Los chimpanc¨¦s ense?an evoluci¨®n
Bi¨®logos y antrop¨®logos estudian en ?frica el desarrollo del comportamiento humano
Bas¨¢ndose en el conocimiento de la conducta del chimpanc¨¦, los bi¨®logos pueden inferir la conducta social del antepasado com¨²n del humano-chimpanc¨¦ veros¨ªmilmente y, a partir de ah¨ª, reconstruir la historia evolutiva de la conducta social humana. Estas reconstrucciones son objeto de mucha incertidumbre y debate, sobre todo cuando implican una base gen¨¦tica de las conductas humanas, como vivir en comunidades fundamentadas en el parentesco masculino, o llevando a cabo mort¨ªferas cruzadas contra los vecinos. Pero la meta es arrojar luz en todo el espectro de la conducta social humana, rastreando su evoluci¨®n desde una comunidad simiesca de hace cinco millones de a?os con jerarqu¨ªas masculinas y femeninas separadas hasta las sociedades actuales basadas en la familia.
Se supone que los chimpanc¨¦s, al contrario que los humanos, han cambiado poco
Parece haberse heredado la extra?a mezcla de parentesco paterno e incursiones letales
Una suposici¨®n principal es que los chimpanc¨¦s, al contrario que los seres humanos, han cambiado poco y que, por consiguiente, su conducta social es una buena aproximaci¨®n a la del antepasado com¨²n. Un apoyo a esta idea es que los f¨®siles m¨¢s antiguos en el lado humano despu¨¦s de la separaci¨®n son muy similares a los de los chimpanc¨¦s actuales. Otro es que los chimpanc¨¦s de ?frica occidental y oriental son dif¨ªciles de distinguir entre s¨ª, a pesar de aproximadamente un mill¨®n y medio de a?os de evoluci¨®n separada. Despu¨¦s de 40 a?os de arduo estudio, los bi¨®logos tienen un coherente esbozo de las sociedades de los chimpanc¨¦s, aunque no completo.
Una sorpresa importante ha sido que los chimpanc¨¦s viven en territorios cuyas fronteras son defendidas agresivamente por grupos errantes de varones, a pesar de que Jane Goodall, pionera en los estudios a largo plazo en Gombe (Tanzania) , crey¨® al principio que estaba observando tan s¨®lo a una comunidad pac¨ªfica.
Los machos en cada comunidad est¨¢n emparentados entre s¨ª porque pasan sus vidas donde nacieron, mientras que las hembras normalmente emigran a las comunidades vecinas poco despu¨¦s de alcanzar la pubertad, una pr¨¢ctica que evita la endogamia. Este sistema patrilocal, de una comunidad basada en la uni¨®n por parentesco paterno, no es habitual, pero s¨ª conocido para los antrop¨®logos porque es practicado por la mayor¨ªa de las sociedades humanas dedicadas a la caza y la recolecci¨®n.
La estrategia operativa de los varones parece ser la de defender un territorio tan grande como sea posible para mejorar el suministro de comida de la comunidad, que es principalmente fruta, y por consiguiente, su ¨¦xito reproductor. Dentro de una comunidad, hay una jerarqu¨ªa masculina que est¨¢ sujeta a lo que los primat¨®logos denominan eufem¨ªsticamente elecciones. Los machos dominantes pueden perder las elecciones cuando otros varones forman alianzas contra ellos. El perder una elecci¨®n es una mala idea. El macho depuesto a veces termina con el cuerpo hecho pedazos y se le deja que muera de sus heridas.
Muy pocas especies viven en comunidades unidas por el parentesco paterno y con dispersi¨®n de hembras. Y s¨®lo dos llevan a cabo incursiones mortales en el territorio de los vecinos para matar a enemigos vulnerables. "Esta clase de comportamientos s¨®lo se conoce entre los chimpanc¨¦s y los humanos", escriben los estadounidenses Richard Wrangham y Dale Peterson en su libro Demonic Males. Muchas de las conductas del chimpanc¨¦ son reconocibles por las personas. Gran parte de su lenguaje corporal -una madre meciendo a su beb¨¦, la expresi¨®n de un infante hu¨¦rfano- es inmediatamente legible. Han sido registradas unas 19 variantes del uso de herramientas por chimpanc¨¦s, aunque cada comunidad tiene su propio subconjunto cultural. Los chimpanc¨¦s se medican con plantas medicinales cuando est¨¢n enfermos, pero en donde m¨¢s seriamente difieren de las sociedades humanas es en su organizaci¨®n de g¨¦neros. Machos y hembras no se asocian en familias sino en jerarqu¨ªas separadas. Un chimpanc¨¦ hembra anuncia su per¨ªodo f¨¦rtil con una hinchaz¨®n visible y es tan acosada por los machos que puede que no consiga comer hasta la noche. La gran ventaja de aparearse con cada var¨®n de la comunidad en una org¨ªa p¨²blica es que no permite asignar la paternidad, un importante seguro dado que los varones suelen ser los que matan a los infantes que saben que no son los suyos propios.
Una variaci¨®n desconcertante en el sistema social del chimpanc¨¦ es la de los bonobos, que se separaron de los chimpanc¨¦s hace unos 1,8 millones de a?o y viven en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo al sur del R¨ªo Congo. La jerarqu¨ªa de la hembra domina a la de los machos, y los machos no patrullan las fronteras para matar a los vecinos. Aunque los bonobos son casi tan agresivos como los chimpanc¨¦s, han desarrollado una potente t¨¦cnica de conciliaci¨®n -la pr¨¢ctica del sexo con cualquiera en cualquier momento- para rebajar la tensi¨®n.
Asumiendo que el antepasado com¨²n de los hombres y los chimpanc¨¦s tuvo una conducta social que era esencialmente como la del chimpanc¨¦, ?cu¨¢nto de esa conducta ha sido heredada por las personas? La extra?a mezcla de uni¨®n por parentesco paterno e incursiones territoriales letales puede parecer que ha sido heredada con muy pocos cambios. Entre los yanomami, una tribu de Suram¨¦rica, el n¨²mero de machos que mueren por agresi¨®n ronda el 30%, una proporci¨®n id¨¦ntica a la encontrada entre los chimpanc¨¦s de Gombe.
No todo el mundo cree que la conducta social del chimpanc¨¦ sea una buena gu¨ªa de la evoluci¨®n humana. "Todas estas cosas son sugerentes y apuntan tentadoramente a asuntos que queremos saber", afirma Ian Tattersall, del Museo de Historia Natural de EE UU. "Simplemente debemos tener presente que nada de esto es demostrable de modo convincente".
Robin Dunbar, ec¨®logo de la Universidad de Liverpool, est¨¢ de acuerdo en que las mujeres "parecen estar mejor adaptadas" a moverse entre grupos, pero no est¨¢ convencido de que las sociedades humanas siempre hayan profesado la patrilocalidad, el sistema en el que las mujeres dejan el hogar. Puede que hayan cambiado entre patrilocalidad y matrilocalidad, dependiendo de las necesidades locales de recursos, dice.
Un acontecimiento cr¨ªtico en la evoluci¨®n social humana debe de haber sido la transici¨®n desde las jerarqu¨ªas masculinas y femeninas de la sociedad del chimpanc¨¦ hasta los lazos conyugales entre hombres y mujeres. Tanto Wrangham como el brit¨¢nico Robert Foley creen que el nuevo sistema de emparejamiento probablemente surgi¨® hace aproximadamente 1,9 millones de a?os con la evoluci¨®n del Homo erectus. La diferencia de tama?o entre ambos sexos disminuy¨® bruscamente a partir de ese momento. Wrangham ve la invenci¨®n de la cocina, que da lugar a comidas m¨¢s nutritivas y variadas, como la causa del mayor tama?o de las hembras. Foley se decanta por el comer carne, que ayud¨® a las madres a dar a luz a cr¨ªas con cerebros m¨¢s grandes.
Las dos explicaciones, que no son incompatibles, conciben a las instituciones humanas como adapt¨¢ndose a alguna mejora importante en los recursos disponibles. El resultado habr¨ªa sido que los hombres se encontraron con que hab¨ªan alcanzado un mayor ¨¦xito reproductivo pasando m¨¢s tiempo con la madre de sus hijos, ya que la descendencia con un cerebro mayor habr¨ªa sido mucho m¨¢s dif¨ªcil de criar.
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