Poes¨ªa para ser bailada
A las nueve de la noche, en la sala superior de La Caldera, hay unas ochenta personas que esperan, sentadas, que suceda algo que a¨²n no tienen muy claro qu¨¦ ser¨¢: ?danza, teatro, poes¨ªa, un concierto barroco, un concierto de rock? Enfrente, medio sentado en un taburete, el poeta Albert Roig bebe agua a morro y se atusa el pelo, un s¨ªntoma de que est¨¢ nervioso. A un lado, los bailarines Claudia Cardona, Alexis Eupierre y Dominic Burocki calientan su cuerpo con estiramientos y rotaciones de cabeza. A otro lado, los m¨²sicos Krishoo, con su sintetizador y percusiones, y Marc Egea, con su viola de rueda, afinan o desafinan el instrumento jugando con mil posibilidades. En una de las paredes, la imagen de un hombre que reconocemos. (Para los que a¨²n no han olvidado su fant¨¢stico paso por Avisa'm quan arribi el 2000, se trata de Francesc Garriga). Garriga se succiona el iris del ojo izquierdo con una aguja y se lo inyecta en la vena del brazo. Luego, el movimiento se invierte y se succiona el iris del brazo para incorporarlo a su ojo. La videoinstalaci¨®n es de Dion¨ªs Escorsa. Entre el p¨²blico, Carme Vidal est¨¢ atenta a cualquier error, que luego comentar¨¢ con los artistas. Todo ese potencial art¨ªstico se ha unido por obra y gracia de uno de los poetas m¨¢s singulares y, a veces, m¨¢s pol¨¦micos del panorama literario catal¨¢n. Albert Roig tiene el don especial de reunir gente que nunca se hubiera imaginado trabajando junta. Le gusta el riesgo, sabe c¨®mo transmitir emociones y es capaz de llenar un estadio si se lo propone.
Los poemas recitados por Albert Roig se convierten en narraciones, en canciones con ritmo, que se contagia y te absorbe
El jueves pasado concentr¨® a m¨¢s de cien personas entregadas a lo que ve¨ªan y o¨ªan. Sutilidad y emoci¨®n, palabras que describ¨ªan un mundo propio. Con el t¨ªtulo de Salvatge cor, Albert Roig presentaba su primer espect¨¢culo multimedia. Roig se ha propuesto vivir de su poes¨ªa. Y lo est¨¢ consiguiendo. Conferencias, talleres, recitales, traducciones... La poes¨ªa (oral) est¨¢ de moda. Los recitales se llenan, seguro, mucho m¨¢s que las librer¨ªas. Algo es algo. "La poes¨ªa est¨¢ escrita para ser dicha", afirma Roig. Desde los griegos a Yeats, el poeta ha tenido la necesidad de expresar su poes¨ªa en voz alta. Safo no se entiende sin m¨²sica y danza. Yeats, en 1900, montaba veladas po¨¦ticas con una bailarina japonesa". Seg¨²n Roig, la gente tiene una idea equivocada del poeta por culpa, o gracias, a sus libros. ?l entiende la poes¨ªa como un "arte total". Es una poes¨ªa ef¨ªmera, no est¨¢ grabada, no es comercial ni llega al gran p¨²blico. Pide intimidad y espontaneidad.
A Albert Roig se le ha considerado siempre un poeta barroco, complejo, que esconde los sentimientos. Pero al o¨ªrlo recitar se hace asequible, se aprecia el sentido del poema. El poema se convierte en una narraci¨®n, en una canci¨®n con ritmo, un ritmo que se contagia y te absorbe. Un espacio vac¨ªo, cuatro focos prestados por un amigo, tres d¨ªas de ensayo para marcar las entradas y salidas, y el espect¨¢culo est¨¢ montado. Nadie ha cobrado un duro porque no hay presupuesto. La Caldera es un espacio de danza que abre sus puertas a quien quiera mostrar su trabajo, pero aqu¨ª no hay subvenciones millonarias, ni programaciones que se divulguen por televisi¨®n, ni artistas famosos que arrastren al p¨²blico porque salen en los culebrones. Esto es otra historia. Pero la gente -un cierto tipo de gente, claro- responde, y mucho.
Alexis Eupierre se mueve como una serpiente. Se detiene. Recupera el movimiento... La viola de rueda produce sonidos impensables mientras un ritmo machac¨®n sintetizado nos mueve a todos de la silla. Suenan las palabras: "...Atura't ull, davant les portes closes /dels amants. Vet aqu¨ª el seu llit suat tot de paraules. /No les malaguanyeu corrent m¨¦s que elles, /afanyeu-vos plegats cap al final, /fins a l'alt i m¨¦s fondo crit". Albert Roig parece un rapero. Los versos cantan. El clima de excitaci¨®n sube. Roig nos ofrece un recital de sus poemas er¨®ticos. El escritor, o el poeta, escribe seg¨²n su entorno. El poeta es un im¨¢n que atrae el fuego. Y Roig se mueve entre dos polos b¨¢sicos: un r¨ªo -el Ebro y su delta- y el amor.
Este curso Albert Roig imparte un taller sobre el erotismo en la poes¨ªa universal en Caixaf¨°rum. El taller est¨¢ teniendo un ¨¦xito impensable. El p¨²blico son adolescentes de instituto que se quedan con la boca abierta y que al final de la clase le felicitan emocionados. Incluso los colegios confesionales se apuntan a las charlas y las monjas quedan prendadas. "El otro d¨ªa me vino una chica de 16 a?os d¨¢ndome las gracias porque le hab¨ªa cambiado la vida", comenta Albert.
Para Albert el hecho de poner m¨²sica a sus poemas hace que crezcan. "Lo original es que aqu¨ª se mezcla la viola de rueda con la percusi¨®n. Lo de modernidad y tradici¨®n es una falsedad. Todo se puede combinar perfectamente y descubres cosas incre¨ªbles". Contrariamente a lo que estamos acostumbrados a o¨ªr en una viola de rueda, Marc Egea se lanza a investigar su sonido lejos de la m¨²sica antigua. Para Alexis, danza y poes¨ªa tienen mucho en com¨²n porque ofrecen un espacio a la sugerencia, a las texturas, al ritmo. Ahora intentar¨¢n encontrar bolos. Mientras, Roig no para de escribir. Est¨¢ a punto de publicar en Emp¨²ries el ensayo Ars amandi, vida i mort del poeta y trabaja en una traducci¨®n de Yeats. Nosotros seguiremos aplaudi¨¦ndole.
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