S¨ª, le pueden matar
Son demasiados a?os pensando "No, no, eso no se puede hacer. No lo har¨¢n": y lo hacen. Ya todo se puede hacer, porque ciertas normas, leyes, protocolos, formas de moral desaparecen. La invenci¨®n del hombre m¨¢s malvado del mundo, del "Hitler de Mesopotamia", es suficiente para matar a Sadam. Los generales dicen que ser¨¢ tratado como "un prisionero de guerra", a los que no se les fusila. Aunque hay precedentes: el juicio de N¨²remberg, donde los asesinos de Hiroshima y de Dresde ahorcaron a los asesinos alemanes. No parec¨ªa posible que un gobernante elegido, como Milosevic, pudiera ser juzgado por un grupo de naciones adheridas al derecho internacional. Y oigo la voz de un senador de Estados Unidos que pide que se aplique la pena de muerte: "Si no se puede en su pa¨ªs que se le env¨ªe a Estados Unidos: le juzgaremos y le ejecutaremos". No es un senador corriente: es un dem¨®crata que se presenta como posible candidato a la presidencia. S¨ª, le pueden ejecutar, y el entusiasmo que se muestra en todo Occidente, despu¨¦s de las proclamaciones de los chicos de las Azores, demuestra que la tesis antigua de que hay que fusilar al jefe del Estado vencido no ha cambiado. "As¨ª, siempre, a los tiranos", dicen que dijo Bruto cuanto apu?al¨® a C¨¦sar; como buen imperio, Estados Unidos copi¨® la frase; la dijo el asesino de Lincoln y es el lema del Estado de Virginia.
Lo interesante es que el delito del que se acusa a Sadam ha cambiado desde que se invadi¨® su pa¨ªs. Era culpable de poseer armas "de destrucci¨®n masiva" (un neologismo) y albergar a Bin Laden y el terrorismo mundial: no ten¨ªa ninguna de estas cosas. Se le dijo que no cooperaba: se le investig¨® todo el pa¨ªs, y no hab¨ªa nada. Rumsfeld dijo: "No coopera": se ocup¨® el pa¨ªs, y ni terrorismo ni armas; se le ha cogido como a un Conde de Montecristo, dice que no hay armas, y Rumsfeld repite: "No coopera". No s¨¦ si las buscaban los sanitarios en su boca o en su pelo, o si s¨®lo se trataba de humillarle, de hacer la foto de un pobre asesino viejo; es curioso que en la operaci¨®n llevaran las tablitas para bajar la lengua. Ahora el delito es otro: es un asesino de su pueblo, un dictador, un tirano. Y los tiranos mueren siempre ejecutados, dicen. No lo creo: aqu¨ª uno muri¨® en su cama, y ni un solo c¨®mplice tuvo otro juicio. Ni creo que se vaya a seguir por esa v¨ªa. Pero a ¨¦ste le pueden matar.
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