En la jungla de las ciudades
Hay mucho del mejor Brecht en este nuevo montaje que nos regala Carles Alfaro. No s¨¦ si en el texto, para mi desconocido hasta ahora, de Howard Korder, pero s¨ª en la construcci¨®n esc¨¦nica del gesto social de muy diversos habitantes de la gran ciudad y en ese distanciamiento latente que introduce la presencia constante de los personajes antes y despu¨¦s de representar sus papeles fragmentados. La ciudad son las luces, y lo que ocultan tras sus destellos, pero tambi¨¦n esa especie de coro mudo pero omnipresente de unos personajes que vendr¨ªan a ser la mirada multifac¨¦tica sobre la ciudad inmensa.
El argumento, muy bien desarrollado, ser¨ªa aqu¨ª lo de menos (una empleada de unos grandes almacenes, reci¨¦n llegada a la gran ciudad, se hace amiga de una compa?era m¨¢s viajada, y se echa un novio con graves problemas de conducta, hasta que las chicas conocen a dos peces gordos que cambiar¨¢n en algo la perspectiva de sus vidas), si no jugara de una manera tan astuta con el brillo de la ciudad nocturna, el subsuelo de Dostoievski y el desconcierto de la conducta humana. El argumento, cosa menos frecuenta de lo que parece, va adquiriendo una densidad notable a medida que se entrecruzan los pasajes que lo componen. Y a¨²n as¨ª, ser¨ªa poca cosa -tal vez un digno melodrama costumbrista- si la orientaci¨®n del montaje no situara el asunto bajo el acertijo de otro lugar de referencia, de manera que es l¨ªcito pensar que Carles Alfaro ha sabido llevar el texto al terreno que m¨¢s le conven¨ªa, y ah¨ª reside el primer gran acierto de un montaje de mucho calibre. ?El resumen? Que la ciudad grande se construye destruyendo a las personas que la habitan.
Les llums
De Howard Korder, en traducci¨®n de Carmen Castillo y Ferran Catal¨¤. Int¨¦rpretes, Mart¨ªn Cases, Albert Forner, Carme Juan, Juansa Lloret, Pau Pons, Juanjo Prats, Julio Salvi. Vestuario, Joan Miquel Reig. Iluminaci¨®n, espacio esc¨¦nico y direcci¨®n, Carles Alfaro. Espai Moma. Valencia.
Una escenograf¨ªa de mucho aliento y de una conseguida intenci¨®n totalizadora acoge un desarrollo parsimonioso de la acci¨®n que la revive, porque es necesario que las grandes cosas se abran paso lentamente. En esta potente versi¨®n neoyorquina de los peores fantasmas de El Bosco, hay que decir, en lo que tiene que ver con los int¨¦rpretes, que nunca Julio Salvi hab¨ªa estado mejor haciendo de desvalido, que Juanjo Prats est¨¢ genial como alto cargo del Ayuntamiento, que Albert Forner alcanza momentos chejovianos y que Juansa Lloret parece reci¨¦n salido del gueto de Varsovia. Quiero decir que aqu¨ª se juntan muchas cosas, y todas remiten a otras, sin olvidar las autocitas o las bromas sobre el futuro de Espai Moma, y que estamos ante un trabajo de los que debe afrontar de una vez por todas el teatro p¨²blico. Ante un gran trabajo.
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