Un oleaje encantador
Lleg¨® por primera vez a Oviedo Lakm¨¦, una ¨®pera ex¨®tica (se desarrolla en la India), con encanto, representativa del melodismo franc¨¦s de finales del siglo XIX. Ten¨ªa que llegar alg¨²n d¨ªa al teatro Campoamor, porque en Asturias de esto saben, y mucho. La primera de las ¨®peras de las 56 temporadas ovetenses en el formato organizativo actual fue Manon, de Massenet, con la soprano Victoria de los ?ngeles, nada menos, como protagonista, y, por ejemplo, Los pescadores de perlas, de Bizet, ha subido en cinco ocasiones al escenario del Campoamor, entre 1958 y 1981, todas ellas, claro, con el tenor Alfredo Kraus como Nadir. Oviedo tiene una tradici¨®n que impone. Saben sus aficionados incondicionales mucho de ¨®pera francesa, en particular, y de ¨®pera en general. ?nicamente hay que mirar los repartos vocales de sus temporadas para comprobarlo.
Lakm¨¦
De L¨¦o Delibes. Con Desir¨¦e Rancatore, Ra¨²l Gim¨¦nez, Giorgio Surian, Alexandra Rivas y Ruth Rosique, entre otros. Orquesta Sinf¨®nica del Principado de Asturias. Director musical: Pedro Halffter. Director de escena: Roberto Lagan¨¤. Teatro Campoamor. Oviedo, 9 de diciembre.
Lakm¨¦ necesita una protagonista de mucho fuste, pues la tradici¨®n interpretativa, desde la adorable Mady Mespl¨¦ hasta la sorprendente Natalie Dessay, es de las que condicionan. Desir¨¦e Rancatore estuvo espl¨¦ndida. Sus modelos van m¨¢s en la l¨ªnea francesa que en el t¨¦cnicamente exhibicionista de una Sutherland, pongamos por caso. Rancatore resuelve con una precisi¨®n admirable la endemoniada aria de las campanillas del segundo acto, pero no olvida en ning¨²n momento el car¨¢cter humanista, sufriente, de su personaje. Su fraseo es delicado, su estilo es intimista, su visi¨®n musical tiene car¨¢cter. Desde el conocid¨ªsimo duetto de las flores del primer acto hasta la confidencial escena final, Rancatore se esfuerza en construir un personaje m¨¢s cotidiano que heroico, m¨¢s profundo que ex¨®tico, m¨¢s humano que divino. Y, afortunadamente, lo consigue.
El reparto vocal fue equilibrado y coherente en su conjunto, con un Ra¨²l Gim¨¦nez con recursos de mucha escuela, un Giorgio Surian mostrando en todo momento una gran personalidad y una Ruth Rosique que cada d¨ªa se supera a s¨ª misma.
Atm¨®sferas
Pedro Halffter cre¨® unas atm¨®sferas muy apropiadas desde la direcci¨®n musical. Dej¨® siempre respirar a los cantantes y se abandon¨® al tono evanescente y dulcemente mel¨®dico de la obra. Los resultados art¨ªstico-musicales fueron convincentes.
La direcci¨®n esc¨¦nica de Roberto Lagan¨¤ incidi¨® en un decorativismo de estampita. Se centr¨® m¨¢s en la ambientaci¨®n oriental que en el desarrollo de las pasiones de los personajes. Su faceta colorista y amable predispuso a un punto de cursiler¨ªa, acentuada sobre todo en el ¨²ltimo acto. El sentido de la eficacia se impuso, en cualquier caso, al kitsch.
Babelia
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