danny DeVito, Jimmy Fallon. G¨¦nero: comedia. Dream Work Pictures, Estados Unidos, 2003. Duraci¨®n: 115 minutos.
El dibujo de ambas mujeres peca, hasta los alrededores de la caricatura, de esquematismo. Esto funcionar¨ªa en una farsa, pero no funciona en una comedia que, para m¨¢s inri, no va de desmelenada, de loca, sino de serena, equilibrada, suave y seria; y es efectivamente seria en el otro lado de aquellos dos irreales borrones de sombras de mujer; es decir, en el lado masculino del juego a que juegan con, ¨¦stos s¨ª, verdadera originalidad y gracia Woody Allen -que resucita el autorretrato ir¨®nico que esculpi¨® en Annie Hall y otras obras de su ¨¦poca de forja- y su joven alter ego Jason Riggs, que componen un precioso gag sostenido e inagotable: el de un viejo escritor neoyorquino de vuelta de todo que instruye a un joven colega en el arte del fracaso y cuya filosof¨ªa se autorradiograf¨ªa en esta feroz proclamaci¨®n de pesimismo sobre el mundo de hoy: "Si un tipo se sube al escenario del Carneggie Hall y se pone a vomitar, no faltar¨¢ alguien dispuesto a considerarlo una obra de arte". Y, escindida entre una farsa elemental y frustrante y una comedia seria de fuste, Todo lo dem¨¢s cautiva a ratos y decepciona como conjunto, lo que no es nuevo en la obra de este inmenso comediante.
Babelia
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