Heridos
Ya anda saltando, aunque a¨²n poco, un nuevo vocablo por nuestra lengua, en la cual le espera tal vez muy largo recorrido; como dicen ahora, tiene una excelente "proyecci¨®n" (ingl¨¦s projection: 'conjetura acerca del futuro de algo o de alguien basada en lo que hoy se sabe de ellos'; y as¨ª, tomando ejemplo de nuestras realidades audiovisuales, hoy se dice: "Es un futbolista o una novillera o un ventr¨ªlocuo, etc¨¦tera, de gran proyecci¨®n", esto es, 'les aguarda un buen futuro'; innecesaria necedad). No exist¨ªan ni el concepto de tal criatura, tan matizado al menos, ni por tanto la palabra espa?ola que le diera cuerpo, dej¨¢ndonos en nueva desventaja dentro de la Uni¨®n Europea. Se trata, dig¨¢moslo sin rodeos, del adjetivo metrosexual, que s¨®lo califica a varones, lo cual, de caer en chocarrer¨ªa etimol¨®gica, parecer¨ªa evidente. Pero, como vamos a ver, los tiros proceden de otro lado.
Por ahora, la ¨²nica fuente de informaci¨®n sobre el asunto, prol¨ªfica por cierto, es la Red, de donde traduzco que es una nueva categor¨ªa de hombres j¨®venes que cuidan mucho de s¨ª mismos y muchos de cuyos gustos, desde una ¨®ptica tradicional, parecen femeninos. Tienen menos de 35 a?os, practican alg¨²n deporte, idolatran el shopping, utilizan lociones corporales y mascarillas para el rostro, cuidan su cuerpo, visten con desenfado -bajo el dictado de Armani sobre todo-, y les gustan la buena vida y las cosas caras, en especial las joyas. El vocablo ha sido creado por el escritor ingl¨¦s Mark Simpson, partiendo de metr¨®poli, ya que estos j¨®venes varones son resueltamente urbanos y sofisticados. Esto es cierto: no suelen verse por Botorrita, Calvarrasa de Abajo (el m¨¢s deprimido top¨®nimo de Espa?a) o lugares as¨ª. Y, casi sin excepci¨®n, la multitud de p¨¢ginas que sobre este asunto suministra Internet, en ingl¨¦s y alem¨¢n preferentemente, coinciden en proponer como modelo de ese comportamiento a un futbolista brit¨¢nico que juega en Madrid. Seg¨²n se insiste, los metrosexuales no son gays, aunque no les disgusta atraer a mujeres y varones indistintamente; as¨ª lo confesaba recientemente el famoso -por lo le¨ªdo- nadador australiano Ian Thorpe. Con ellos, el tipo triunfante de hombre im¨¢n ya no es el "macho". Cumplo, pues, el deber de anunciar el natalicio del nuevo ser -al vocablo me refiero- con el cual podemos clasificar ya una parte de esa humanidad posmoderna aunque "estuporice" (bonito vocablo que o¨ª sin escucharlo, hace poco lo dije, a un comentarista rosa televisivo, admirador enorme de la se?ora Pantoja). Sin contar con el estado nauseoso que induce su forma, tan fea y equ¨ªvocamente hiperb¨®lica.
Pero la riqueza que aporta ese inocente neologismo queda vertiginosamente descompensada por un desastre l¨¦xico sobre el que llamo la atenci¨®n con sincera alarma. Se trata del fuerte desv¨ªo de significaci¨®n que se est¨¢ infligiendo a herir, en su frecuente empleo por algunos medios (ignoro si tambi¨¦n en los hospitales), verbo que, seg¨²n el Diccionario y el sentido com¨²n significa "perforaci¨®n o desgarramiento en alg¨²n lugar de un cuerpo vivo". Pues bien, de noticias de prensa o de televisi¨®n, anoto: "A causa del humo murieron dos personas y siete m¨¢s resultaron heridas"; "Una mujer ha muerto intoxicada por inhalaci¨®n de gas. La fuga, que proven¨ªa del s¨®tano, hiri¨® a su marido y a su hijo"; el titular "Un menor ingresa en estado grave por coma et¨ªlico" se complementa diciendo: "El herido fue trasladado inconsciente al centro". Por tanto, seg¨²n los lenguaraces, el humo y el alcohol hieren aunque no produzcan sangre. Es el reduccionismo anejo al barullo que nubla las mentes de muchos que viven del idioma sin respetarlo. Larra aconsejaba a un sujeto: "Aprenda la lengua de su pa¨ªs, coja usted la gram¨¢tica": "La parda es la que necesito", interrumpe aquel ignaro al aconsejante, "con aire zumb¨®n y de chulo, fruta del pa¨ªs"; el cual concluye: "Lo mismo es decir las cosas de un modo que de otro". Quit¨¢ndoles el aire, ?son tantos los que comparten esa conclusi¨®n! Ignoran que el humo intoxica y no hiere, y que el etilismo intoxica tambi¨¦n, y que aquel a quien afecta se le llama ebrio y la retah¨ªla de sin¨®nimos que desde beodo conducen hasta temulento. Pues s¨ª, aunque no se crea, el ni?o mamado lleg¨® temulento al centro sanitario; cualquier cosa menos herido. S¨ª que lo estaba, en cambio, aquel desventurado que, seg¨²n un diario, "result¨® herido en dos de sus piernas"; pobre, ?verdad? Y es suerte que s¨®lo fuera en dos.
No hace mucho saqu¨¦ a luz la plaga de f¨ªsico en el lenguaje deportivo; llegada probablemente de la Am¨¦rica hispana, se extiende como el virus gripal. Leo: "Me qued¨¦ sin f¨ªsico, dice el tenista argentino Zabaleta justificando una derrota", es decir, 'sin fuerzas'. Oigo decir de un portero de f¨²tbol que es "muy f¨ªsico", esto es, 'muy fornido'. Y no hay nadie que la emprenda con tantos aberrantes hasta afectarles a su verdadero f¨ªsico, es decir, a lo que define la Academia como: "Exterior de una persona; lo que forma su constituci¨®n y naturaleza".
Otro esc¨¢ndalo, otro vocablo herido: leo en un diario que un desalmado mat¨® a su madre a cuchilladas; pero no, no lo leo as¨ª; lo que el diario dice es que la ejecut¨®. El zafio redactor, para evitar la vulgaridad de matar, busca en su mag¨ªn vocablos sin¨®nimos y cree que ejecutar lo es, cuando -y todo el mundo lo sabe menos ¨¦l- este verbo significa una manera sui g¨¦neris de dar muerte: por decisi¨®n de la justicia. Lo cual es privilegio de los verdugos, no de los hijos desalmados.
Metidos en estas fechas, gusto de evocar el aserto de aquel articulista que, tom¨¢ndolas como pretexto y siguiendo una venerable tradici¨®n, exaltaba, pocos d¨ªas ha, la Navidad sacroprofana de que gozamos, manifiesta en los belenes, los abetos artificiales, los villancicos enlatados, la sidra asturiana y el cava, tan burbujeantes... Tantas cosas; y, una entre todas, la que el aludido pendolista mencionaba as¨ª: "Los regalos son el alma mater de estos d¨ªas". Ha sido vertiginoso el descenso de esas palabras latinas, que quer¨ªan decir 'madre nutricia' y s¨®lo se dec¨ªan de la Universidad, y hoy sirven para designar una play station, una chaqueta de punto o una corbata.
Y ?por qu¨¦ no asomarse a nuestro adorado f¨²tbol como regalo pascual al alma? Ah¨ª tienen a ese formidable ariete que falla en el chut porque no ha percutido bien al bal¨®n como dijo uno de esos locutores que traducen directamente del campo al transistor. Y a¨²n ha habido otro que narra de qu¨¦ manera formidable un ariete ha disparado de cabeza. Don Antonio Machado lo hubiera clasificado entre los que embisten con semejante parte, al narrador nos referimos, no al ariete.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia.
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