2.000 soldados de EE UU ocupan la ciudad de Samarra en busca de insurgentes
El mando militar ordena el cierre de las tiendas y pide a los vecinos no salir de casa
Samarra es una ciudad fantasma. Los comercios est¨¢n cerrados y sus 200.000 habitantes se han recluido forzosamente en sus casas. Para entrar o salir de esta localidad del llamado tri¨¢ngulo sun¨ª, a 120 kil¨®metros al norte de Bagdad, hay que superar tres controles exhaustivos. El mando militar de EE UU ha decretado el toque de queda durante 30 horas. Casi 2.000 soldados de la 4? Divisi¨®n de Infanter¨ªa, apoyados por la fuerza operativa Ironhorse (Caballo de Hierro), registran viviendas a la b¨²squeda de miembros de la resistencia. Es la Operaci¨®n Ventisca de Hiedra. Una ocupaci¨®n en toda regla.
Los peregrinos iran¨ªes (la mayor¨ªa, mujeres cubiertas por abayas negras) son los ¨²nicos que deambulan cerca de la mezquita de Al¨ª El Hadi. Samarra es sun¨ª pero alberga las tumbas de dos de los 12 imames santos del chi¨ªsmo, por lo que los iran¨ªes la incluyen en su circuito religioso por Irak. El viaje ayer fue en balde: la mezquita est¨¢ cerrada.
Los visitantes ni siquiera pueden comprar una reliquia o aliviarse con un refresco. Todos los puestos de la plaza han echado el cierre. A primera hora de la ma?ana, blindados con altavoces recorrieron las calles repitiendo en ¨¢rabe el contenido del ¨²ltimo bando militar: "Por su seguridad, cierren las tiendas y no salgan de casa hasta las cuatro de la tarde del jueves".
Zabid Daud, un campesino que tra¨ªa al mercado su cargamento de ma¨ªz, tiene que volverse con ¨¦l. "?Qu¨¦ pretenden cerrando la ciudad? ?Que muramos de hambre?", maldice.
Samarra es un basti¨®n de la resistencia. Aqu¨ª se han desarrollado los ¨²nicos enfrentamientos que, por su balance, podr¨ªan calificarse casi de batallas. En noviembre, el Pent¨¢gono asegur¨® que 54 insurgentes hab¨ªan perdido la vida en una emboscada a una patrulla y otros 11 fueron abatidos el lunes. "Los muyahidin atacan a los americanos y ¨¦stos, en vez de responderles, disparan contra inocentes", afirma el comerciante Faid Fabel.
Durante toda la noche, los habitantes de Samarra han sentido el zumbido de los helic¨®pteros sobre sus cabezas. En la madrugada del martes, 78 vecinos fueron detenidos; entre ellos, Quaiss Hattam, un ex dirigente baazista en b¨²squeda y captura. Seg¨²n los estadounidenses, en la redada se incautaron 30 kilos de explosivo y detonadores conectados a tel¨¦fonos m¨®viles. Ayer hubo menos suerte. De la lista de 29 sospechosos, s¨®lo ocho fueron capturados.
"Hemos o¨ªdo que han detenido a muchos, algunos son inocentes y otros no", afirma el oficial de polic¨ªa, que no desea revelar su nombre. "?Qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de los ataques a los americanos? Es una pregunta que nadie puede contestar", dice deseoso de marcharse.
"Llaman a tu puerta a las dos de la ma?ana y si no abres en tres minutos la derriban", asegura Ahmed. "Un anciano que oy¨® ruido y sali¨® a ver qu¨¦ pasaba fue arrestado", agrega un vecino. "Si guardas mucho dinero dicen que es para financiar a la resistencia y se lo llevan", interviene un tercero. Todos se escabullen en la oscuridad de sus hogares (no hay luz el¨¦ctrica desde hace tres d¨ªas) cuando dos blindados enfilan la avenida de la mezquita. Los carros Bradley avanzan despacio, flanqueados por una decena de soldados a pie. La torreta del primero gira barriendo la plaza con su ca?¨®n de 25 mil¨ªmetros. La del segundo est¨¢ colocada hacia atr¨¢s, vigilando la retaguardia. "Parece que estuvieran haciendo la guerra con Rusia o China. ?Tanta fuerza para una ciudad tan peque?a!", comentaba Tarek Hussein, due?o de una tienda de ropa.
Los soldados parecen desconcertados de encontrar periodistas. Advierten de que est¨¢ prohibido hacer fotos y preguntan c¨®mo hemos llegado hasta all¨ª. No ha sido f¨¢cil. La carretera de entrada a la ciudad es un monumental atasco. Hasta por tres veces son registrados los veh¨ªculos y cacheados los viajeros. La tarea se reparte entre los soldados norteamericanos y los iraqu¨ªes del Cuerpo de Defensa Civil, una milicia entrenada por Estados Unidos. Los segundos llevan el rostro cubierto con pasamonta?as para que no los reconozcan sus compatriotas. "Cortaremos las manos a los que colaboren con las fuerzas de ocupaci¨®n", amenaza una pintada cerca del minarete en espiral del siglo IX, que en otro tiempo era una atracci¨®n tur¨ªstica.
"Samarra es una espina clavada en nuestro costado. No colabora a la reconstrucci¨®n de Irak como otras ciudades", reconoce el capit¨¢n Jack Saville al corresponsal de France Presse. Y, sin embargo, Sadam no era popular aqu¨ª. Sus habitantes no le perdonan que situara la capital provincial en Tikrit, su localidad natal, relegando a esta hist¨®rica ciudad.
"Muchos odian a Sadam, pero los americanos han conseguido que todos se unan contra ellos", asegura Ahmed. Seg¨²n la nota oficial, uno de los objetivos de la operaci¨®n Ventisca de Hiedra era "aislar" a los elementos de la resistencia del resto de la poblaci¨®n.
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