Travestismo sectario
La Constituci¨®n de C¨¢diz ha sido una constituci¨®n sumamente pol¨¦mica a lo largo de toda nuestra historia pol¨ªtica y constitucional. Fue anulada por Fernando VII en dos ocasiones, en 1814, en el mismo momento en que volvi¨® a poner los pies en la Pen¨ªnsula, y en 1823, tras la liquidaci¨®n del Trienio Liberal con la ayuda de las tropas francesas. Fue restaurada en 1836 con el Mot¨ªn de la Granja y en dicha restauraci¨®n est¨¢ el origen de la legitimidad de la Constituci¨®n progresista de 1837, que descansa expresamente en el principio de soberan¨ªa nacional que se hab¨ªa formulado por primera vez en el art¨ªculo 3 de la Constituci¨®n gaditana. As¨ª lo reconoce de manera expl¨ªcita el Dictamen de la Comisi¨®n Constitucional de 1837 encargada de la redacci¨®n del texto.
Frente a la voluntad de inclusi¨®n de la Constituci¨®n de 1978, se est¨¢ imponiendo una voluntad de exclusi¨®n
La referencia a la Constituci¨®n de 1812 desaparece en la Constituci¨®n de 1845, que rechaza el principio de soberan¨ªa nacional y hace descansar en el principio mon¨¢rquico constitucional el sistema pol¨ªtico. Vuelve a aparecer la referencia a la Constituci¨®n de C¨¢diz con La Gloriosa y de manera de nuevo expresa en la Constituci¨®n de 1869, una de las constituciones m¨¢s avanzadas del siglo en todo el continente europeo. El constituyente de 1869 tambi¨¦n hace arrancar la legitimidad de su obra constituyente del impulso gaditano y de su referencia a la soberan¨ªa nacional. Desaparece de nuevo la referencia a la Constituci¨®n de C¨¢diz en 1876, en la Constituci¨®n de La Restauraci¨®n, que retorna al principio mon¨¢rquico constitucional. Vuelve a resonar en 1931 y vuelve a desaparecer con el triunfo de los sublevados en la guerra civil.
Ha sido en nuestro ¨²ltimo ciclo constitucional, el que se inicia tras la muerte del general Franco y se institucionaliza con la Constituci¨®n de 1978, cuando por primera vez la Constituci¨®n de C¨¢diz no ha sido objeto de pol¨¦mica. Es una de las consecuencias del consenso que presidi¨® el proceso de elaboraci¨®n de nuestra constituci¨®n actualmente vigente.
Me parece que es oportuno recordar esta trayectoria de la Constituci¨®n de C¨¢diz en una semana como ¨¦sta, en la que se le acaba de organizar un acto de homenaje por el Ayuntamiento de la ciudad que no puede estar m¨¢s en contradicci¨®n tanto con lo que ha significado esa constituci¨®n a lo largo de nuestra historia, como con la forma en que se la incorpor¨® a la Constituci¨®n de 1978.
Ha sido un acto de travestismo pol¨ªtico. Podr¨ªa no haberlo sido, pero lo ha sido. Todo el mundo tiene derecho a rectificar y est¨¢ bien que as¨ª ocurra. Pero lo que no es aceptable es que se excluya del homenaje a quienes no tienen nada que rectificar y que se utilice el acto de homenaje para anatematizarlos.
No hay la m¨¢s m¨ªnima l¨ªnea de continuidad entre 1812, 1837, 1869 y 1931 y el PP. La continuidad con el PP se expresa a trav¨¦s de Fernando VII, 1846, 1876 y las Leyes Fundamentales de Franco. Esta continuidad fue muy visible incluso en los primeros a?os de la transici¨®n tras la muerte del general Franco, como ponen de manifiesto los art¨ªculos que public¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en contra de la Constituci¨®n de 1978, en los que justific¨® la abstenci¨®n en el refer¨¦ndum de ratificaci¨®n de la misma. Ese fue el ambiente, dicho sea de paso, en el que se fragu¨® el golpe de Estado del 23-F.
Est¨¢ bien que se rectifique. Pero no que se haga de manera sectaria. La Constituci¨®n de C¨¢diz ha dejado de ser pol¨¦mica por el consenso constitucional de 1978. Hasta ese momento la derecha espa?ola estuvo siempre en contra de lo que C¨¢diz signific¨®. Ha sido la ausencia de sectarismo de nuestro ¨²ltimo proceso constituyente lo que ha permitido que la Constituci¨®n de C¨¢diz sea aceptada de manera pac¨ªfica por todos.
Y as¨ª es como debe seguir. Un acto de homenaje a la Constituci¨®n de C¨¢diz no debe ser en ning¨²n caso un acto excluyente. Ni de lo que signific¨® C¨¢diz ni de lo que significa 1978, que es lo que ha hecho posible que todos los espa?oles pudi¨¦ramos reconciliarnos con ese momento de nuestra historia.
Todo lo contrario de lo que se ha hecho esta semana. Ha sido un acto de travestismo sectario. En la forma y en el fondo.
No solamente se ha falsificado la historia del momento constituyente gaditano, sino que se ha falsificado tambi¨¦n el momento constituyente de 1978. Una celebraci¨®n de C¨¢diz no puede hacerse en este momento sin tener en cuenta que una de las decisiones pol¨ªticas fundamentales de la Constituci¨®n de 1978, tal vez la m¨¢s decisiva en la consecuci¨®n del consenso en torno a la misma, fue la relativa a la descentralizaci¨®n pol¨ªtica del Estado.
No puede hacerse una celebraci¨®n de C¨¢diz prescindiendo de la existencia de las comunidades aut¨®nomas, sin las cuales el Estado espa?ol no tendr¨ªa en este momento el grado de legitimidad que tiene y que es el mayor de toda nuestra historia.
La exclusi¨®n de la Junta de Andaluc¨ªa del acto de homenaje, simplemente porque el presidente de la misma es un socialista, no es una an¨¦cdota. Frente a la voluntad de inclusi¨®n que presidi¨® el proceso de elaboraci¨®n de la Constituci¨®n de 1978, se est¨¢ imponiendo una voluntad de exclusi¨®n, que se est¨¢ traduciendo incluso en la restauraci¨®n de la amenaza de c¨¢rcel para los adversarios pol¨ªticos.
Eso es lo que ha escenificado de manera pr¨¢cticamente insuperable el acto celebrado en el Ayuntamiento de C¨¢diz esta semana que, no por casualidad, coincidi¨® con el plante de todos los partidos de la oposici¨®n en el Congreso de los Diputados en la votaci¨®n de la reforma del C¨®digo Penal con la que se amenaza con la c¨¢rcel al lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe.
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