Esp¨ªas
Las exequias de siete esp¨ªas espa?oles muertos en una emboscada que la suma de sus averiguaciones no bast¨® para prever, han sido noticia en estos ¨²ltimos d¨ªas. Un aparente contrasentido: por definici¨®n, el Estado no reconoce la existencia de sus esp¨ªas, y mucho menos la airea; si un esp¨ªa muere en acto de servicio, es enterrado en el anonimato. ?stos, en cambio, reciben reconocimiento p¨²blico y funerales de Estado.
El hecho no debe sorprendernos. Hasta ahora, el empe?o de Espa?a por participar en la guerra de Irak hab¨ªa consistido en espor¨¢dicas asistencias de pasillo, pero no en la ruda camarader¨ªa de un campo de batalla siquiera virtual. La tr¨¢gica muerte de siete esp¨ªas cambia las cosas: por fin estamos en guerra. A diferencia de la guerra convencional o cl¨¢sica, que libraban los ej¨¦rcitos en formaci¨®n, desplegados estrat¨¦gicamente en amplios campos de batalla, las guerras modernas o posmodernas son larvadas, y s¨®lo adquieren su antiguo car¨¢cter ritual en la retransmisi¨®n de unos bombardeos prolongados y la exhibici¨®n de unas naves espaciales que los pa¨ªses de medio pelo no pueden mostrar porque no les alcanza el presupuesto. Por esto hay que aprovechar sucesos luctuosos como el que ahora nos ocupa para volver al ritual de la guerra, aunque sea con elementos tan anacr¨®nicos como las banderas y los toques de clar¨ªn. En ello no creo que haya cinismo. Doy por sentado que todos deploran la muerte violenta de unos compatriotas, que nadie la manipula. La ceremonia es bienintencionada. S¨ª creo, en cambio, en una intenci¨®n inconsciente de m¨¢s largo alcance. Porque el sentido primordial de la guerra no es tanto la conquista transitoria de un territorio ajeno, sino su funci¨®n aglutinante. En una situaci¨®n b¨¦lica, el Estado asume el mando, en exclusiva, sin interferencias, y tambi¨¦n la gesti¨®n de la cosa p¨²blica, incluida, si procede, la corrupci¨®n. Los modernos Estados son fruto de la guerra no en su aspecto geogr¨¢fico, sino administrativo. Ganarla o perderla da lo mismo: otras vendr¨¢n; los Estados siempre est¨¢n en guerra o en periodo de entreguerras. Porque si la agresividad es consustancial a la naturaleza humana, la guerra es parte del c¨®digo gen¨¦tico del Estado. Cumplida su misi¨®n, descansen en paz nuestros esp¨ªas.
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